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Calidad del aire en las ciudades, recogida solidaria de tapones y acciones individuales para reducir emisiones: llega el consultorio 11º a Maldito Clima

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Bienvenidas y bienvenidos al consultorio de Maldito Clima número 11. En el mes más corto del año, seguimos innovando y ante una pregunta tan genial que nos habéis hecho por Twitter hemos optado por dividirla en dos porque tiene más miga que un pan esponjoso. Esta vez vamos a contar en qué consisten las campañas benéficas de recogida de tapones de botellas, qué ciudades españolas tienen mejor calidad del aire y cómo reducir nuestro impacto en el clima: tanto en el transporte y la alimentación como en nuestro consumo hogareño.

Como sabemos que te has quedado con más dudas sobre clima, medioambiente, energía y otros temas relacionados, escríbenos a través de nuestra web, nuestra cuenta de Twitter (@Maldito_clima), nuestro correo electrónico ([email protected]) o el chatbot de WhatsApp de Maldita.es (+34 644 229 319). Responderemos hasta donde sea posible, incluso si es necesario hacerlo en dos partes ¡Al turrón!

¿Cómo funcionan las campañas benéficas de recogida de tapones de botellas?

A través del formulario web de nuestro consultorio, nos habéis preguntado en qué consisten y cómo funcionan las recogidas solidarias de tapones. Es decir, esas campañas que proponen recoger y donar los tapones de botellas para financiar proyectos. La respuesta es que los proyectos se financian con lo que paga el reciclador por los tapones de plástico que recibe. Os lo explicamos.

Ecoembes es el gestor único del Sistema de Integrado de Gestión (SIG) de residuos de envases plásticos en España. Consultados sobre esta cuestión, indican a Maldita.es que los tapones de estas campañas de recogida selectiva son muy aprovechables para el reciclaje. Los tapones suelen estar hechos de polietileno o polipropileno, unos materiales plásticos que “tienen valor y que suelen ser bien acogidos por las empresas recicladoras porque suelen ser de buena calidad, están bastante limpios, son fáciles de transportar, se pueden convertir en nueva materia prima para hacer nuevos tapones, cajas, material de oficina... o en algunos casos también incluso reutilizarlos”, indica Ecoembes a Maldita.es.

La empresa recicladora paga un precio de mercado por el peso de los tapones que recibe. De este modo, la ONG o fundación que ha organizado la recogida de tapones recibirá ese dinero en concepto de ‘venta del material’ de la recicladora. Esta, a su vez, “los transformará en granza, que servirá como materia prima” para fabricar otros plásticos, añade Ecoembes. La gestora única de envases plásticos recuerda que los tapones son parte de un envase doméstico y siempre van al contenedor amarillo si no se donan a campañas benéficas.

Recuerda que es importante reducir y reutilizar los residuos, además de reciclar, como ya te hemos contado en Maldita.es.

¿Qué ciudades tienen mejor calidad del aire en España?

La respuesta es que no hay una respuesta fácil. Primero hay que aclarar qué entendemos por contaminación del aire, pues hay distintos contaminantes, con efectos diferentes en la salud, y puede haber altas concentraciones de unos y bajas de otros en un mismo lugar al mismo tiempo. Los principales contaminantes son las partículas PM2,5 y PM10, el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono (O3), el monóxido de carbono (CO) y el dióxido de azufre (SO2); aunque el más utilizado como indicador para su efecto en la salud es el primero que hemos mencionado, las partículas.

¿Cuándo decimos que el aire está contaminado? Los umbrales de seguridad vigentes en la Unión Europea son menos estrictos que los recomendados actualmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 2021 los endureció porque la polución perjudica salud “en concentraciones menores de lo que se creía”. La Comisión Europea ha propuesto revisarlos para acercarlos a los indicados por la organización internacional.

Y ahora, al grano. La única clasificación oficial que de forma clara identifica las ciudades y las ordena según su nivel de contaminación es el visor de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). Está centrado en la concentración de partículas PM2,5 porque, como decimos, tienen “el mayor impacto en la salud en términos de muerte prematura y enfermedad”, y lo hace en periodos de dos años porque los efectos más graves vienen de la exposición a largo plazo. El ranking adaptado a España se activa seleccionado el país en el menú situado junto al mapa. En 2020 y 2021 las ciudades con menor concentración media de estas partículas fueron Las Palmas y Salamanca, con Granada y A Coruña en el otro extremo.

Visor de calidad del aire de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Enlace: https://www.eea.europa.eu/themes/air/urban-air-quality/european-city-air-quality-viewer

Otro lugar donde se pueden consultar todos los tipos de contaminantes en distintos años, aunque no de forma tan precisa, es el portal estadístico de calidad del aire de la AEMA. En el menú izquierdo hay que seleccionar un año, un contaminante y un país, además de annual mean / 1 calendar year para ver los valores medios anuales.

En la barra vertical que hay entre el mapa y el panel derecho se ordenan los puntos de medición según sus resultados. Desplazándote sobre ellos con el ratón, puedes sacar algunas conclusiones. Para el dióxido de nitrógeno en 2021, Elche y Torrevieja (ambas en Alicante) estuvieron incluso por debajo de los niveles de la OMS, mientras que la zona de Plaza Elíptica, en la ciudad de Madrid, destaca por su elevada contaminación. Allí se ha establecido, por cierto, una zona de bajas emisiones.

Portal estadísticos sobre calidad del aire de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Enlace: https://www.eea.europa.eu/data-and-maps/dashboards/air-quality-statistics

Hay que saber que en la contaminación influyen otros factores. “Las condiciones meteorológicas pueden determinar mucho más los niveles de contaminación que las propias fuentes”, coincide Pilar Fernández, experta en contaminación ambiental del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). Como ejemplos, cita los máximos de ozono registrados en verano y los episodios de polvo sahariano impulsados por los vientos del sur. También recuerda que el viento dispersa los contaminantes en zonas cercanas al mar, como en el Campo de Gibraltar.

Por último, aunque no es una clasificación exacta por ciudades, la experta recomienda consultar el segundo anexo del informe sobre evaluación de la calidad del aire en 2021 del Ministerio para la Transición Ecológica, que consiste en una lista con zonas (de tamaños variados) y las veces que han superado los niveles límite de contaminantes establecidos por la UE y la OMS. A escala europea, también es útil el informe publicado por la AEMA sobre 2020 y 2021. Por último, recuerda que tanto el ministerio como la agencia europea permiten consultar la calidad del aire de tu municipio en tiempo real y valorando los contaminantes principales de forma conjunta.

¿Qué acciones individuales son más eficaces contra el cambio climático en la dieta y transporte?

Una usuaria nos ha preguntado qué acciones como individuos son las más eficaces para luchar contra el cambio climático. ​​Antes de explicar qué se sabe al respecto, aclaremos que ni todo recae en el individuo ni estamos exentos de tener que actuar. Lo explica el ambientólogo y divulgador Andreu Escrivà: “Que todo no sea acciones individuales no significa que no tengamos una parcela personal con relevancia clara en mitigar el cambio climático”.

No todas las personas tienen el mismo impacto, como contaremos al final, pero vamos en primer lugar con el impacto diario de la ciudadanía en su conjunto (lo que se entiende como la demanda). El Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) en su sexto informe del año 2022 dedicado a la mitigación del cambio climático analiza cómo modificar la demanda tiene “un potencial muy elevado para reducir las emisiones: permitiría hacerlo en hasta un 70% para el año 2050”, explicó a Climática Julio Díaz-José, profesor e investigador de la Universidad Veracruzana (México) y autor principal del capítulo del IPCC sobre la demanda y los aspectos sociales de la mitigación del cambio climático.

El documento del IPCC indica que los cambios socioculturales y de estilo de vida pueden acelerar la mitigación del cambio climático aunque los cambios de comportamiento individual son insuficientes si no van acompañados de cambios estructurales y culturales. También señala que la acción colectiva y la organización social son “cruciales” para cambiar las políticas públicas de mitigación del cambio climático [págs. 3 y 4].

El informe aclara que dar prioridad a la movilidad sin coches, caminando y en bicicleta, y adoptar la movilidad eléctrica podría ahorrar muchas emisiones. “Otras opciones con gran potencial de mitigación son la reducción de los viajes en avión, el ajuste de la calefacción y la refrigeración, la reducción del uso de electrodomésticos, el cambio al transporte público y el desplazamiento del consumo hacia dietas basadas en plantas”, según el IPCC.

Primero vamos a centrarnos en lo que comemos porque el sector alimentario es causante de entre el 20 y el 40% de las emisiones totales que contribuyen al cambio climático. Y las dietas veganas y vegetarianas son más baratas, sanas y sostenibles, indicó un estudio de 2021 publicado en The Lancet Planetary Health. “A nivel científico, existe bastante certeza sobre los impactos positivos de reducir el consumo de carne. Es verdad que hay debate sobre los efectos de la eliminación total de la carne y de transitar hacia una dieta vegana, pero la realidad es que la reducción del consumo de proteínas animales beneficiaría al planeta y a la salud general de la población”, según Julio Díaz-José.

“Una dieta más sostenible debe incluir reducciones en el consumo de carne de los países de altos ingresos”, indicó a Nature Corinna Hawkes, directora del Centro de Política Alimentaria de la Universidad de la City de Londres. Por lo tanto, reducir el consumo de productos animales, y sobre todo de la carne, en la dieta es una buena forma (y sana) de reducir nuestra huella de carbono. Pero no todo los animales que comemos impactan por igual.

Por kilogramo de producto, de lejos el mayor emisor de gases de efecto invernadero es la carne de vaca, seguido por el cordero y la oveja. En cambio, la carne de cerdo tiene un impacto menor que el queso e incluso menor que algún producto vegetal como el café y el chocolate negro. La carne con menor impacto es la de ave. Los huevos contribuyen menos al cambio climático que el pescado de piscifactoría. La leche animal está al nivel del tofu y por debajo del arroz. Los productos con menor impacto en la crisis climática son los frutos secos, los cítricos, las manzanas, las patatas y las raíces alimenticias como el puerro y el hinojo, según un análisis de 50 productos alimentarios publicado en 2018 en Science.

¿Es mejor consumir en España un kiwi producido en Nueva Zelanda que un filete de vacuno local? Hannah Ritchie, científica de datos e investigadora de la Universidad de Oxford (Reino Unido) en la Oxford Martin School y jefa de investigación de la organización Our World in Data, señala que el impacto del transporte es marginal (para la mayoría de los productos es menor al 10%) en las emisiones totales respecto al de la producción de alimentos. Por lo que consumir local reduce sólo reduce ligeramente el impacto climático de tu alimentación. En cambio, Andreu Escrivà, que es autor del libro ‘Contra la sostenibilidad’, indica a Maldita.es que es partidario de consumir local y de temporada pese a la poca huella de carbono del transporte en algunos productos porque “hay que ir más allá” y hacerlo por otros motivos como “conservar el paisaje, estar más conectados a la tierra y a los cambios de estaciones”.

En cuanto a las carnes producidas de forma sostenible, comer menos carne es casi siempre mejor que comer carnes sostenibles para reducir tu huella de carbono, aunque una producción de carne más sostenible aún puede marcar una gran diferencia, indica Ritchie en Our World in Data. En Maldita.es ya hemos contado que la ganadería extensiva emite más metano, pero la intensiva, más dióxido de carbono, que permanece más tiempo en la atmósfera. También hemos explicado por qué debes tener cuidado al comparar la contribución al cambio climático de la ganadería y del transporte. Y cómo conseguir todas las proteínas que necesitas sin consumir productos de origen animal.

El 6% de las emisiones de gases invernadero viene del desperdicio alimentario. Aunque la mayoría de esta pérdida de comida ocurre en la cadena de suministro, reducir el desperdicio alimentario como consumidores es otra forma individual (y colectiva) de rebajar nuestro impacto climático.

Hablemos ahora de movilidad y transporte, que supone en torno al 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero totales. El IPCC indica [pág. 27] que el teletrabajo puede ser una herramienta importante para evitar el transporte por carretera por trabajo, pero que “su ahorro depende en gran medida de los modos, distancias y tipos de uso de la oficina que se eviten y de si se inducen desplazamientos adicionales debido a una mayor disponibilidad de tiempo o al uso del vehículo por parte de otros miembros del hogar”.

“Existe un alto potencial de mitigación al adoptar métodos de transporte activos, como caminar o moverse en bicicleta. Pero esto no depende de decisiones individuales, sino de la infraestructura y de la organización de las ciudades y del trabajo. Si el centro de trabajo está muy alejado de nuestra vivienda o el camino no es seguro, acabaremos por no hacerlo”, según el autor del IPCC Julio Díaz-José.

Los factores socioculturales pueden reducir de un 5 al 15% las emisiones del transporte por tierra de cara a 2050, según el IPCC, con la movilidad activa aportando entre un 2 y un 10% de disminución de la huella de carbono y el teletrabajo el 1% frente al 20-50% de reducción por cambios en infraestructuras y el 30-70% de cambios tecnológicos como la prohibición de los motores de combustión como los de diésel y gasolina. “Vamos a reducir los niveles de movilidad y de consumo energético de la sociedad y vamos a ver qué funciona y conviene mejor en cada caso” para optar por el teletrabajo, ir en bicicleta, en transporte público o compartiendo coche al lugar de trabajo, añade el ambientólogo Andreu Escrivà.

El País, junto con el Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), ha desarrollado una herramienta que estima cuántas emisiones puedes ahorrar con cada acción a partir de los datos de un hogar y estilo de vida concreto. Así puedes calcular si ahorras más teletrabajando o yendo en autobús al trabajo según tus circunstancias particulares. Respecto al impacto de la aviación, el IPCC estima entre un 10% y un 40% la reducción en 2050 por evitar los vuelos de larga distancia y cambiar al tren siempre que sea posible, entre otros factores socioculturales.

Para cerrar este apartado, aportemos los datos que aclaran que no todos tenemos la misma responsabilidad en la crisis climática. Por ejemplo, un milmillonario emite un millón de veces más gases de efecto invernadero que cualquier persona del 90% más pobre de la humanidad y el 1% más rico ha sido responsable de más del doble de las emisiones de carbono que la mitad más pobre de la humanidad durante los 25 años en que las emisiones alcanzaron niveles sin precedentes, según Oxfam Intermón.

Si nos centramos, por ejemplo, en las emisiones de la aviación, que contribuyen en un 3,5% al cambio climático, sólo el 1% de la población mundial es responsable de más de la mitad de las emisiones de la aviación de pasajeros y únicamente el 11% de los habitantes del planeta volaron en 2018, según un estudio publicado en la revista científica Global Environmental Change.

¿Qué acciones individuales son más eficaces contra el cambio climático en casa?

Vamos con la segunda parte. La energía utilizada en los edificios supone en torno al 17,5% de las emisiones globales. Las prácticas sociales de ahorro de energía, como cambiar la temperatura de calefacción y aires acondicionados, pueden contribuir a reducir emisiones en torno a un 15%. Acabar con las pérdidas de energía por aparatos electrónicos apagados pero en standby puede contribuir hasta un 10%, estima el IPCC.

Una revisión sistemática del año 2020 consideró 61 categorías para estimar la reducción de emisiones causadas por las actividades de consumo de los hogares. El vivir sin coche, tener una dieta basada en vegetales sin o con pocos productos animales, consumir electricidad renovable y calefacción con poca huella de carbono y tener vacaciones locales son los factores que supusieron mayor impacto en la reducción, indica el IPCC en su informe.

Resumen de todas las opciones de consumo revisadas. Los valores negativos (en la zona roja) representan el potencial de aumento de emisiones. Las x representan el potencial medio de mitigación dentro de la misma opción de consumo. Las opciones están ordenadas por el valor mediano. Enlace: https://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/ab8589 (imagen 7)

La nube, es decir, los servicios de internet que utilizamos, también tiene un impacto en el clima. En Climática han recopilado algunos consejos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por su uso, como utilizar aplicaciones de sólo audio en vez de con vídeo si vamos a escuchar música y conectarte a internet por cable en vez de por WiFi cuando sea posible, pues consume menos energía. Con el móvil, el WiFi es una mejor opción que los datos. Guardar tus archivos en tu dispositivo y no en la nube cuando sea posible también ahorra, igual que limpiar la bandeja de entrada de tu correo electrónico.

Andreu Escrivá destaca que “hay que hablar siempre de condiciones colectivas de vida para evitar que la reducción de la huella de carbono sea una cuestión de estilo de vida. Hay que hacerlo con planificación, democracia, justicia social y sí, también con implicación personal”. En la misma línea se posiciona el experto del IPCC Julio Díaz-José: “Se requieren cambios importantes a nivel político, de planificación, de infraestructura, de tecnología, de regulación… El individuo, si no forma parte de un conjunto integral de medidas, no podrá hacer gran cosa”.

“La huella de carbono es una herramienta pero no es un objetivo. Abogo por el concepto de sombra climática porque recoge mejor el resto de acciones como a quién votas, qué relación tienes con tus vecinos, si hablas del cambio climático con otras personas y el resto de cosas que también influyen pero no puedes contabilizar en una tabla de emisiones de carbono”, resume Andreu Escrivà.


Primera fecha de publicación de este artículo: 24/02/2023

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