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MALDITA CIENCIA

Al contrario de lo que afirma esta cuenta de TikTok, los aditivos alimentarios son seguros (pero no todos los productos de los que forman parte son saludables)

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No es la primera vez que nos preguntáis por vídeos que denuncian ingredientes, en teoría, dañinos en diferentes productos alimenticios. De hecho, en Maldita.es hemos contextualizado y explicado algunos de ellos, como aquel que señalaba y advertía sobre el aditivo E900, un antiespumante, como componente en el aceite refinado de girasol de Hacendado (Mercadona). Todos ellos tienen algo en común: la cuenta de TikTok de la que proceden, bajo el nombre de usuario @comidabasura.

La cuenta apunta desde el aditivo E-102 o tartracina en el colorante alimentario; las supuestas “aberraciones químicas”, como sorbato potásico y benzoato sódico, en salsas de kétchup; o el estabilizador goma xantana y glutamato monosódico en los botes de aceitunas, hasta los componentes de productos tan variados como cubos de caldo, garbanzos de bote y un gran abanico de ultraprocesados (galletas, batidos, flanes, patatas fritas tipo snack, refrescos azucarados o con edulcorantes…).

Los aditivos alimentarios están regulados y son seguros

Como ya explicamos en Maldita.es y alejándonos de una perspectiva cercana a la quimiofobia (básicamente la aversión o prejuicio irracional hacia las sustancias químicas), estos aditivos (esa letra ‘e’ seguida de diferentes números) son necesarios para que determinados productos mantengan sus características organolépticas (sabor, olor, textura…) o cumplan una función tecnológica determinada. Es más, la seguridad de todos los que están autorizados hoy en día ha sido evaluada por el Comité Científico de la Alimentación Humana (CCAH) o por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

“Cuando hablamos de aditivos alimentarios, es muy fácil encontrar argumentos científicos a favor y en contra de los mismos”, señala Mario Sánchez, tecnólogo de los alimentos y divulgador, en su canal de YouTube. Pero, como añade, no son perjudiciales para la salud. Además, como comentábamos, todos ellos están regulados y sus cantidades máximas, estipuladas. En estas condiciones, son seguros y no suponen ningún peligro para nuestra salud.

Además, al referirse a los aditivos, los mensajes de alarma suelen utilizar el adjetivo “químico”, como opuesto a lo considerado ‘bueno’, lo natural. Pero, ¿qué significa natural? “Todo lo que nos rodea es química. Todo está formado por moléculas, por átomos, por sustancias químicas”, recuerda Sánchez. De hecho, añade, incluso nuestro ‘careto’ está repleto de cantidades ingentes de carbono, y no por ello nos asustamos de este (esperemos…).

Que los aditivos sean seguros no significa que el producto del que forman parte sea saludable

Ahora bien, que los componentes de un producto sean seguros no quiere decir que el resultado último de la mezcla de ingredientes a la que pertenecen vaya a ser saludable (ni mucho menos).

En el caso de este perfil de TikTok (@comidabasura), podemos encontrar dos tipos de situaciones: aquellos vídeos que advierten sobre determinados aditivos en productos saludables y aquellos que lo hacen sobre los que forman parte de la lista de ingredientes de productos ultraprocesados.

¿Son seguros ambos tipos de productos? Sí. ¿Y saludables? No todos. Ahora bien, el motivo de que no lo sean no son los aditivos, sino el resto de ingredientes: harinas refinadas, azúcares, grasas poco saludables, exceso de sal… Precisamente lo que caracteriza a los productos ultraprocesados, que van a suponer un flaco favor para nuestra salud.

Un alimento puede ser seguro, pero eso no significa que sea saludable”, coincidía Beatriz Robles, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos en Consumer. “Hoy, salvo contadas excepciones, todos los alimentos que encontramos en el mercado son seguros. Y en ese mismo mercado encontramos una oferta inmensa de productos que son insanos por definición, que tienen una mala composición nutricional, que están hechos con materias primas de bajísima calidad, que llevan grasas refinadas, harinas refinadas y cantidades inmensas de azúcar.

Dejémonos de teorías y apliquemos estas afirmaciones a casos concretos: por ejemplo, los aditivos de la mayonesa no hacen de esta una salsa ‘peligrosa’, pero esto no quiere decir que vaya a ser saludable (de hecho, no lo es). Tampoco el aditivo E-410 presente en los helados supone un problema por sí solo aunque, de nuevo, cuantos menos helados comamos, mejor.

"Valorar si un alimento 'es bueno o no' en función de sus aditivos es peligroso porque promueve la quimiofobia", explicaba en su blog Marían García (Boticaria García), farmacéutica y dietista-nutricionista.

Cuándo preocuparnos por la seguridad de un alimento

Hablando de seguridad alimentaria lo que realmente debe preocuparnos es que aquello que nos vayamos a llevar a la boca no esté contaminado por microorganismos o sus toxinas, por agentes físicos (por ejemplo, trozos de metales) o por agentes químicos (contaminantes como el mercurio. Como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), un alimento seguro es “aquel que está libre de contaminación por bacterias, virus parásitos y sustancias químicas o agentes físicos externos”. 

“Un alimento contaminado es aquel que contiene microorganismos como bacterias, hongos, parásitos, virus… o toxinas producidas por los microorganismos. Un alimento también puede estar contaminado por la presencia de sustancias extrañas (tierra, trozos de palo, pelos) o tóxicas, tales como detergentes o insecticidas”, precisa la FAO.

Para evitar que esto ocurra, las instituciones sanitarias recomiendan determinados comportamientos al manipular alimentos. Como explica Robles a Maldita.es, antes de que llegue a nuestra cocina, y dado que la industria está obligada a comercializar alimentos seguros, esta debe implantar sistemas de autocontrol. Por otro lado, la Administración se ocupa de controlar la industria.* 

Sobre las recomendaciones una vez que compramos el alimento se encuentran, entre otras, limpiar bien superficies y utensilios, ordenar correctamente el frigorífico, no romper la cadena de frío de los alimentos, no descongelarlos a temperatura ambiente, prestar atención a las sobras, cocinar a temperatura suficiente (especialmente la carne, el huevo y otros productos de riesgo), comprar la fruta entera y no por mitades

Para controlar que ‘no se cuelan’ en el mercado lotes de productos contaminados, ya sea por microorganismos o por presencia de sustancias extrañas, o retirarlos en caso de que esto suceda, existe la Red de Alerta Sanitaria de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). A través de esta, el consumidor puede ser consciente de aquellas que deban ser objeto de información pública, bien por su repercusión sanitaria o por su posible distribución al consumidor final. Como ejemplos, respectivamente, estas alertas sanitarias de 2022 sobre la presencia del virus de hepatitis A en tres lotes de frutas del bosque congeladas o sobre cuerpos extraños metálicos “en varios tipos de presentación de frutos secos”.

*Hemos actualizado este artículo para diferenciar los dos escenarios implicados a la hora de evitar la contaminación alimentaria. 

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