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La narrativa desinformadora que vincula la vacuna COVID-19 de Pfizer, el virus SV40 y el inexistente "turbo cáncer"

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Claves
  • Contenidos en redes dicen que la vacuna contra la COVID-19 contiene partes de la secuencia de un virus, el SV40, “que provoca turbo cáncer”
  • La vacuna de Pfizer se hace con algunos fragmentos del código genético del SV40, pero eso no quiere decir que el virus esté en ella. Tampoco tiene capacidad de causar cáncer
  • No hay evidencias de que las vacunas COVID-19 aumenten el riesgo de cáncer
  • “Turbo cáncer” no es un término científico o médico, sino un concepto acuñado por narrativas antivacunas
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"Las vacunas covid contienen DNA que provoca turbo cáncer". Contenidos en redes sociales afirman que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer tiene partes de material genético del virus SV40, y que este, en teoría, tiene la capacidad de causar enfermedades oncológicas. Añaden, además, que estos fármacos preventivos causan cáncer.

La vacuna de Pfizer se hace a partir de fragmentos pequeños del código genético de SV40, pero esto no quiere decir que el virus esté “dentro” del fármaco. Además, no hay evidencias de que las vacunas COVID-19 aumenten el riesgo de cáncer. Por último, “turbo cáncer” es un concepto que los antivacunas usan para desinformar sobre estos productos sanitarios, y no un término científico o médico. Esta narrativa desinformadora ha sido verificada por miembros de la International Fact-Checking Network (IFCN), de la que Maldita.es forma parte, como AP Fact Check o FactCheck.org. Republicamos parcialmente el contenido de Factchequeado, iniciativa de Maldita.es y Chequeado contra la desinformación en Estados Unidos.

Qué sabemos del virus SV40: sin pruebas de que cause cáncer en humanos

El virus SV40 —también llamado virus símico 40— puede infectar a algunos tipos de monos y a los seres humanos, según el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos. Ahora bien, en base a la evidencia científica actual, las consecuencias demostradas a raíz de la infección en unos u otros no son las mismas: “Si bien se demostró que el virus causa cáncer en animales de laboratorio, no hay pruebas de que cause cáncer en las personas”.

Gene Olinger, profesor adjunto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (Estados Unidos) y asesor científico jefe de la organización de investigación MRIGlobal, explicaba a Factchequeado que el SV40 rara vez se ve en humanos y, a menudo, “se asocia con personas que viven con o cerca del huésped natural del virus, los monos”.

La vacuna no contiene el virus SV40, partículas de virus ni componentes vivos

La vacuna contra la COVID-19 de Pfizer se hace con partes del código genético del virus SV40 —explicamos más sobre ello a continuación—. Pero esto no significa que el virus esté en la vacuna.

Según explicaba a Factchequeado Scott Kenney, profesor de Virología en la Universidad Estatal de Ohio, el fármaco “necesitaría tener casi todos los 5.234 nucleótidos [la estructura básica de los ácidos nucleicos] que componen el genoma de SV40”. En su lugar, la especie de plantilla de ADN con la que se hace la vacuna “únicamente contiene 150 nucleótidos del SV40, un 2,8% del genoma del virus”.

Este 2,8%, insiste, “no tiene la capacidad de reproducir el virus o las proteínas del virus”, por lo que “no debe considerarse un virus SV40”.

Es posible consultar la lista de ingredientes de la vacuna de Pfizer en su ficha técnica. En ella no se encuentra ninguna mención al SV40, ya que es una especie de plantilla de ADN la que emplea parte de la secuencia de este virus para fabricar el ARN mensajero, y no el propio producto farmacológico en sí.

Qué significa que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer use fragmentos pequeños del código genético del SV40 y qué utilidad tiene

Los contenidos en redes dicen que la vacuna de Pfizer contiene “partes de la secuencia de SV40”, bien por “contaminación” de los viales, bien a propósito.

Kenney precisa que la plantilla de ADN que sirve para hacer la vacuna “contiene partes de la secuencia genética SV40”, pero insiste en que “no es el virus completo, sino fragmentos muy pequeños de código genético, que ni siquiera producen una proteína”.

Portavoces de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, siglas en inglés) y de Pfizer han explicado a FactCheck.org que se emplean “partes específicas y no infecciosas de la secuencia del SV40”, algo “habitual en la industria farmacéutica”.

¿Por qué se utiliza una secuencia del SV40 en la vacuna? Kenney resume que algunas partes de este virus llevan estudiándose desde 1959: “Sabemos cómo funciona cierta maquinaria genética y la usamos para crear funciones específicas”. En este caso, hace falta para la transcripción, el proceso de transformar el ADN en moléculas de ARN que se utilizarán en la vacuna, que emplea la tecnología ARN mensajero.

Brett Lindenbach, profesor asociado de Patogénesis Microbiana y de Medicina Comparada de la Escuela de Medicina de Yale (Estados Unidos), indicaba a Factchequeado que esta vacuna “no contiene ningún fragmento capaz de causar cáncer del SV40”. Barry Milavetz, biólogo molecular que estudia el SV40 en la Universidad de North Dakota (Estados Unidos), comentaba a FactCheck.org que es “muy poco probable que el ADN residual se integre al genoma de una persona, y si lo hace, es aún menos probable que cause cancer”.

No hay evidencias de que la vacuna contra la COVID-19 aumente el riesgo de cáncer

Además de indicar que la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 contiene “partes de la secuencia de SV40”, los contenidos dicen que en los últimos años se ha producido un “aumento inexplicable del cáncer”. De hecho, algunas publicaciones adjuntan capturas de pantalla de noticias sobre el incremento de casos de algunos tipos de cáncer entre los jóvenes.

Para abordar ese “aumento del cáncer”, acudimos a una revisión publicada en la revista científica Nature en septiembre de 2022. Este trabajo concluye que la incidencia de ciertos tipos de cáncer de aparición temprana (diagnosticados antes de los 50 años) ha aumentado en varios países durante las últimas décadas, en parte por el mayor uso de programas de detección, según los autores. En ningún momento se cita a las vacunas COVID-19 entre las posibles razones. También parecen haber influido “los cambios en la dieta, el estilo de vida, la obesidad, el medio ambiente y el microbioma”.

Así, no hay indicios de que las vacunas contra la COVID-19 aumente el riesgo de cáncer, ni la de Pfizer ni ninguna de las aprobadas, según explica el Instituto del Cáncer de Estados Unidos. Aparte de esta falta de evidencias, las vacunas contra la COVID-19 no tienen capacidad de modificar el código genético de una persona.

Las vacunas contra la COVID-19 son seguras y efectivas y fueron evaluadas en varios miles de participantes de ensayos clínicos, como indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, siglas en inglés). Las vacunas cumplieron con rigurosos estándares científicos de seguridad, efectividad y calidad de fabricación antes de ser aprobadas y siguen siendo monitorizadas para detectar cualquier problema que pueda ocurrir años después de su comercialización, explica la EMA.

“Turbo cáncer” no es un término médico o científico, sino un concepto acuñado por antivacunas

Aprovechando esta narrativa, quienes comparten la desinformación que vincula la vacuna COVID-19 de Pfizer y el virus SV40 afirman que este producto sanitario tiene la capacidad de causar “turbo cáncer”. Sin embargo, “turbo cáncer” no es un término médico o científico que indique un problema de salud específico o síndrome. No aparece en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) y en repositorios de literatura científica como PubMed o Google Scholar únicamente aparece como ejemplo desinformación, malas práctica éticas o citado expresamente para desvincularse de este término.

Según explica la página Science-Based Medicine, no es la primera vez que se intenta vincular maliciosamente las enfermedades oncológicas con una vacuna. Las de la polio, precisamente, sufrieron contaminaciones con SV40 en el 10-30% de sus viales distribuidos entre 1955 y 1963, explican los CDC. Esto alimentó rumores que relacionaban estas vacunas con la capacidad de aumentar el riesgo de cáncer. Numerosa literatura científica ha comprobado, décadas después, que las vacunas supuestamente contaminadas no aumentaron los índices de cáncer.

David Gorski, profesor de Cirugía y Oncología en la Universidad Estatal de Wayne (Estados Unidos) y autor de la web Science-Based Medicine, explica que el término “turbo cáncer” se emplea en narrativas antivacunas haciendo referencia a un supuesto “aumento excesivo” de los casos de cáncer por la vacunación (narrativa que hemos desmentido en Maldita.es); o casos singulares de pacientes que desarrollan un tipo de cáncer agresivo después de recibir una vacuna COVID-19, confundiendo correlación con causalidad.

Otros verificadores de la IFCN han desmentido narrativas que emplean el término “turbo cáncer”: Reuters Fact Check, FactCheck.org o USA Today.

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