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Champú ‘no más lágrimas’, tatuarse en verano y cómo comportarse frente a un tiburón. Llega el consultorio 212º a Maldita Ciencia

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¡Buenos días, malditas y malditos! Siguiendo la tradición de cada viernes y para solucionar todo aquello que os trae de cabeza, llega una nueva entrega de nuestro consultorio científico. ¿Que por qué hay champús que no pican en los ojos? ¿Es verdad eso de que mejor no tatuarse en los meses de verano?

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¿Por qué los champús infantiles no pican en los ojos, y por qué no se hacen así todos los champús?

La persona que remitió esta pregunta seguramente acabase de salir de la ducha después de que le cayese un poco de champú en los ojos. ¿Qué tiene de especial el champú infantil que promete ‘no más lágrimas’ para no irritar los ojos? ¿Por qué no hacen todos igual y así nos ahorramos esta potencial molestia?

Las respuestas rápidas a ambas consultas: el champú infantil tiene un pH neutro (7), similar al de la mucosa ocular; y los champús estándar tienen un pH más bajo (ácido) ya que así es similar al de nuestro pelo y cuero cabelludo (aunque también se fabrican pensando en que igual puede caer algo de producto en los ojos, como explicamos en el anterior consultorio). Ojo, que nada le impide a un adulto comprarse para él mismo un champú para bebés.

Carmina Alfonso, doctora en Química, experta en tecnología de aplicación para Zschimmer & Schwarz y redactora de la newsletter Martes de Formulación (sobre química cosmética) explica a Maldita.es que los champús tienen un pH ácido, “alrededor de pH 5”. Esto se consigue gracias a que algunos ingredientes con los que se hacen los champús son ligeramente ácidos. Para que estemos todos enterados, la acidez se mide en una escala del 0 al 14 pH, siglas de potencial de hidrógeno. 7 es pH neutro, todo lo que quede por debajo de este valor es ácido y todo lo que quede por encima de 7, es alcalino.

Por ejemplo, el Sodium Laureth Sulfate, el ingrediente cosmético más usado en productos de higiene: es detergente, barato de fabricar, muy eficaz como limpiador y haciendo espuma, se hace con ácido sulfúrico y puede irritar los ojos. Aparte de este, Alfonso agrega que a los champús se les suele añadir una cantidad determinada de ácidos orgánicos, como el ácido cítrico o el ácido láctico.

Pero usar un producto ácido como el champú puede ser una jodienda si este te entra en los ojos porque, para sorpresa de nadie, te irrita. ¿Cómo evitan esto los champús ‘no más lágrimas’? Alfonso explica que estos champús son menos ácidos porque se les añade menor cantidad de ingredientes que causan esa acidez: “Si cuando realizamos el ajuste de pH de un champú añadimos menos cantidad de ácido y llegamos solo hasta 7-7,5 en lugar de seguir bajando, conseguimos que el pH sea el mismo que el de nuestro ojo y por tanto no nos irritará”.

¿Por qué los champús, por norma general, son ácidos? En primer lugar, porque el cuero cabelludo y el tallo (el pelo que se ve) también tienen un pH ácido: 5,5 y 3,67, respectivamente, como explica este estudio de 2014 sobre tricología —la ciencia que estudia el pelo—. Estos valores importan porque, como apuntan los autores, el pelo es “extremadamente sensible” a los cambios de pH que sufren por los productos que se le aplican.

Cuando se aplica al pelo un champú ácido —en su punto óptimo y que este trabajo define entre 3,67 y 5,5—, se observa que el pelo sufre de menos encrespamiento y se daña menos. Al contrario, el estudio destaca que cuando se usa un champú alcalino, le otorga propiedades al pelo que no son deseadas: absorbe más agua, rompe temporalmente los enlaces de hidrógeno de las moléculas de queratina —las proteínas con las que está hecho el pelo— y hace el pelo más frágil.

Para rematar la pregunta, hay que decir, como respondimos en el consultorio de la semana pasada, que los champús se formulan sabiendo que pueden llegar a tener contacto con los ojos y que esto puede irritarlosr. Básicamente se proponen ingredientes concretos para que, si cae un poco en la mucosa, este no irrite demasiado pero que siga teniendo la capacidad limpiadora que se le exige a un champú.

¿Es cierto que no es recomendable tatuarse en verano? ¿Por qué?

“Ahora que llega el verano no creo que sea el momento: mejor esperar y tatuarme cuando vuelva el frío”, puede que hayas dicho u oído alguna vez. ¿Es cierto que es mejor no hacerse tatuajes en verano? Depende. Lo que es seguro es que, si normalmente ya se recomienda prestar especial atención a su cura, en los meses de verano es posible que esta atención deba ser aún mayor. El motivo en sí mismo no es que sea o no verano, sino lo que asociamos a él: una temporada de mayor exposición al sol, calor, piscinas y playa; condiciones que, como en el cuidado de cualquier otra herida, conviene evitar.

Hacerse un tatuaje implica un periodo de unos quince o veinte días con muchos cuidados y restricciones de actividades, se haga en la estación que se haga”, explicaba Donís Muñoz, dermatólogo especialista en eliminación y patologías inherentes a los tatuajes miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) a La Vanguardia. Si, además, nos lo hacemos en verano, estos cuidados y restricciones deberán ser mayores.

Un tatuaje es, por su naturaleza, una lesión de la piel, una herida. Al fin y al cabo, el mecanismo para poder lucir durante años este tipo de dibujos corporales consiste en introducir tinta en la epidermis a través de una aguja: romper las capas más externas de la piel para poder hacer llegar a ellas el pigmento necesario. En definitiva, recién tatuados, además de un dibujo ‘X’, también lucimos una nueva herida, al menos hasta que este cure definitivamente. Prueba de ello, como señala la Clínica Mayo, es que el procedimiento “provoca un pequeño sangrado” y dolor “de leve a potencialmente significativo”.

Como ocurre con cualquier tipo de herida, estas requieren de cuidados para curar correctamente y que, durante el proceso, ni se infecte ni las condiciones a las que se someta den pie a cualquier otra situación inesperada. En este caso también es importante que cicatrice correctamente, para que el dibujo se mantenga como en el momento inicial.

Entre las recomendaciones para su cuidado, como mantener la zona limpia e hidratada, evitar nadar (en cualquier medio) o elegir la ropa con cuidado, también se incluye el evitar la exposición al sol. El motivo, como cuando hablamos del resto de lesiones cutáneas, además de una posible hiperpigmentación, es que “el sol es el enemigo número uno de las tintas de tatuar, degrada los pigmentos y favorece reacciones inflamatorias a lo largo de la vida del tatuaje”, como explica Muñoz.

También hay que prestar atención al sol cuando el tatuaje ya está curado. “La luz ultravioleta (UV) puede desteñir algunas tintas de tatuajes”, explica en su página web la Academia Americana de Dermatología (AAD). De ahí que, al estar bajo el sol, debamos proteger los tatuajes “aplicando un protector solar resistente al agua de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) de 30 o más”. “Aplique el protector solar 15 minutos antes de salir y vuelva a aplicarlo al menos cada dos horas", añade la AAD.

Si finalmente nos decidimos por tatuarnos en este momento del año, puede taparse con un apósito o con la ropa e, importante, no olvidarnos de recubrirlos con crema de protección solar con FP alto.

¿Es recomendable hacer gárgaras con colutorio bucal en caso de infección de garganta o amigdalitis?

Ha pasado otras veces: con los caramelos de limón y de menta, con la miel, con el gesto de apagar el aire acondicionado antes de dormir… La respuesta a si hacer gárgaras con colutorio bucal en caso de dolor de garganta funciona y elimina la causa que lo genera es similar: no, no va a ‘curarlo’, tenga el origen que tenga. Como mucho, puede aliviar temporalmente el síntoma, pero no deshacerse del motivo que ocasiona el dolor (virus, bacterias, sequedad, tabaquismo…).

“Los colutorios que se utilizan, que son enjuagues bucales, tienen poca utilidad desde el punto de vista médico para tratar infecciones de garganta y para tratar el dolor”, señala a Maldita.es Juan Carlos Casado, presidente de la Comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Deglución de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). “La mayoría de las veces, lo que contienen son antisépticos que sirven para evitar sobreinfecciones, no para evitar la infección. Por otro lado, también pueden tener anestésicos, que mitigan el dolor, pero porque lo enmascaran”, continúa, y añade que no recomienda su uso.

Al igual que hacer gárgaras con agua salada, los enjuagues bucales “podrían aliviar ese cosquilleo en la garganta o ese pequeño dolor en su parte posterior debido a un virus”, como explica en la página web de la Universidad de Utah (Estados Unidos) Tom Miller, médico general. “Tienden a hacerte sentir mejor por un rato. Eso está bien, pero no va a acortar las cosas, o no va a hacer que el virus [o la causa que sea] desaparezca”, añade.

Incluso ciertas marcas de enjuagues bucales inciden en que su función no es tal, aclarando que sus productos “solo están destinados a prevenir problemas comunes de salud bucal, como el mal aliento, la placa, las caries, la gingivitis y las manchas en los dientes. Consulta a tu médico cómo tratar, prevenir o aliviar el dolor de garganta”, puede leerse en la página web de una de las marcas más habituales.

Que nos duela la garganta es consecuencia de diferentes posibles escenarios: por un lado, la presencia de virus, como los que causan los resfriados o la gripe, o de bacterias (estreptococos), pero también alergias, tabaquismo o incluso la exposición al humo de forma pasiva, según apuntan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés).

Que existan diferentes motivos deja claro un hecho: que no será el mismo tratamiento el necesario para sobrellevar todos ellos. En este contexto hacemos mención especial a los antibióticos, fármacos que no solo deben estar prescritos por un profesional sanitario, sino que solo son útiles si las ‘culpables’ del dolor son bacterias. Como su propio nombre indica, el antibiótico no es capaz de deshacerse de virus y, evidentemente, tampoco de poner remedio a la sequedad de la garganta causada por alergias o tabaquismo. “La mayoría de los dolores de garganta, salvo por estreptococos, no necesitan antibióticos”, señalan los CDC.

Aunque normalmente es tiempo lo que hace falta para que nuestro cuerpo se deshaga de las condiciones que inician el dolor de garganta, tanto los CDC como los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), proponen una serie de alternativas para aliviar los síntomas: chupar trocitos de hielo, caramelos o cualquier otra cosa que estimule la producción de saliva, usar un humidificador limpio, mantener la garganta húmeda, hacer gárgaras con agua salada, consumir bebidas tibias y líquido abundante o usar miel para aliviar la tos en los adultos. Eso sí, también recomiendan que “si el dolor de garganta persiste durante varios días”, lo recomendable es comunicarse con un profesional de la salud.

Hay casos concretos en los que la SEORL-CCC sí menciona los colutorios. Por ejemplo, el caso de amigdalitis crónica, donde “el uso periódico de colutorios alcalinos, la humidificación periódica de la faringe, así como la correcta higiene dental son medidas útiles”. Ahora bien, se trata de un caso concreto y de manera preventiva.

Como prevención, tanto los CDC como los NIH recomiendan lavarse frecuentemente las manos; evitar el contacto cercano con personas que tengan dolor de garganta, un resfriado u otra infección de las vías respiratorias superiores; no fumar y evitar la exposición al humo de segunda mano.

¿Serviría de algo dejar de chapotear y plantarle cara a un tiburón si te encontraras con uno?

Un vídeo viral muestra a una buceadora explicando cómo actuar (y cómo no) ante un tiburón (algo por lo que, por cierto, ya nos habíais preguntado sin vídeo viral mediante): ella dice que no se debe dar la espalda y chapotear para huir del animal porque este lo podría confundir con una presa herida. Su recomendación: mirar al tiburón a los ojos, mantener la calma y poner algo entre el escualo y uno mismo, incluso usar nuestra mano para alejar su cabeza. Nos habéis preguntado si es cierto y la respuesta corta es que sí (en parte): hay que evitar aletear y mirar siempre al tiburón.

“Es importante mirar siempre al tiburón” para identificar sus movimientos, no perderlo de vista y no perder los nervios, explica a Maldita.es Pol Carrasco, oceanógrafo especializado en condrictios como los tiburones y miembro de Catsharks, una asociación para el estudio de los tiburones y las rayas.

El experto también recomienda evitar aletear, no porque esto nos pueda identificar como una posible presa, sino “porque los tiburones pueden ser muy curiosos y podrían sentirse atraídos, pudiendo acercarse más de lo habitual, aunque eso no es necesariamente malo”. Empujarles el morro “puede ser útil para que se aparten y puedan desistir en curiosear”, aunque depende cada especie e individuo, por lo que debería utilizarse como último recurso, según indica Carrasco.

Siempre es mejor prevenir: no meterse en aguas con baja visibilidad, ir acompañados, no realizar movimientos abruptos ni acercarse mucho a los tiburones y, de no sentirnos seguros, salir del agua sin perder de vista al animal. Además de estos consejos, Carrasco recuerda que los ataques de tiburón son “bastante raros”. También que como explicaba Claudio Barría, biólogo marino especialista en tiburones, a Maldita.es, “un animal salvaje no es en sí mismo peligroso para el ser humano porque no lo anda buscando” ya que no somos sus presas y sólo ocurren ataques por encontronazos en la misma zona.

Todavía no hemos terminado...

Antes de decir adiós, os recordamos una vez más: no somos médicos, somos periodistas. Puedes contar con nosotros para todo aquello que esté en nuestra mano, ¡por supuesto! Pero si lo que necesitas es un diagnóstico concreto y o tienes dudas médicas específicas, la mejor opción será que recurras a un profesional sanitario que estudie el caso y te recomiende la solución o tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen fin de semana!

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