La otitis es una inflamación del oído que puede resultar bastante dolorosa y, si no se trata adecuadamente, causar daños mayores. Existen múltiples mitos sobre ella, como que debemos evitar meter la cabeza en el agua para no padecerla o que siempre es necesario tratarla con antibióticos. En Maldita.es, recopilamos estas y otras falsas creencias extendidas sobre esta inflamación.
Para empezar, hay que tener en cuenta que existen dos tipos de otitis: las externas y las medias. “Las externas suelen estar relacionadas con el agua y, por eso, son más frecuentes en verano”, afirma a Maldita.es Alejandro Harguindey Antolí-Candela, director del Instituto de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de Madrid (IOM). Se las llama coloquialmente “otitis del nadador” y afectan al oído y al conducto auditivo externos.
Por otro lado, las otitis medias, según un artículo publicado en la revista científica The Lancet, están entre las infecciones infantiles más comunes y afectan al oído medio, justo detrás del tímpano.
Según Harguindey, suelen producirse con procesos catarrales o de vías respiratorias altas y son más frecuentes en invierno. Aunque normalmente la mayoría se resuelve sin complicaciones, un estudio publicado en Nature señala que algunos casos pueden estar asociados con una pérdida de audición y secuelas de por vida.
No todos los dolores de oído son por otitis
Si cada vez que te duelen los oídos piensas que padeces otitis, puedes estar equivocado. Aunque este malestar es uno de los síntomas de dicha inflamación, en ocasiones es provocado por otras enfermedades.
“Una de las causas más frecuentes de otalgia (dolor de oído) es la patología de la articulación temporomandibular (la articulación de la mandíbula), que se encuentra apoyada justo por delante de nuestro oído y, por ello, puede producir un dolor que se confunde con una patología ótica”, afirma a Maldita.es Rocío González, miembro de la Comisión de Otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC).
Braulio Correa Pombo, especialista en otorrinolaringología y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, indica a Maldita.es que, cuando se tiene un problema en las zonas próximas, el dolor “puede notarse falsamente en el oído”. “Es un dolor referido”, explica. Y lo compara con la situación en la que a una persona le duele el brazo izquierdo, pero en realidad tiene un infarto de corazón.
Además de la articulación temporomandibular, “una muela, una amigdalitis, un dolor de la musculatura del cuello o incluso un tumor de la parte baja de la faringe pueden provocar dolor de oído”, incide el experto.
Sumergir la cabeza en el agua no tiene por qué causar otitis
No es necesario evitar meter la cabeza en el agua para no padecer otitis. González explica que sólo hay que impedirlo cuando se tiene una otitis externa activa o cuando la infección se presenta de forma muy recurrente. “Esto significa que el pH (la acidez) de nuestro conducto auditivo no es el correcto y, por ello, cualquier germen puede colonizar y reactivar o empeorar el cuadro”, afirma.
La piel del conducto auditivo externo es como la del resto de nuestro cuerpo y, por lo tanto, se puede mojar. Así lo indica Harguindey, aunque subraya que algunas pieles son más sensibles o presentan patologías como eccemas (hinchazón de la piel) o psoriasis (afección cutánea que provoca enrojecimiento e irritación).
En estos casos, según el experto, es más fácil infectarse: “Estos pacientes, junto a los que tienen conductos estrechos o tímpanos perforados, sí se deben proteger”. En Maldita.es os hemos contado cómo evitar que te entre agua en los oídos y qué hacer si ocurre.
¿La cera en los oídos provoca otitis?
La cera, por sí sola, no puede provocar otitis, según González. De hecho, esta secreción de las glándulas del conducto auditivo externo, “además de servir como mecanismo de defensa del oído, tiene propiedades antibacterianas y ayuda a evitar infecciones” similares.
Normalmente se elimina de forma natural desplazándose a través del conducto auditivo externo hacia el exterior. Pero, tal y como subraya González, algunos pacientes tienen alteraciones en la zona que impiden que la cera se elimine de forma natural y provocan que se acumule tras ella un exceso de humedad que, entonces sí, puede producir otitis.
Para evitar que se formen tapones de cera, puede resultar tentador utilizar bastoncillos. Correa lo desaconseja: “No limpian. Aunque saquen algo del exceso de cerumen, la mayor parte es empujada hacia el tímpano y lo hacen más difícil de extraer”.
Pero es que, además, el experto subraya que pueden provocar una irritación del conducto, romper el tímpano y que el algodón quede retenido dentro del oído, lo que podría generar una infección. En Maldita.es os hemos explicado cuál es la mejor forma de mantener limpios los oídos.
No todas las otitis se tratan con antibióticos
Ante esta inflamación, no siempre se necesitan antibióticos. Estos fármacos no tienen por qué ser necesarios cuando se padecen otitis medias “si el oído sólo está taponado y molesto”, según Harguindey.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha elaborado una guía en la que especifica cómo tratar la otitis media. En principio, aconseja utilizar analgésicos durante las primeras 24 y 72 horas en pacientes mayores de seis meses que no padezcan una otitis grave.
Ahora bien, hay casos en los que la AEPap sí recomienda recurrir desde el primer momento a un tratamiento antibiótico. Por ejemplo, en menores de seis meses o niños con síntomas severos (si la temperatura corporal supera los 39 grados y ante un dolor intenso).
Harguindey señala que el tratamiento de las otitis medias requerirá antibióticos “si se tiene fiebre, otorrea (secreción del oído de líquido), malestar general o dolor elevado”. En el caso de la mayoría de las otitis externas, sí habría que recurrir a gotas con antibióticos. “Sólo si hay una mala evolución se requieren los orales”, añade.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el especialista en otorrinolaringología Braulio Correa Pombo.
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