Los bulos tienen consecuencias en la vida de quienes los sufren. Cuando hablamos de narrativas desinformadoras que vinculan a personas migrantes con violencia, privilegios en el acceso a ayudas sociales e, incluso, con riesgos para la salud pública, las expertas consultadas por Maldita.es hablan de repercusiones en su salud mental que definen como un “trauma racial”, pero también de un impacto en la sociedad de acogida que busca más protegerse que acoger y en la que se instala la deshumanización.
Según el último informe de la ONG Salud por Derecho, en 2024 Europa es el destino más peligroso para la salud, tanto física como mental, de las personas migrantes y el 70% de las personas detenidas en España por su situación administrativa desarrolla problemas de salud mental. Como cada año desde 1990, el 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante y en Maldita.es analizamos cómo su salud mental se ve afectada por la desinformación.
Los bulos contra las personas migrantes las deshumanizan y generan odio, según CEAR
“Inmigrantes ilegales destrozan el restaurante El Junquito (Tenerife)”, “un hombre magrebí ataca con un hacha a varios turistas en Ibiza” o “la mayoría del dinero de las ayudas para el alquiler en Castilla y León van para no españoles” son algunos de los mensajes desinformadores identificados por Maldita.es durante los últimos meses. Estos contenidos difunden narrativas que señalan a las personas migrantes como violentas o privilegiadas en el acceso a ayudas, además de otras que hablan de la migración en términos de invasión o riesgo para la salud pública.
Estas estrategias para desacreditar a las personas migrantes también las ha identificado el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) en su último informe bimestral, en el que indican que “se han detectado contenidos que promueven actitudes y narrativas antiinmigratorias”. Elena Méndez, técnica de Incidencia y Sensibilización de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), cuenta a Maldita.es que todos estos bulos y desinformaciones “conducen a la deshumanización y esta, al odio”.
Como consecuencia, las personas migrantes sufren dolor emocional y un estado permanente de alerta que se manifiesta con estrés, ansiedad e, incluso, depresión, lo que en conjunto recibe el nombre de “trauma racial”. María Ángeles Plaza, psicóloga también de CEAR, explica que este trauma “tiene un impacto muy fuerte en el sistema de creencias de las personas migrantes porque está ocasionado por otros seres humanos, rompiendo la confianza en la bondad de las personas y generando una sensación permanente de inseguridad”.
Otra de las respuestas frente a la discriminación derivada de los bulos y desinformaciones racistas es, según Elena Méndez y María Ángeles Plaza, la “indefensión aprendida”, un efecto “muy típico” del racismo y que implica “una paralización como consecuencia del encasillamiento, ya que hagan lo que hagan, les van a atacar”.
La desinformación no solo afecta a las personas migrantes, sino que también tiene impacto en la sociedad de acogida, como señala Isabella Marín Muñoz, psicóloga y miembro de la asociación de personas migrantes Mujer Diáspora: “Activa sus sistemas de alerta y la pone en un modo más de protegerse que de acoger”.
Un ejemplo de esta percepción negativa de la migración se encuentra en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de septiembre, que indica que la inmigración fue señalada como uno de los tres principales problemas de España para un 30% de los encuestados.
Generalizar sobre las personas migrantes lleva al aislamiento y la autoexigencia, según expertas de CEAR
Además de contener desinformación, las narrativas identificadas por Maldita.es se utilizan de forma homogeneizante, es decir, agrupando a toda la población migrante bajo una etiqueta: “marroquí”, “mena”, “moro”, etc. Como consecuencia, Isabella Marín señala que “hay una parte de la persona que es como si desapareciera y lo único que está presente en la interacción con el otro es, precisamente, eso con lo que la persona migrante no quiere ser asociada”.
Ante esta homogeneización, las personas pueden reaccionar de diferentes maneras, aunque lo más habitual es el aislamiento, como cuenta Elena Méndez. Así, las personas migrantes se aíslan de la sociedad de acogida porque los encasilla en un grupo, pero también se aíslan de su grupo de iguales porque no comparten los valores o creencias con los que los dibujan. La experta también añade que en estas situaciones surgen sentimientos como culpa, vergüenza, autoobservación o autoexigencia. Isabella Marín explica que se trata de un mecanismo de defensa derivado de la interiorización de estos ataques, ya que genera una sensación de control sobre la situación.
Sin embargo, no todas las personas reaccionan del mismo modo hacia los estereotipos y prejuicios. Por ejemplo, Elena Méndez dice que hay quienes se enfrentan a la discriminación a través de su normalización, adoptando una dinámica de ‘me da igual’ para evitar que el sistema nervioso se sobrecargue. Pero la experta puntualiza que esta actitud también tiene consecuencias negativas para la salud mental, ya que la normalización hace que se mantenga la discriminación, pero que no se denuncie ni se combata, y que la sobrecarga del sistema nervioso se produzca de todos modos.
Por otro lado, parte del impacto de estas narrativas y los estereotipos racistas derivados se debe a que se trata de un daño inesperado, como explica a Maldita.es María Ángeles Plaza: “Cuando las personas migrantes vienen a Europa lo hacen buscando una vida mejor no solo a nivel económico, sino también a nivel de derechos y de seguridad”. Enfrentar situaciones de racismo, como la que narra a CEAR Nawar, un joven sirio agredido por ser árabe, “rompe su sistema de creencias por ser un daño no esperado, que es más traumático”.
Todas estas situaciones de discriminación favorecen, según una investigación publicada en la revista británica The Lancet, “la supervivencia a corto plazo frente a la salud a largo plazo”. El impacto es aún mayor cuando las personas migrantes están en situación administrativa irregular, como indica Elena Méndez. Según explica, tienen “mucho más difícil acceder a la salud porque les niegan la tarjeta de salud o les hacen comentarios amparados en los bulos (“otra vez estás embarazada”, “vienes aquí a aprovecharte de la sanidad gratuita”), por lo que al final “pasan de ir al médico pese a tener más prevalencia a los problemas tanto físicos como mentales”.
Escuchar y validar las emociones del otro son herramientas para reparar el impacto del racismo en la salud mental
Las narrativas desinformadoras que generan estereotipos y prejuicios hacia las personas migrantes también tienen consecuencias en el día a día. Un ejemplo identificado por Maldita.es es el linchamiento de un hombre en la Línea de la Concepción (Cádiz) después de que se difundiese el bulo de que era “magrebí” y que formaba parte de una “mafia secuestradora de niños”.
También son un obstáculo en situaciones cotidianas como acceder al alquiler de un piso o conseguir un trabajo. Isabella Marín explica que estos estereotipos que homogenizan “complejizan aún más el proceso migratorio”, de manera que, “si vas a una entrevista de trabajo siendo musulmana, lo primero y único que van a ver es el hiyab, no todo lo que hay detrás”.
Estas situaciones alimentan el “trauma racial” y la pérdida de confianza en el otro, por lo que es importante disponer de herramientas que ayuden a reparar el daño. María Ángeles Plaza señala que “un vínculo que se rompe en conexión con los demás, solo puede repararse en conexión con los demás”.
La psicóloga destaca la importancia de juntarse con otras personas que te crean, validen y escuchen. Además, Elena Méndez añade que esta labor colectiva de acompañamiento es especialmente importante porque denunciar situaciones de discriminación racista no está al alcance de todas las personas, sobre todo para aquellas en situación administrativa irregular: “Es importante estar ahí [la sociedad de acogida], acompañando, preguntando qué necesitan las personas migrantes y, sobre todo, huir del paternalismo”.
También desde una perspectiva colectiva, Isabella Marín menciona los espacios interculturales en los que la migración no sea el tema central como una vía para tejer redes seguras en la sociedad de acogida, como clases de biodanza.
Por último, las expertas coinciden en que los espacios de atención profesional son una parte importante del proceso de sanación, pero la falta de recursos es una traba con la que se encuentran muchas de las personas migrantes. Elena Méndez cuenta que en el teléfono 021 para víctimas de discriminación racial pueden ofrecer “ayuda a nivel jurídico y orientación sobre qué herramientas hay para abordar un problema, pero muchas personas piden ayuda psicológica y actualmente, este servicio no la ofrece”.