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MALDITO BULO

Por qué el "informe" y el "estudio" argentinos que dicen haber detectado "elementos químicos no declarados" en las vacunas contra la COVID-19 no están respaldados científicamente

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  • Documentos y entrevistas sostienen que científicas argentinas han descubierto que las vacunas COVID-19 contienen elementos químicos no declarados que perjudican la salud
  • Uno de los documentos no es un estudio publicado en una revista científica ni ha sido revisado por pares
  • El otro se ha publicado en una revista que critica las vacunas contra la COVID-19, sin estándares de calidad y con numerosos fallos, según un experto consultado por Maldita.es

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Qué se dice: Se difunden contenidos, como una entrevista que cita a un supuesto informe y a un supuesto paper, que aseguran que científicos argentinos detectaron elementos químicos no declarados en vacunas COVID-19. 

Qué narrativa difunde: Estas afirmaciones forman parte de la supuesta idea de que las vacunas son perjudiciales para la salud porque contienen sustancias supuestamente tóxicas distintas de las que se indican en su ficha técnica. Por ejemplo, grafeno.

Verificación: Uno de los documentos que citan los contenidos no es un estudio publicado en una revista científica ni ha sido revisado por pares, mientras que el otro se ha publicado en una revista que critica a las vacunas contra la COVID-19, sin estándares de calidad y con numerosos fallos en el documento, según un experto consultado por Maldita.es.

El supuesto informe no se ha publicado en una revista científica ni ha sido revisado

Uno de los informes que se utilizan para afirmar que supuestamente se han encontrado elementos químicos “tóxicos” no declarados en 65 viales de seis marcas de vacunas contra la COVID-19, ni es un estudio publicado en una revista científica ni ha sido revisado por pares.

Tanto este como un segundo documento mencionado durante las imágenes, están elaborados por dos personas, Marcela Sangorrin y Lorena Diblasi, que supuestamente habrían encontrado en estas vacunas metales pesados, como el arsénico, según declaraba Sangorrin en una entrevista. Ambas trabajan en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet).

Hemos contactado al Conicet para saber si avalan los informes de Sangorrin y Diblasi sin que hayan respondido a la hora de publicar este artículo.

El otro documento citado ha sido publicado en una revista que critica las vacunas contra la COVID-19

El otro documento que citan los contenidos que se comparten, cuyas autoras también son Sangorrin, DiBlasi, aparte de dos personas más, fue publicado en International Journal of Vaccine Theory, Practice and Research (Revista internacional de Teoría, Práctica e Investigación sobre Vacunas), que se define como “una revista académica revisada por pares y de acceso abierto sobre el desarrollo, la distribución y el seguimiento de las vacunas y sus componentes”. Para publicar en ella se pide una tarifa de 300 dólares estadounidenses por hasta 15 páginas o 20 dólares por página.

Pero esta revista no está indexada por PubMed, la base de datos bibliográficos más utilizada para buscar literatura biomédica. “Los criterios de revisión por pares y las cualificaciones de los revisores o árbitros varían”, aclara PubMed.

Un análisis de la web de la revista muestra que el equipo editorial está liderado por un lingüista y exprofesor de una universidad estadounidense quien en 2010 copublicó un libro donde defendía el bulo sobre la relación entre las vacunas y el autismo.

El editor senior de la publicación, Christopher Shaw, es un oftalmólogo en la Universidad de Columbia Británica, coautor de dos artículos de 2011 en los que se cuestiona la seguridad de los adyuvantes de aluminio que se añaden a muchas vacunas para aumentar la respuesta inmunitaria. El Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) los revisó y concluyó que presentaban graves defectos. Ambas fueron trabajos financiados por organizaciones que cuestionan la seguridad de las vacunas.

“El consejo editorial es una broma”, declaró Matti Sällberg, catedrático de análisis biomédico del Karolinska Institutet de Estocolmo (Suecia) a los fact-checkers irlandeses de Logically Facts, miembros como Maldita.es de la International Fact-Checking Network (IFCN). “Ninguno de los editores o editores asociados son científicos de buena reputación. Algunos ni siquiera están en el ámbito del título de la revista”, añadió. New Lines Magazine dedicó una publicación a las posturas antivacunas y contrarias a la evidencia científica actual de otros miembros del equipo editorial.

Ya desmentimos el bulo que afirmaba que Japón había declarado el estado de emergencia tras hallarse “nanobots” en 96 millones de ciudadanos inoculados con la vacuna contra la COVID-19. La desinformación se basaba en un texto también publicado en International Journal of Vaccine Theory, Practice, and Research. 

Un “artículo de opinión” disfrazado de ‘paper’, según un  experto consultado, y sin muestra control

Lo publicado en International Journal of Vaccine Theory, Practice, and Research se trata de un “artículo de opinión” y no un paper (estudio científico) “aunque lo parezca”, destaca a Maldita.es el experto de ensayos clínicos y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, Roger Solanas. En primer lugar, el documento “no es objetivo” porque en el resumen “ya muestra que los autores están en contra de las vacunas Covid”: “Un paper no se posiciona, simplemente expone lo hallado y en las conclusiones valora los resultados”, indica el experto. Sin embargo, en la primera línea del documento puede leerse lo siguiente: “Las vacunas experimentales supuestamente inventadas para combatir la COVID-19 se impusieron coercitivamente a la población mundial a partir de finales de 2020”.

Además, la muestra está compuesta por 33 viales de distintas marcas y lotes, lo que supone una muestra “pequeña, no homogénea y sin una metodología clara”, añade Solanas. Tampoco se indica que se haya usado una muestra control. “Para que los resultados fuesen verdaderamente objetivos y válidos habría que haber obtenido un vial igual que cada uno de los viales evaluados pero sin ningún componente de la vacuna”, destaca el experto.

“No sigue ni tan siquiera la estructura adecuada de un trabajo científico. La terminología, la metodología y el contenido, los resultados, análisis e imágenes son inadecuadas”, explica a Maldita.es Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), director científico del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) y maldito que nos ha donado sus superpoderes.

Respecto a los resultados del documento, Solanas afirma que los metales encontrados “están en proporciones bajísimas”. Además, como señala el experto, las referencias, en vez de incluir las investigaciones en las que este trabajo debería haberse sustentado, son canales de Telegram, videos de Youtube, libros autopublicados, páginas web de “revistas alternativas”, noticias, artículos científicos que nada tienen que ver con el tema tratado o incluso experimentos caseros.

Sobre la metodología, Nájera indica que “no es posible, con el equipamiento utilizado, ver átomos individuales”. Además, la mención de estructuras morfológicas como "pulpos" o "gusanos" es poco científica. “Este tipo de descripciones deben evitarse o ser respaldadas con imágenes claras, análisis cuantitativo y explicaciones racionales. Se trata de un esperpento”, concluye Nájera.

Por último, en las conclusiones del estudio, en lugar de indicar las fuentes de estos posibles metales y “extraer una conclusión lógica, solamente reafirman ideas preconcebidas: que las vacunas son malas, y que su estudio lo demuestra”, destaca Roger Solanas.

El resumen de Solanas sobre los documentos mencionados es que parecen ser el resultado de que se haya utilizado un espectrómetro de masas  y metido unas gotas del contenido de 33 viales diferentes de la vacuna del COVID-19 de distintas marcas sin utilizar un "blanco" (o muestra de control). El resultado es la detección de impurezas que aparentemente formarían parte de la composición del fármaco, “sin valorar si estas podrían estar en el aire del laboratorio, en el agua usada para diluir la muestra, en el polvo del propio aparato”, cuya conclusión, aun así, es que “nos están envenenando”, concluye Solanas.

Citan un “informe” que no demuestra que la vacuna contra la COVID-19 lleve óxido de grafeno

Entre la bibliografía citada durante la entrevista, se menciona un “informe provisional” de 2021 del profesor de la Universidad de Almería (UAL) Pablo Campra, en el que afirma haber encontrado óxido de grafeno en una vacuna de Pfizer contra la COVID-19. Sin embargo, como ya contamos, este documento ni es un informe de la UAL, como señalaban algunos contenidos, ni demuestra que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer contenga óxido de grafeno. La UAL emitió un comunicado en el que aclaraba que no suscribían sus conclusiones y explicaban que se desconocía el origen del vial analizado y que el informe no aportaba datos sobre su "trazabilidad". La trazabilidad, que permite conocer de dónde viene una determinada muestra, es un requisito fundamental de la investigación científica.

El “turbo cáncer” y otra lista de inexistentes efectos secundarios de las vacunas COVID-19

Sangorrin añade durante la entrevista que el motivo para analizar las vacunas COVID-19 fue “encontrar explicación a tantos efectos adversos que aparecían” tras la vacunación, como magnetismo, problemas de infertilidad, muertes súbitas y “turbo cáncer”. Además, menciona la supuesta lista de Pfizer en la que la farmacéutica supuestamente admitía 1.291 efectos secundarios de su vacuna COVID-19.

El documento de Pfizer con 1.291 efectos secundarios lo que en realidad recoge son los efectos adversos que la compañía propone buscar a los organismos de farmacovigilancia tras la aprobación de su vacuna, no los efectos secundarios confirmados por este fármaco. Tampoco hay evidencias de que las vacunas COVID-19 aumenten el riesgo de cáncer. El “turbo cáncer” no es un término científico o médico, sino un concepto acuñado por narrativas antivacunas.

Además, hay literatura científica que desmiente que estas vacunas afecten a la fertilidad. Los datos también desmienten que las vacunas hayan aumentado las muertes súbitas: los muertos por miocarditis, pericarditis, enfermedades “súbitas”, del corazón y cerebrovasculares no han aumentado en España significativamente respecto a 2021 e incluso algunos han descendido.

Para la redacción de este artículo, nos ha prestado sus superpoderes el experto de ensayos clínicos Roger Solanas y Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Castilla-La Mancha y codirector del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).

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