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MALDITA CIENCIA

Patitas de moscas, enfocar con miopía y atragantarse con la saliva. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 180º

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Malditas y malditos, es oficial: el fin de semana ha llegado. Como si nuestro consultorio científico fuese un boletín oficial, es imposible leer este artículo que publicamos cada viernes sin que se nos suba el regustillo de tener dos jornadas de descanso (o más, si ya contamos las vacaciones de Semana Santa). Las preguntas de esta semana están relacionadas con la miopía, con el impacto de las pantallas de los ebooks en la vista y con atragantarnos con nuestra propia saliva. La curiosidad animal de la semana la dedicamos a conocer por qué las moscas se frotan las patas como si dijeran eso de 'se vienen cositas'.

Lo que sí que se vienen son vuestras preguntas para que las respondamos en el próximo consultorio. ¡Pues no os las guardéis! Animaos y mandádnoslas por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). ¡Empezamos!

¿Por qué se frotan las patitas las moscas?

Si alguna vez has observado a una mosca cuando está posada sobre la superficie que sea es probable que hayas sido consciente de cómo se frota las ‘manos’ (patitas, evidentemente), de forma aparentemente malévola, como un villano de campeonato. Quizás incluso lo has visto tras sobrevivir al microondas, como ya explicamos la semana pasada en Maldita.es

Si nunca te has fijado, mira cómo lo hace la mosca de este vídeo con gran detalle. Es precisamente del frotamiento de las extremidades de las moscas sobre lo que hablamos en la curiosidad animal de este consultorio científico.

Fíjate bien en las patas de la mosca doméstica (Musca domestica) de la siguiente foto. Sobre todo en sus pelos: ahí está la clave de su frotamiento. 

Una mosca doméstica. Fuente: Wikimedia Commons.

El objetivo por el que las moscas rozan sus patas entre sí es limpiarlas. Al estar llenas de pelos, es más fácil que se adhieran partículas y supone mucha más superficie que ‘asear’. También usan las patas para limpiar el resto de su cuerpo. Un vistazo al microscopio de la pata de una mosca explica por qué pasan tanto tiempo limpiándose.

Una pata de mosca doméstica. Fuente: Wikimedia Commons.

Los pelos de los insectos cumplen diversas funciones, como aumentar su repelencia al agua. En el caso concreto de las moscas, facilita que puedan volar en caso de lluvia.

¿Por qué las personas con miopía entrecierran los ojos para ‘enfocar’ y poder ver mejor?

Seguramente muchas malditas y malditos habrán empezado a leer este consultorio haciendo un gesto: ponerse las gafas para no forzar la vista. Esta semana nos habéis remitido una consulta relativa a la miopía, un problema de la visión en el que los objetos cercanos se ven con claridad pero los lejanos se aprecian con dificultades, como explica el Instituto Nacional del Ojo de Estados Unidos (NEI, por sus siglas en inglés). Vuestra pregunta ha sido la siguiente: ¿Por qué las personas con miopía entrecierran los ojos para enfocar y ver mejor? La clave de este gesto está en el efecto estenopeico, os contamos.

Según explica Rubén Pulido, oftalmólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, que las personas con miopía entrecierren los ojos “es una reacción normal para intentar ‘enfocar’ la mirada sobre el objetivo, especialmente cuando no están usando la corrección óptica apropiada para ver con nitidez”. 

Pero ese enfoque no depende (o no debería) del esfuerzo que haga una persona, sino “del funcionamiento conjunto del cristalino y del músculo ciliar, que es automático e involuntario”. El cristalino es la estructura del ojo humano que permite enfocar lo que vemos, mientras que el músculo ciliar ayuda a cambiar la forma del cristalino para que se haga más esférico (para enfocar de cerca) o más plano (de lejos).

Así, al entrecerrar los ojos, conseguimos restringir los rayos de luz que llegan a ellos, dejando ‘pasar’ exclusivamente a los que lo hacen de forma perpendicular a la superficie del ojo, logrando un enfoque mejor. Esto es el efecto estenopeico y se observa con instrumentos de oftalmología como el agujero estenopeico como haciendo ese esfuerzo con nuestros párpados.

A la izquierda, rayos de luz incidiendo en el ojo. A la derecha, con efecto estenopeico, solo inciden los que entran de forma perpendicular.

Fernando Ruiz, óptico optometrista y maldito que también nos ha prestado sus superpoderes, agrega que con el efecto estenopeico que se logra cuando se entrecierran los ojos “lo que se hace es disminuir el diafragma por el que entra la luz”. “Esto produce un aumento de la profundidad de foco, como ocurre en las cámaras de fotos, y así se puede ver bien a mayor distancia”, añade. 

Si una persona con miopía lleva su corrección puesta y aún así necesita entrecerrar los ojos, “debería ir a revisión, porque significa que seguramente le falte graduación”, comenta Ruiz.

Por último, Olga Grávalos, optometrista y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, precisa que el agujero estenopeico que se hace entrecerrando los ojos consigue que “la luz pase sin desviarse hasta la retina, por lo que la imagen [de lo que queremos ver] se forma en el punto de máxima agudeza visual con mejor calidad”.

¿Por qué hay ocasiones en las que nos atragantamos con nuestra propia saliva? ¿Hay personas con más predisposición a que esto ocurra?

Es el momento de que nuestra atención recaiga sobre ella, la culpable de esa almohada húmeda a mitad de la noche, de que tu boca rebose al plantarte frente a una delicatessen culinaria y esa fiel aliada de la limpieza bucal: la saliva. Aparentemente inofensiva, puede que alguna vez te haya puesto en un aprieto, al ser el motivo de esa especie de ‘autoatragantamiento’ repentino, aparentemente sin ton ni son. En este sentido, ¿hay gente más propensa a sufrir situaciones similares? ¿A qué se debe este atragantamiento Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como)? 

Aunque sepamos perfectamente a qué nos referimos al hacer referencia a la palabra ‘saliva’, recordamos que se trata del líquido producido por las glándulas salivales, cuya función es ayudar en el proceso de digestión y en la desaparición de parte de las bacterias bucales que los alimentos dejan en nuestros dientes y alrededores al comer. 

Es cierto que normalmente percibimos que la cantidad de saliva en nuestra boca no es excesiva (vamos, que si tuviéramos que medirla sería en mililitros), el cuerpo produce alrededor de 1 a 2 litros de saliva diarios; la mayor parte de los cuales, eso sí, solemos tragar sin darnos cuenta. “Pero a veces la saliva no fluye fácilmente por la garganta y puede causar atragantamientos”, señala el medio especializado en salud Healthline.  

Reconocerás el incómodo momento por las arcadas y la tos sin haber bebido ni comido nada en ese momento. En ocasiones, estas pueden venir acompañadas por falta de aire y dificultad para respirar o hablar. 

Para entenderlo, debemos mencionar un órgano, la tráquea, el conducto que se sitúa justo al lado del esófago, por el que viaja la comida desde la boca al estómago. La encargada de evitar que inhalemos alimentos, saliva y agua (y que estos discurran, como está estipulado, por el estómago) es la epiglotis, un pequeño cartílago situado en la tráquea que funciona como su ‘tapa’ particular. Sin embargo, a veces no consigue ‘cerrarla’ completamente, lo que puede hacer que una persona ‘inhale’, entre otras cosas, su propia saliva.

Es por ello por lo que existe mayor posibilidad de esto ocurra cuando hablamos mientras tragamos, ya que, para hablar, se necesita aire, por lo que la epiglotis no puede cerrar completamente la tráquea cuando una persona habla.

¿Cuándo puede o hay más probabilidades de que ocurra? Cuando los músculos involucrados en el trayecto de los alimentos desde la boca hasta el estómago (deglución) se debilitan o dejan de funcionar correctamente debido a otros problemas de salud.

Entre los más comunes se encuentra la disfagia, la dificultad para tragar que entorpece que despejemos las vías respiratorias al tragar saliva y otras sustancias que secretan las vías respiratorias. 

Aunque normalmente los atragantamientos con nuestra propia saliva no son motivo de preocupación y no suponen más que un mero accidente (al fin y al cabo es un líquido, como el resto que se nos pueden ir ‘por el otro lado’), si ocurre habitualmente puede que sea consecuencia de ciertos problemas de salud (reflujo ácido, acumulación de saliva durante el sueño, lesiones en la garganta, trastornos neurológicos como la enfermedad de Lou Gehrig y Parkinson, alergias o problemas respiratorios…). 

También de situaciones concretas, como llevar una dentadura postiza mal ajustada, consumir alcohol en exceso, hablar mucho o hipersalivar (por el embarazo, por determinados fármacos…).

¿La luz de la pantalla de los 'ebooks' es como la luz azul del resto de pantallas e interfieren en el sueño?

Los lectores de libros electrónicos emplean una tecnología que hacen que sus pantallas parezcan las de una publicación en papel: la tinta electrónica. En Maldita.es hemos contado en ocasiones anteriores cómo las pantallas de los dispositivos electrónicos (móviles, portátiles, tabletas, etc.) incide en nuestro ciclo de sueño-vigilia y cómo el modo nocturno sí que puede ayudarnos a dormir mejor (aunque lo mejor siempre es no mirar a pantallas antes de ir a la cama). Ahora, nos habéis preguntado si la pantalla de los ebooks interfiere o no en la facilidad para conciliar el sueño.

Lo cierto es que no, no tienen el mismo efecto ni interfieren de la misma manera en nuestro descanso, aunque existe escasa literatura científica que haya explorado el impacto de la tinta electrónica en la vista y, en concreto, sobre el ciclo de vigilia y sueño.

Un estudio publicado en la revista PLOS One en 2013 comparó el impacto que tenían los ebooks de tinta electrónica, los de pantallas con LCD y un libro en papel en la fatiga ocular, usando parámetros objetivos (parpadeos por segundo) y subjetivos (escala de fatiga visual mediante encuesta). Los investigadores destacaron que las pantallas LCD de los ebooks ‘cansan’ más que las de papel y las de tinta electrónica y que había muy pocas diferencias en los resultados que obtenían las pantallas de tinta electrónica y papel. Pero, como decimos, esto es solo un artículo que estudia una parte de lo que se sabe del impacto en la vista, y no entra a valorar el impacto en el sueño.

Preguntamos a Rubén Pulido, oftalmólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, quién nos responde que “cada vez hay un mayor consenso que indica que tanto los dispositivos con tinta electrónica como el resto no producen un efecto significativo sobre la calidad del sueño ni sobre la fatiga ocular”. 

Esta valoración, dice Pulido, está en la línea del artículo que compartimos en Maldita.es de Conchi Lillo, profesora titular de la Facultad de Biología e investigadora de patologías visuales de la Universidad de Salamanca, en el que recopila evidencia sobre por qué la luz azul no es lo que nos impide conciliar el sueño —o no hay evidencias sólidas que lo sostengan— sino el uso del dispositivo electrónico

Todavía no hemos terminado...

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En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Rubén Pulido, Olga Grávalos y Fernando Ruiz.

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