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Bombas de calor, autoconsumo fotovoltaico en España y 'cero neto': he aquí el 12º consultorio de Maldito Clima

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¡Otro consultorio de Maldito Clima! ¡Y van 12! Con la llegada de la primavera en el hemisferio norte. Esta vez vamos a contar cómo reducen las zonas de bajas emisiones la contaminación en el aire, qué son las bombas de calor, cuánto autoconsumo con energía solar fotovoltaica hay en España y qué es el concepto ‘cero neto’.

Como siempre quedan cosas por aclarar sobre el clima, la energía y el medioambiente, nos encantará que nos escribas con dudas en nuestra web, nuestra cuenta de Twitter (@Maldito_clima), nuestro correo electrónico ([email protected]) o el chatbot de WhatsApp de Maldita.es (+34 644 229 319). Abordaremos el tema de la mejor manera posible. ¡Vamos al lío!

¿Cuánto autoconsumo fotovoltaico hay en España?

La respuesta corta es que no está claro. Vamos con la larga. Comencemos por la información oficial: en 2019, un real decreto desarrolló la regulación de un registro de instalaciones de autoconsumo que se actualizaría mensualmente con la información recogida por las comunidades autónomas. Según consta en este registro público a 31 de marzo de 2023, la potencia instalada de autoconsumo eléctrico total es de 735 megavatios (MW), de los cuales 334 (el 45,45%) son de energía fotovoltaica (el resto utilizan otras tecnologías, como la cogeneración).

Por su parte, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), una asociación de “770 empresas” del sector solar fotovoltaico, hace sus propias estimaciones anuales con información de empresas asociadas y externas. Por tanto, según el sector, en 2022 había instalados 5.249 MW de autoconsumo fotovoltaico en España, de los cuales un 47% pertenecían al sector industrial, un 32% al doméstico, un 20% al comercial y un 1% a instalaciones aisladas, indica una nota de prensa.

Son cifras que el ministerio también anunció en su perfil oficial de Twitter, pero difieren mucho de las que aporta el registro público. En Maldita.es hemos preguntado al MITECO por el motivo de la gran diferencia entre ambas, aunque de momento no hemos recibido una respuesta que aclare las dudas.

Por ponernos en contexto, ¿cuánto son 5.249 MW? Este nivel de potencia instalada sería ya superior a lo proyectado en la hoja de ruta aprobada por el ministerio en 2021, que consistía en 3.500 MW de potencia de autoconsumo para 2025. El objetivo es llegar a 8.800 MW de potencia instalada en 2030, o bien a 14.000 MW en el escenario más optimista.

¿De verdad funcionan las zonas de bajas emisiones para reducir la contaminación?

Las zonas de bajas emisiones (ZBE) son áreas de la ciudad que restringen el acceso a los vehículos más contaminantes para mejorar la calidad del aire y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero ¿Qué evidencia hay de que cumplan este objetivo?

Varios estudios concluyen que sí mejoran la calidad del aire, lo que se traduce en menos problemas de salud respiratoria, aunque el conseguir ese efecto depende de cómo se implementen, pero no hay evidencia que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero. Una revisión de la evidencia disponible por parte de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (Transport & Environment en inglés, abreviado como T&E) en 2019 concluyó que las ZBE reducen la contaminación del aire. Eso sí, el diseño “es crítico para su efectividad”, indica el informe.

En el caso por ejemplo de Madrid Central, la ZBE creada inicialmente en la capital de España, un estudio publicado en 2022 concluyó que había reducido el tráfico dentro del área restringida, pero al mismo tiempo había aumentado la circulación en las zonas limítrofes, un fenómeno conocido como ‘efecto frontera’. Sin embargo, este desplazamiento del tráfico no ha ocurrido con la contaminación: Madrid Central ha reducido la concentración del dióxido de nitrógeno (NO2) en su interior sin aumentarla fuera, por lo que el efecto ha sido positivo para toda la ciudad.

Aunque no haya ocurrido en el caso madrileño, “puede pasar que las personas rodeen en vehículo esas zonas y al final aumenten los trayectos y las emisiones y empeore la calidad del aire fuera de la ZBE. La eficiencia de las zonas siempre dependerá de cómo se implementan y qué medidas llevan asociadas”, aclara a Maldita.es Rocío Alonso, ecotoxicóloga de la contaminación atmosférica en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medio Ambientales y Tecnológicas (CIEMAT).

Los factores a considerar en el diseño para que las ZBE sean efectivas son el tamaño, el nivel de restricción, la ejecución a través de multas, las excepciones autorizadas y la claridad y previsibilidad de las medidas, indica T&E [pág. 7]. “La problemática es que cada zona se implementa de una manera y con unos criterios distintos”, añade la experta del CIEMAT. Además, hay dificultades para medir el efecto en la calidad del aire de las ZBE, como la meteorología diferente en los períodos analizados, que afecta también a la concentración de contaminantes, aclara Alonso.

La zona de bajas emisiones y de ultrabajas emisiones de Londres (Reino Unido) ha supuesto una reducción de la concentración de contaminantes en el aire como las partículas en suspensión (PM10) y el NO2, indica un estudio científico del año 2022. Esta investigación también analizó la relación directa entre esas zonas de bajas y ultrabajas emisiones y los problemas de salud en la capital británica y encontró una mejora en problemas de salud como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la ansiedad y las bajas laborales, así como un beneficio de 963 millones de libras para la población general.

También en Alemania se ha estudiado el efecto en la salud de las ZBE. Allí han reducido los niveles de contaminación del aire en áreas urbanas, lo que se ha traducido en pequeños beneficios de salud como la disminución de diagnósticos relacionados con la contaminación aérea en hospitales dentro de las ZBE, concluye un estudio de 2021.

Otras mejoras para la salud de las ZBE van más allá de limitar la circulación a los coches más contaminantes, como pueden ser aumentar las zonas peatonales, por lo que las personas pueden andar más, y la situación mejora aún más si metes zonas verdes “pero hay que ver ciudad a ciudad”, aclara Rocío Alonso.

La restricción al tráfico también es una medida eficaz para facilitar el uso de vehículos menos contaminantes, pero no ayuda a que la flota rebaje las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que contribuyen a la crisis climática. Por otra parte, los residentes más pobres a menudo se ven desproporcionadamente afectados por las restricciones al tráfico que supone la ZBE por su dificultad de acceder a un coche que emita menos contaminación y pueda entrar en el área limitada, pero también poseen menos coches que el resto de la población, destaca T&E.

¿Qué es el concepto 'cero neto' o 'net zero'?

El concepto de emisiones ‘cero neto’ (o ‘net zero’) se usa para señalar aquellas iniciativas o proyectos que emiten la misma cantidad de emisiones que absorben, de forma que el resultado final de la cuenta es cero o neto. “Dicho de forma sencilla, el ‘cero neto’ indica recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible de emisiones nulas, con algunas emisiones residuales que sean reabsorbidas desde la atmósfera mediante, por ejemplo, el océano y los bosques”, indican en su web las Naciones Unidas.

Las emisiones netas iguales a cero se logran cuando las emisiones de efecto invernadero de origen humano se equilibran por la absorción, también realizada de forma directa por las personas, indica el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) [pág. 10]. Se pueden capturar emisiones en tres momentos: en el momento de emitir directamente de la atmósfera con un “intento de captura” artificial y por vías naturales como plantar árboles, explica a Maldita.es Andreu Escrivà, ambientólogo y divulgador.

El concepto ‘cero neto’ suele aplicarse a las emisiones bajo control directo de la entidad que las notifica, como un país o sector económico. En cambio, a nivel global suele hablarse de ‘neutralidad climática’. Se utiliza este término para empresas, productos y actividades normalmente incluyendo las emisiones y absorciones más allá del control directo o la responsabilidad territorial de la entidad (Estado, región, ciudad…), aclara el IPCC. En definitiva, la ‘neutralidad climática’ es el estado en el que las actividades humanas no provocan un efecto neto en el sistema climático [pág. 16].

“Se plantea el ‘cero neto’ como un objetivo para 2040 o 2050 y el problema de decir que en décadas seremos neutros climáticos es que ahora legitima seguir aumentando emisiones. Además, en 2050 esa neutralidad climática vendrá de absorber emisiones con tecnologías que hoy en día no existen. Estas estrategias de neutralidad de emisiones no parecen viables ni por la parte tecnológica ni por la basada en soluciones naturales. Así, se retrasa en el tiempo la reducción de emisiones. Toca hablar de una reducción drástica, global y coordinada de las emisiones y no de neutralidad climática”, añade el ambientólogo.

¿Qué son las bombas de calor?

Las bombas de calor son aparatos que toman el calor del aire exterior a una vivienda y lo transportan hacia su interior para calentarla. “La tecnología es la misma que la de un frigorífico o un aire acondicionado, pero con el objetivo inverso”, explica la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) en su página web.

Es un proceso eficiente porque la cantidad de calor transportado al hogar es mucho mayor que la cantidad de electricidad utilizada por el aparato. Además, “cuando la electricidad utilizada para impulsar una bomba de calor se produce a partir de fuentes con pocas emisiones, todo el calor generado también es bajo en carbono”, explica el medio británico especializado en cambio climático Carbon Brief.

Aunque la cantidad de bombas de calor instaladas en los hogares es relativamente pequeña, esta capacidad de calentar de forma eficiente y limpia lo que hace que las bombas de calor sean una tecnología clave en la mayoría de los caminos hacia escenarios ‘cero neto’, continúa el medio especializado.

La Agencia Internacional de la Energía ha realizado proyecciones con las políticas necesarias para llegar a un escenario ‘cero neto’ en 2050, y en ellas incluye 1.800 millones bombas de calor instaladas en edificios que provean el 55% de la demanda energética para calefacción a nivel global.

En la imagen de portada, la foto izquierda es de Kindel Media y la central es de Irina Demyanovskikh.

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