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MALDITO BULO

Cuidado con el contenido que afirma que las vacunas de ARNm deberían suspenderse por contaminar las donaciones de sangre: es un artículo sin revisión científica, tiene numerosos fallos y ha sido financiado por asociaciones antivacunas

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  • Se están difundiendo contenidos que asegura que las vacunas de ARNm deberían suspenderse por supuestamente contaminar bancos de sangre
  • Se basan en un preprint, un trabajo que no ha pasado la revisión científica necesaria para ser publicado y está financiado por asociaciones antivacunas
  • Las conclusiones de los autores no se sustentan ni en datos ni en los artículos que mencionan, según los expertos consultados por Maldita.es

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“Vacunas de ARNm deberían suspenderse tras preocupación de contaminación de bancos de sangre”, afirma un contenido viral. La publicación hace referencia a un preprint (un trabajo que no ha pasado la necesaria revisión por parte de otros científicos independientes para ser publicado) y los expertos consultados por Maldita.es señalan varios fallos en el documento que desacreditan su contenido, como sacar conclusiones no basadas en los estudios que cita y la baja calidad de la literatura científica revisada. Además, el trabajo está financiado por asociaciones antivacunas, con las que tiene relación al menos uno de sus autores.

Lo que afirma el texto y por qué tenemos que tener cuidado con él

Preocupación por las transfusiones de productos sanguíneos procedentes de receptores de vacunas genéticas y propuestas de medidas específicas’ se titula el artículo publicado en preprints.org en marzo de 2024. Como hemos explicado, el documento no ha pasado la necesaria revisión previa a ser publicado en una revista científica, algo que no invalidaría necesariamente sus conclusiones, pero sí hace necesario tomarlas con cautela. 

Este texto es una revisión de varias publicaciones científicas que concluye que la proteína S, la parte del coronavirus SARS-Cov-2 en que se basan la mayoría de las vacunas contra la COVID-19, es supuestamente tóxica y, por lo tanto, se debe regular la donación de sangre de personas que han recibido estas vacunas y también las que padecen covid persistente.

Isabel Solá, viróloga del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), explica que en este trabajo sus autores no han investigado, sino revisado artículos de otros autores, “que interpretan de forma muy tendenciosa” y con un rigor que “deja mucho que desear”. África González, catedrática de Inmunología de la Universidade de Vigo y expresidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), coincide en que el documento no es en realidad un estudio científico y añade que sus autores “no demuestran nada”.

Algunos de los errores del documento, según los expertos consultados por Maldita.es

En su argumentación, los autores del texto mezclan los efectos de las vacunas (a veces de las basadas en la tecnología del ARN mensajero pero también de otros tipos de vacunas), con los efectos del propio virus causante de la COVID-19, según explica a Maldita.es Marcos López de Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) y director científico del Instituto de Investigación Valdecilla. El experto añade que si las conclusiones alarmantes del texto fueran ciertas, con todos los donantes ya vacunados que hay en el mundo, “habría una gran incidencia de eventos de trombos, y no la hay”. 

Aunque, para argumentar ese supuesto riesgo de trombosis, el preprint cita varios artículos, la mayor parte de las referencias que hacen estos son a otro tipo de vacunas (con adenovirus). Uno de los artículos citados que sí incluye y se refiere a vacunas de ARN mensajero lo hace en base a únicamente  tres casos, lo que supone “un porcentaje ínfimo del número de vacunados”, como apunta la viróloga Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología. La experta añade que habría que conocer los antecedentes y condiciones de esas tres personas para saber por qué sufrieron ese problema tras vacunarse. Ocurre lo mismo con otro de los riesgos que menciona el trabajo, el de la miocarditis en gente joven, un fenómeno raro que ocurre a menos de una persona por cada 100.000, como apunta Solá. Sin embargo, los autores de este documento no mencionan la incidencia, que impide contextualizar los apuntes que ellos mismos incluyen. 

Un tercer efecto negativo que supuestamente podría causar la donación y transfusión de sangre de personas vacunadas según este documento es un plegamiento anómalo de las proteínas, causado por esa proteína S, pero lo hacen “citando un artículo que estudia individuos infectados, no vacunados”, añade Solá. 

Por último, los autores hablan de un fenómeno (aumento de la infección mediada por anticuerpos o ADE, por sus siglas en inglés) “apoyándose en artículos del comienzo de la pandemia, cuando ni siquiera existían las vacunas, en los que se habla de esta posibilidad teórica”, pero esto es algo que no se ha observado en la práctica en ninguna de las vacunas autorizadas.

La supuesta toxicidad de la proteína S no está probada en los estudios citados

El preprint asegura que, en teoría, “ya no habría ninguna duda de que la proteína S utilizada como antígeno en las vacunas genéticas fuese en sí misma tóxica”. Para argumentar esta afirmación, cita varios artículos que, sin embargo, no permiten llegar a tales conclusiones, según las expertas consultadas.

  • Un ejemplo es un artículo de 2023 que encontró ARN mensajero procedente de estas vacunas en los ganglios linfáticos y el corazón de 20 pacientes que murieron 30 días tras la vacunación. Ahora bien, en este trabajo los autores señalan claramente que “ninguno de los pacientes murió a causa de la vacunación” y en el que subrayan la limitación de haber contando con una muestra de tan solo 20 pacientes vacunados. 

  • Otro de los trabajos que utiliza el preprint para argumentar sus conclusiones dice, en teoría, que la evidencia sugeriría que el ARN mensajero se puede convertir en ADN y así integrarse en nuestro genoma. Sin embargo y según aclara Solá, “no hay ninguna evidencia de que esto sea así”. 

  • Un tercer estudio menciona esta supuesta toxicidad, pero no a partir de observaciones en humanos, sino de estudios en células cultivadas o in vitro. Que un estudio se base en este tipo de observaciones no invalida sus conclusiones, pero tampoco permite extrapolarlas a personas: es solo un primer paso y dista mucho de confirmar que fueran a darse los mismos efectos en la aplicación real sobre seres humanos de un tratamiento o medicamento. 

  • El último de ellos, según afirma Sonia Zúñiga, “es prácticamente un artículo de opinión” que mezcla la covid persistente con el supuesto “daño inducido por la vacunación” pese a ser dos cosas que no tienen nada que ver entre sí. 

Un trabajo financiado por asociaciones antivacunas

El trabajo ha sido financiado por miembros de la Sociedad Japonesa por las Complicaciones relacionadas con las Vacunas y la Asociación Médica Voluntaria, un colectivo japonés de trabajadores sanitarios fundado en 2022 para oponerse a la vacunación contra la COVID-19. El autor principal, Jun Ueda, de la Universidad Médica de Asahiwaka (Japón), es miembro de la propia Sociedad Japonesa por las Complicaciones relacionadas con las Vacunas, pero no declara ningún conflicto de intereses en el trabajo.

Pese a ello, Masanori Fukushima, profesor emérito de la Universidad de Kioto y coautor del trabajo, afirma a Maldita.es que nunca han recibido apoyo financiero de ninguna organización para la labor y que se trata de “un trabajo colaborativo y voluntario”.

Por lo tanto, como indican los expertos consultados por Maldita.es, el preprint al que hacen referencia los diferentes contenidos desinformadores para alertar sobre el supuesto peligro que supondría la transfusión de sangre de personas vacunadas contra la COVID-19 es en realidad un trabajo no revisado por la comunidad científica que saca conclusiones exageradas o incorrectas en base a otros estudios de baja calidad por sus limitaciones y metodología. “Hasta que no se demuestre lo contrario con ensayos bien realizados, no hay ningún dato que indique que una persona vacunada contra la COVID-19 no pueda donar sangre”, concluye González. Además, el trabajo ha sido financiado por asociaciones antivacunas japonesas.

Respuesta íntegra de los expertos consultados por Maldita.es

Marcos López de Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) y director científico del Instituto de Investigación Valdecilla

Es un preprint, una revisión muy densa en la que revisan en teoría datos que no sustentan las conclusiones que sacan y con las que estamos en desacuerdo. Mezclan temas de vacunación con respuesta al virus original. Si fuera cierta esa alarma que sugieren con sus conclusiones todos los donantes vacunados que hay en el mundo habría una gran incidencia de eventos de trombos y no lo hay. Desde la SEI no estamos nada de acuerdo con las conclusiones. Cogen datos de forma interesada. Mezclan efectos de vacuna,y no siempre de ARNm, con efectos del virus.

Si todas las personas vacunadas con ARNm que son donantes de sangre y no ha habido efectos asociados a la vacunación. No aportan ningún dato y son datos indirectos.

Los efectos secundarios por vacunas son esporádicos porque las vacunas son seguras. Lo que argumentan los autores no se sustentan.

Ildefonso Hernández Aguado, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández

Es una revisión narrativa y por ello le doy poco valor. Para proponer soluciones a un problema, primero hay que revisar en detalle los incidentes descritos. Las referencias 14 a 21 son heterogéneas y antes de darlas por buenas, cabría confirmar las garantías metodológicas en que se han basado los estudios o revisiones.

No me parece que haya que darle más tiempo. Por otra parte, no soy solvente en cuestiones biomoleculares, lo soy en salud pública. Desde esta última perspectiva, somos muy exigentes antes de alertar sobre un problema quizá inexistente.

José Amos García Rojas, médico epidemiólogo, miembro del Grupo Permanente para Europa de la Organización Mundial de la Salud y expresidente de la Asociación Española de Vacunología 

El artículo no está evaluado por pares. No tiene esqueleto siquiera para tener un aspecto de un artículo científico. Dice burradas.

Isabel Solá, viróloga del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC)

El preprint que nos has enviado no es un trabajo de investigación, sino una revisión de artículos que se interpretan de forma muy tendenciosa.

Podríamos ir revisando las citas bibliográficas para ver que muchas de ellas no concluyen lo que el artículo dice que han concluido, con lo que el rigor de la publicación deja bastante que desear.

Por poner un ejemplo, la afirmación categórica "ya no hay duda de que la proteína espiga utilizada como antígeno en las vacunas genéticas sea en sí misma tóxica" [22,61,62] hace referencia a tres artículos. Uno es una revisión que propone la hipótesis de la patología asociada a la proteína S sin demostrarla y sin aportar datos. El segundo indica que esta hipótesis sobre la toxicidad de la proteína S no viene de observaciones en humanos, sino de estudios en células en cultivo, en condiciones que no son las fisiológicas en individuos vacunados. El último artículo citado es prácticamente un artículo de opinión cuyo primer autor es un estudiante de doctorado experto en simulación de moléculas por ordenador.

Otras muchas afirmaciones sobre los efectos adversos no responden a la verdad o son una verdad a medias:

- Hablan  de efectos adversos asociados a las vacunas sin citar que suceden con una frecuencia que se considera rara <1 in 10 000 . Por ejemplo, las miocarditis y pericarditis relacionadas con las vacunas de ARNm se han descrito en estudios muy amplios y serios en Reino Unido con una frecuencia entre 12 y 200 casos por millón de vacunados.

- Hablan muy frecuentemente de las trombosis y otros efectos adversos relacionados con la sangre, que se han descrito específicamente en las vacunas de adenovirus y no en las de ARNm.

- Muchos artículos que mencionan para apoyar efectos adversos no demuestran una relación causa-efecto. Otros se refieren a un caso único, extremadamente raro, que no puede generalizarse.

- Hablan de ADE (aumento de la infectividad asociada a anticuerpos) apoyándose en artículos del comienzo de la pandemia, cuando ni siquiera existían las vacunas, en los que se habla de esta posibilidad teórica que no se ha observado después con ninguna de las vacunas autorizadas.

- Hablan de la aparición de agregados amiloides relacionados con la proteína S, citando un artículo que estudia individuos infectados, no vacunados.

En definitiva, el artículo pretende llamar la atención sobre la necesidad de evaluar posibles riesgos asociados al uso de derivados sanguíneos de personas vacunadas, pero no aporta datos objetivos y rigurosos que apoyen esta posibilidad.

El beneficio que han aportado las vacunas está claro y no está en contra de continuar con la farmacovigilancia, como se hace con cualquier medicamento una vez autorizado, para detectar posibles efectos no deseados y estudiar sus mecanismos. Ahora bien, estos estudios deben hacerse con rigor científico. Si no, se convierten en artículos de desinformación y de confusión.

Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC)

Aún no está revisado por pares, aunque eso no garantiza que no vaya a terminar publicado. Eso es parte del problema, especialmente en estos artículos de revisión que a su vez en muchos casos se basan en otros artículos de revisión y que, al final, esto es como el teléfono escacharrado y se va perdiendo el rigor y la exactitud en la información.

Varios puntos que me han llamado la atención por lo que ya se sabe, y porque no conocía las referencias en las que se basan esas afirmaciones. Por ejemplo:

  • El artículo está centrado en las vacunas de ARNm (que al final han sido las más exitosas y han demostrado su eficacia, aunque tengan cosas que mejorar) y, sin embargo, cuando cita referencias para los problemas de trombosis la mayor parte de las referencias (de acuerdo con los casos reportados) son de vacunas basadas en adenovirus. Por ejemplo, la referencia nº 14, que es la única que menciona casos de trombosis por vacunas de ARNm cita 3 casos en los que esto ha ocurrido, frente a 58 con las vacunas de adenovirus. Creo que, si tenemos en cuenta el número de vacunados con vacunas de ARNm en esa época, los tres casos hacen un porcentaje ínfimo, habría que irse a las referencias originales para ver la situación de esos pacientes.

  • Es cierto que, en algunos individuos jóvenes se han reportado casos de miocarditis debida a las vacunas de mRNA. Pero como se dice en la referencia nº 19, de 192405448 personas que recibieron en total 354100845 dosis de vacunas de ARNm, se produjo miocarditis en 1626 personas. Si se hacen las cuentas, eso supone un 0,00085% de los vacunados. De nuevo, lo que es interesante sería conocer cómo son estas personas para saber por qué la vacunación les produjo este efecto adverso tan tan raro.

  • Respecto a la toxicidad de la proteína S, esta es una vieja historia y en muchas publicaciones se confunde lo que puede hacer un kilo de proteína fuera de contexto, con lo que hace durante la infección, con lo que hace la vacuna. Y de nuevo, revisiones que se basan en revisiones ... pérdida de rigor en la ARNm. Me ha llamado la atención la referencia nº 44, que en su abstract dice que "el ARnm de la vacuna se encontró en ganglios linfáticos axilares y en el corazón de paciente que murieron 30 días después de la vacunación, comparado con pacientes que murieron más de 30 días después de la vacunación". Imagina lo que esta frase puede hacer en alguien que no se va a ver el detalle dentro del artículo ... En este artículo los autores dicen claramente que: (1) ninguno de los pacientes murió a causa de la vacunación; (2) tienen una muestra de 20 pacientes vacunados; (3) en 8 de esos 20 pacientes se encuentra mRNA de la vacuna en ganglios axilares; (4) en 2 de los 20 pacientes se encuentra mRNA de la vacuna en corazón, y justo coincide que son dos pacientes con problemas cardíacos previos; (5) y no me meto con el aspecto metodológico y cómo echo de menos un control de que esos ensayos detecten específicamente ARNm de las vacunas y no proveniente de la infección por SARS-CoV-2.

África González Fernández, catedrática de Inmunología en la Universidade de Vigo y expresidenta de la Sociedad Española de Inmunología

1.        El artículo no ha sido revisado por ningún revisor

2.        Es una opinión de la Japanese Society for Vaccine-related Complications and the Volunteer Medical Association, no es de ninguna sociedad científica experta en infecciones o en vacunas (Asociación de Vacunología, Sociedad de Inmunología, Medicina Interna, Neumología, Microbiología….)

3.        El artículo no lleva a cabo ningún estudio científico. Deberían demostrar lo que dicen con ensayos antes de lanzar este tipo de opiniones. No demuestran nada, simplemente lanzan la idea de que habría que regular la donación de sangre a personas con long covid o que hayan sido previamente vacunadas con vacunas que contengan mRNA.

4.        Hay que tener en cuenta que el virus produce mucho más mRNA que el que se haya en la vacuna, y por tanto siempre puede haber más peligro con la infección que con la vacuna que contiene cantidades bajas de RNA.

5.        Muchos de los tests que proponen previo a la donación de sangre pueden confundir entre personas vacunadas y previamente infectadas; son muy costosos en tiempo y en dinero, y muchos de ellos difíciles o casi imposibles de realizar. Transmiten una imagen distorsionada y exagerada.

6.        Desde el punto de vista científico, hasta que no se demuestre lo contrario con ensayos bien realizados, no hay ningún dato que indique que una persona vacunada para el covid no pueda donar sangre.

7.        Este artículo puede llevar a una disminución muy importante de las donaciones de sangre, habida cuenta la gran cantidad de personas que han recibido la vacuna de RNA o que padece Long covid. Considero que es una irresponsabilidad lanzar este tipo de mensajes sin haber llevado a cabo ningún estudio científico que apoye lo que dicen.

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