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“Jovenlandia”, “pelobrócoli” o “pagapensiones”: el uso del lenguaje para influir en el imaginario colectivo sobre la migración

Publicado
Claves
  • Términos como “jovenlandia”, “pelobrócoli”, “pagapensiones” o “nocomejamón” han ganado presencia en redes sociales para referirse a personas migrantes y racializadas en contenidos desinformadores
  • Las expertas consultadas por Maldita.es aseguran que este lenguaje influye en el comportamiento de los ciudadanos hacia la migración
  • El Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (OBERAXE) indica que estas expresiones son códigos lingüísticos que promueven mensajes de odio con el propósito de no ser detectados por el público general

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Entras a Twitter (ahora X) y deslizas hacia abajo en tu pantalla: “Madrid, barrio de Lavapiés. Un pagapensiones le hurta el móvil a un hombre”. Sigues deslizando. “España. Un grupo de jovenlandeses-pelobrócoli trata de robar a un turista y a su novia”, “Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Un ‘joven’ de Jovenlandia sigue a un anciano hasta que entra en el portal de su domicilio y aprovecha para quitarle la cartera”. 

Estas expresiones se usan para referirse a personas inmigrantes en contenidos desinformadores y vincularlas con criminalidad y delincuencia en Europa. Las expertas consultadas aseguran que el lenguaje influye en el comportamiento de los ciudadanos hacia fenómenos sociales, como la migración. Desde el Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (OBERAXE) indican a Maldita.es que estos términos funcionan a modo de dogwhistle (silbato para perros), es decir, códigos lingüísticos que actúan como dobles sentidos para promover mensajes de odio con el propósito de no ser detectados en las redes sociales por el público general

Son expresiones usadas en contenidos desinformadores para referirse a jóvenes inmigrantes 

El uso de los términos “jovenlandés”, “pagapensiones”, “pelobrócoli” y “nocomejamón” en las redes sociales ha evolucionado a lo largo de los años. Se emplean para referirse a personas migrantes en contenidos desinformadores y vincularlas con la criminalidad y delincuencia de Europa. Ya en 2019 vimos algunas desinformaciones que hablaban de “agresores con ascendencia o descendencia jovenlandesa” atacando un furgón policial supuestamente en Francia. Otras publicaciones que se han difundido aseguran que “dos jovenlandeses” intentaron quemar un coche con gasolina o que un grupo de “Jovenlandia” golpeó un coche policial en Italia.

El 6 de marzo de 2024, en respuesta a un usuario de X, la Real Academia Española (RAE) aseguró que “Jovenlandia/jovenlandés” se utiliza para aludir “a jóvenes de origen extranjero que aparecen en noticias, generalmente como (presuntos) autores de delitos, y cuya nacionalidad se obvia”. 

Respuesta de la RAE a un usuario en la red social Twitter (ahora X). 

Cristina Ortega, periodista, profesora de Derecho de la Información en la Universidad Miguel Hernández de Elche y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, asegura que identificar la nacionalidad en los titulares contribuye a crear discriminación hacia las personas migrantes y a reforzar estereotipos, como asociar a las personas migrantes a la delincuencia o falta de seguridad nacional.

“Pagapensiones” se usa como “crítica” al argumento de que las personas inmigrantes que vienen a España podrán ayudar a pagar las pensiones ante la baja natalidad del país. Esta palabra se ha utilizado en contenidos desinformadores desde, al menos, 2019 para afirmar que los inmigrantes se aprovechan del sistema de España. 

Por su parte, el término “pelobrócoli” es un ataque a la apariencia física, en concreto el pelo, de las personas de origen magrebí. La expresión “nocomejamón” se usa en referencia a los musulmanes, por el hecho de que el Islam no permite comer productos procedentes del cerco, como el jamón. 

El lenguaje contribuye a crear “sociedades de consenso o de miedo y exclusión”, según los expertos

En el caso de las expresiones “pagapensiones”, “pelobrócoli” y “nocomejamón” estaríamos ante eufemismos, afirma Marta de Pedis, psicolingüista y maldita. Un eufemismo es un fenómeno lingüístico para sustituir una palabra por otra porque la primera genera incomodidad. 

Estos eufemismos, en este caso, se utilizan de forma peyorativa porque subrayan los “defectos” de las personas migrantes para resaltar la superioridad y la dominancia de la persona que utiliza esas expresiones sobre lo que se menciona, añade. En esta misma línea, Tiberio Feliz, lingüista y profesor de Didáctica en la UNED, explica que estas palabras manifiestan prejuicios, reflejan desconocimiento y utilizan estereotipos, como el pelo, para manipular la realidad. 

De Pedis asegura que las razones por las que se crean y utilizan los eufemismos son de carácter psicológico y social, y tienen que ver con una "identificación mágica" entre el objeto y la palabra. De esta forma, solo con nombrar la palabra, el objeto aparece y toma forma en nuestra mente.

El lenguaje influye en el comportamiento de los ciudadanos hacia fenómenos sociales, como la migración, en cómo la comprenden y cómo se relacionan con los migrantes, explica Ortega. Además, afirma que las palabras contribuyen a crear sociedades de consenso mediante términos inclusivos y respetuosos; o sociedades de miedo y exclusión mediante términos que rechazan y señalan la diferencia.

Los mensajes se adaptan para evitar los filtros de las redes que detectan discursos de odio 

Cada red social y plataforma establece sus propios criterios sobre la moderación del contenido que se puede compartir en ellas. Por eso, estos mensajes se adaptan con la intención de “burlar los filtros y algoritmos que establecen las redes sociales para frenar el odio”, asegura Ortega. En vez de usar palabras insultantes o peyorativas, que podrían ser identificadas y censuradas por las plataformas, la profesora de Derecho a la Información explica que se utilizan términos como “jovenlandés” o “pelobrócoli” que el algoritmo no puede detectar “para seguir sembrando discriminación y racismo”.

Según las normas de la comunidad de X, en la red social no está permitido atacar o amenazar directamente a una persona o a un grupo si forma parte de lo que denominan “categoría protegida”. Es decir, por motivo de su raza, origen étnico, origen nacional, pertenencia a una casta, orientación sexual, género, identidad de género, afiliación religiosa, edad, discapacidad o enfermedad grave. La plataforma aclara que no permite contenidos con referencias a la violencia o al odio, a la incitación del miedo y la discriminación, con insultos y tópicos que refuercen estereotipos y contenidos que deshumanicen. 

TikTok explica en su web que no permite “ningún discurso o comportamiento de odio, ni apología de ideologías basadas en el odio”. Meta, por su parte, especifica que “suprime el lenguaje que incita al odio”. Ambas plataformas no autorizan publicaciones con ataques, amenazas, deshumanización o degradaciones contra una persona o conjunto de personas por los mismos motivos que X. 

Esto es la teoría; en la práctica, muchos de los contenidos que no pasarían estos filtros siguen publicados en las redes sociales. Una de las labores que desempeña el Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (OBERAXE) es la monitorización diaria de discursos de odio en redes sociales, como en YouTube, Twitter, Facebook, Instagram y TikTok. El observatorio asegura a Maldita.es que tienen identificados estos términos en un glosario de palabras clave por su “gran presencia” en las redes sociales y porque “aparecen de forma recurrente vinculados a contenidos de discurso de odio”.

Desde OBERAXE afirman que han dado aviso a algunas plataformas de estas expresiones, y dicen que algunas de ellas las han incorporado a sus sistemas de moderación automatizada. Sin embargo, especifican que, por lo general, las redes sociales no retiran las publicaciones donde aparecen estos términos de forma aislada, “sin ir acompañadas de otras expresiones que sí puedan constituir discurso de odio”. 

Aunque no se puede obligar a las plataformas a monitorizar todo lo que se publica ni son responsables de contenidos dañinos, que promuevan el odio o la discriminación, sobre los que no tienen constancia, la Ley de Servicios Digitales (DSA) exige a las grandes plataformas que realicen informes anuales y públicos sobre sus políticas de moderación, y establezca canales en los que los usuarios puedan denunciar este tipo de publicaciones.

En definitiva, la difusión de estos términos funciona como “un mecanismo rápido de reconocimiento entre los usuarios que promueven discurso de odio”, explican desde OBERAXE. De esta manera, quienes las usan “ven su discurso reforzado” al ver que estas palabras son compartidas por más personas, concluye el organismo. 

En este artículo han colaborado con sus superpoderes las malditas Cristina Ortega Giménez, profesora de Derecho de la Información y periodista, y Marta De Pedis, investigadora en psicolingüística. 

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