Cada vez más usuarios recurren a ChatGPT –el chatbot conversacional impulsado por inteligencia artificial (IA) desarrollado por la empresa OpenAI– o a otros modelos de IA para consultar todo tipo de cuestiones. La última en hacerse viral en TikTok ha sido la supuesta capacidad de la IA para crear dietas “saludables” o para perder peso. Entre los muchos casos, una usuaria aseguraba en la plataforma que ChatGPT era su “nueva nutricionista”. Otra enseñaba la “dieta para bajar de peso” que le había hecho esta inteligencia artificial. Para conseguirlo solo hay que pedirle a ChatGPT que nos proponga una dieta: el chatbot nos devolverá una serie de platos y podremos pedirle, incluso, que los coloque en una tabla y los organice por días. También hay quien crea sus propios chatbots basados en GPT.
Como vemos en estos contenidos, la herramienta se ha hecho un hueco en el mundo de la nutrición y también en el del fitness. Sin embargo, los expertos alertan de que dejar nuestra salud en manos de una IA puede conllevar riesgos: ChatGPT devuelve información que puede ser errónea y no estar actualizada y, además, no tiene en cuenta factores que nos influyen a la hora de comer, como el estrés, posibles patologías o intolerancias, entre otros. Esto puede ser el punto de inflexión para desarrollar una mala relación con la comida, lo que favorece la aparición de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Los expertos sí creen que, en el futuro, la IA puede ser una herramienta que pueda facilitar el trabajo en este campo, pero insisten en que “nunca” podrá sustituir la consulta de un dietista-nutricionista.
¿Qué devuelve ChatGPT cuando se le pide una dieta para bajar de peso?
Para conseguir que ChatGPT nos haga una supuesta dieta para bajar de peso solo hay que pedírselo. Tan sencillo como preguntarle: “¿Puedes prepararme un menú semanal bajo en calorías y organizarlo en una tabla?”. La herramienta tardará segundos en crearla.
A raíz de esta dieta podremos seguir testando al chatbot pidiendo, por ejemplo, que nos elimine un alimento determinado del menú o que nos facilite la receta de alguno de los platos.
Las ideas de menú que devuelve una IA no tienen por qué ser incorrectas y puede que parezcan saludables, pero no podemos estar seguros de si se adaptan a nuestra situación personal sin consultar con un especialista. Como hemos visto en los ejemplos, ChatGPT no se detiene a preguntarnos por nuestro peso, nuestras intolerancias y alergias alimentarias o si tenemos alguna patología y debemos evitar algún alimento. Devuelve una opción genérica que no se asemeja al trabajo que haría un nutricionista, justo al contrario de lo que recomienda la evidencia científica.
¿Puede la IA sustituir a un nutricionista?
Muchas personas, cuando quieren cuidarse o bajar de peso, deciden buscar información en Internet. Hay usuarios, incluso, que recurren a TikTok en busca de consejos alimentarios. De hecho, lo más probable es que allí encuentren cientos de vídeos en los que los usuarios comparten que “ChatGPT es su nuevo nutricionista” y hablan de cómo “bajar de peso utilizando inteligencia artificial” o del “adiós a los nutricionistas”. ¿Pero puede ChatGPT realmente sustituir a los nutricionistas?
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La respuesta es no: las pautas alimentarias no son (o no deberían ser) las mismas para todas las personas que quieren cambiar sus hábitos a la hora de comer. Lo que propone ChatGPT son lo que se conoce como “dietas cajón”, una especie de modelo que dicta de forma genérica las calorías o proteínas que deberían ingerir los pacientes. Alejandra Benito, maldita y experta en nutrición y dietética, señala a Maldita.es que la herramienta puede hacer cálculos de proteínas y ofrecernos ideas de comidas y darnos recetas, pero “no puede ofrecer un tratamiento nutricional”. La IA, explica, no tendrá en cuenta factores personales que afectan a nuestra alimentación y que no controlamos, “como el ciclo menstrual, la situación hormonal, el estrés o el cansancio”.
“Si la IA es capaz de sustituir tu trabajo como nutricionista es porque probablemente te estás quedando corto en la intervención”, responde Benito de forma tajante. El trabajo del nutricionista-dietista, dice, consiste en tener en cuenta todos los factores que influyen en la salud física, emocional y mental de las personas: “No es solo la alimentación. Hay que ver, por ejemplo, cómo se relacionan con la comida. Nos adaptamos al paciente, a sus necesidades, sus gustos, sus peculiaridades o patologías. Le ayudamos con las dificultades que puedan surgir y le escuchamos para saber qué es importante para él. Eso no lo puede sustituir una IA”.
Además, Benito recuerda que el término ‘alimentación saludable’ es ambigüo. No basta, explica, con que la gente coma verdura, fruta o legumbres: “Necesitamos que la gente no se sienta culpable ni piense en compensar cuando coma algo menos sano. Que llevar una alimentación saludable no suponga un estrés añadido. Es difícil que la IA pueda ayudarnos con esto”. Es decir, tal y como se presentan las respuestas de ChatGPT, no se produce este acompañamiento emocional y psicológico.
¿A qué riesgos nos exponemos si usamos las dietas que nos ha hecho ChatGPT?
Pongámonos en el caso concreto, como propone Benito, de una persona que sufra diabetes y que quiera recurrir a ChatGPT para crear su dieta: “En situaciones tan complejas como esta es prácticamente imposible que la IA tenga en cuenta todos los factores que pueden alterar la regulación de la glucosa”. Además, ChatGPT ni siquiera nos pregunta antes de ofrecernos un menú; y, si le decimos que tenemos diabetes, intenta ajustar la respuesta.
Verónica Bolón, maldita y experta en IA por la Universidad de Coruña, incide en que el chatbot carece de un sistema de reglas para saber que, si una persona tiene una intolerancia, por ejemplo al gluten o a la lactosa, no se le debe sugerir ese alimento: “Han aprendido a imitar cuáles son los elementos típicos de una dieta y eso es lo que ofrecen”.
Benito recuerda, además, que hay muchísima información en Internet que no está contrastada o que puede ser errónea: “En alimentación encontramos prácticas que se ponen de moda y que no son recomendables”. Es el caso, por ejemplo, de batidos detox, dietas ‘milagrosas’ sin evidencia científica o propuestas alimentarias muy restrictivas. “El riesgo de que la IA haga una dieta incluyendo información errónea, sin evidencia científica o con prácticas de riesgo es alto”, resalta Benito.
Buscar este tipo de contenidos en Internet o en redes sociales puede alterar, en ocasiones, la relación que los usuarios tienen con la comida. “Muchos pueden acabar con una tormentosa relación con la comida porque ninguna herramienta les advirtió que lo que estaban haciendo era controlar en exceso la alimentación, obsesionarse, restringirse y poner en riesgo su salud física y mental”, explica Benito. En casos extremos, pueden producirse, incluso, trastornos de la conducta alimentaria (TCA), ya que seguir una dieta o controlar en exceso la alimentación son dos factores que aumentan el riesgo de padecer alguno de ellos. Con la IA, dice la experta, es mucho más fácil que la gente intente seguir dietas que no tienen en cuenta su contexto: “Entonces puede haber frustración por no ser capaz de seguirla, culpabilidad si no se consigue mantenerla e intentos infinitos para perder peso que no funcionan. Es el cóctel perfecto para desarrollar un TCA”.
En general, la experta insiste en que debemos “ser prudentes” con este tipo de programas de IA (y con cualquier sistema o app que prometa cuidar de nuestra salud y alimentación sin supervisión profesional): “Puede ser una herramienta y en un futuro nos puede servir de apoyo o facilitarnos en el trabajo, pero no sustituye a una consulta de un dietista-nutricionista”.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes las malditas Alejandra Benito, experta en nutrición y dietética, y Verónica Bolón, experta en inteligencia artificial.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 10/05/2023