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Miedo a la pérdida de un ser querido: qué es, cuándo suele producirse y cómo gestionarlo

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En Maldita.es os hemos explicado por qué tenemos miedo a las tormentas, a las muñecas de porcelana o a tragar. También os hemos contado por qué algunas personas disfrutan pasando miedo. Ahora nos habéis preguntado por el miedo a la pérdida de un ser querido. Este temor se da cuando una persona vivencia la ausencia de un ser querido con una angustia y un sufrimiento anticipatorios. ¿Cuándo suele producirse y cuál es la mejor forma de gestionarlo? Os lo explicamos.

Por qué el miedo a perder un ser querido puede paralizarnos o generar sufrimiento y angustia

Algunas investigaciones indican que el miedo a perder a seres queridos es una de las fuentes principales de miedo y ansiedad en la vida humana. Vivir una pérdida con tristeza y dolor es normal y no tiene nada de patológico, pero en algunos casos los sentimientos negativos anticipándola pueden llegar a provocar un temor incapacitante que impida a algunas personas relacionarse con normalidad.

“Cuando surge el miedo a la pérdida, la persona anticipa con inseguridad, dolor y angustia, una situación de vulnerabilidad, en la que vive la ausencia del ser querido con un sufrimiento anticipatorio”, cuenta a Maldita.es Ana Rodríguez Gonzalo, psicoterapeuta especializada en procesos de duelo, coordinadora del centro de atención psicológica Psicoafirma, y miembro del Instituto de Psicoterapia Relacional (IPR).

Desde el Instituto Aragonés de la Ansiedad subrayan que la ansiedad ante la muerte de un ser querido suele englobar un cúmulo de pensamientos anticipatorios sobre algo que es estadísticamente posible, pero que no es real en el momento presente. “Estos pensamientos adoptan muchas veces forma de preguntas existenciales, del tipo ‘¿Cómo será mi vida sin su presencia?’, que se nos presentan intrusiva y repetitivamente”, indican.

Cuando queremos a una persona, “inevitablemente sufrimos cuando se genera distancia con ella”. Así lo explica Rodríguez, que asegura que esta distancia es especialmente dolorosa cuando alguien fallece, pero también se da con otro tipo de pérdidas. Por ejemplo, tras una separación o un divorcio.

Sergio Oliveros Calvo, psiquiatra y psicoterapeuta director del Grupo doctor Oliveros, cuenta a Maldita.es que “todos tememos en mayor o menor medida el perder a nuestros seres queridos aún sabiendo que es un hecho que en algún momento tendremos que afrontar”. “Nos gusta el grupo, la familia. Nos tranquiliza saber que no estamos solos y la estabilidad, la previsibilidad y la continuidad de lo que nos rodea”, afirma. 

El miedo puede paralizarnos o generar angustia, aunque cada persona puede expresarlo de una manera, según Rodríguez: “El miedo puede vivirse en soledad, con aislamiento; vivirse con pensamientos intrusivos, limitantes; o vivirse como dolor o tensión corporal”. 

También hay quienes “actúan y manifiestan conductas demandantes hacia el ser querido”. Por ejemplo, exigen cuidado o atención. E incluso es posible sentirse enfadado “como una forma de hacer frente a nuestra propia vulnerabilidad por sentir miedo”.

La muerte se afronta de forma diferente en distintas culturas

No todas las personas ni todas las sociedades viven igual la pérdida de un ser querido. Hay culturas, como las orientales, “que viven menos de espaldas a la muerte y aceptan más la imprevisibilidad de la vida”. 

Sin embargo, Rodríguez subraya que en sociedades capitalizadas donde la inmediatez y el éxito están tan presentes, como la nuestra, “resulta más difícil entender que el ser humano es una parte más del universo, en el que somos absolutamente vulnerables”. “Cuanto mayor es nuestro sentido de omnipotencia, que niega la fragilidad del ser humano, mayor será nuestra dificultad para entender la pérdida”, afirma.

Durante la pandemia de COVID-19, se ha exacerbado el miedo al fallecimiento de  personas queridas, según subraya Oliveros y confirma un estudio publicado en la revista OMEGA - Journal of Death and Dying. “Y lo que es peor, ha aparecido un temor inhabitual: el temor de que los perdamos por nuestra culpa, por contagiarles, sin darnos cuenta, lo que puede terminar con su vida”.

¿Cuándo suele producirse el miedo a la pérdida?

Para hablar del miedo a la pérdida, hay que partir de la necesidad del ser humano de vincularnos con otros seres humanos. “Nuestra supervivencia y nuestro desarrollo emocional se construyen sobre la base de un encuentro relacional, asentado en edades tempranas, en función del tipo de vínculo que establecemos con las figuras cuidadoras (padre, madre o quien ejerza ese rol) para ir luego ampliando las áreas de vinculación a la familia extensa y grupo social”, afirma Rodríguez.

La psicoterapeuta hace referencia a John Bowlby, un clínico e investigador especializado en el desarrollo emocional de los niños, que plantea dos tipos diferentes de vinculación: una segura, que “permite al niño explorar su entorno, alejarse de la figura cuidadora y descubrir el mundo con seguridad”, y otra insegura, que “contribuye a crecer en una vivencia interna de inseguridad”. 

Esto, según Rodríguez, va a ser determinante a la hora de entender nuestros miedos o ansiedades de la vida infantil, juvenil o adulta: “Cuanto más insegura es nuestra base vincular, más riesgo de presentar miedo o angustia ante la muerte tendremos”.

También hay ciertas situaciones que pueden suscitar este temor a la pérdida, según la organización Mental Health America (MHA). Por ejemplo, si un ser querido enferma o una crisis provocada por un desastre natural o una pandemia. 

Un estudio publicado en Clinical Neuropsychiatry: Journal of Treatment Evaluation indica que este miedo podría producirse, por ejemplo, por los fallecimientos causados por grandes incendios o tormentas. 

A veces dicho temor “está en nuestras mentes simplemente porque hemos perdido a alguien antes”, según la MHA. Pero el fallecimiento de un ser querido no tiene por qué provocar este temor, según Rodríguez. Aunque este tipo de experiencias “dejan a flor de piel todas nuestras emociones (tristeza, enfado, culpa, o miedos), son emociones que no necesariamente tienen que aparecer en todas las personas”. 

Según la experta, va a depender mucho de las circunstancias en las que se haya producido la pérdida, del tipo de vínculo con la persona fallecida, carencias previas de desarrollo que tengamos o la disponibilidad y afectación de nuestra red de apoyo.

Analizar cómo nos sentimos y otros consejos para gestionar el miedo a la pérdida

Para Rodríguez, lo más importante a la hora de gestionar este temor es poner nombre a lo que nos está pasando. Es decir, “pararnos, para hacer un ejercicio personal de introspección que nos ayude a identificar cómo nos sentimos”. Para ello, aconseja preguntarse “¿cómo estoy?, ¿cómo me estoy sintiendo?, ¿hay algo que me esté haciendo daño?”. 

“Son cuestiones que no siempre hacemos, pero que son el primer paso para aproximarnos a nuestro mundo emocional y a partir de ahí poder compartirlo”, afirma. Como seres sociales que somos, “compartirlo nos lleva a normalizar lo que nos sucede y entender que lo que nos pasa, les pasa también a otras muchas personas similares a nosotros”.

Además de entender la emoción ajena cercana a la nuestra, también aconseja mantener un descanso adecuado y una alimentación saludable, realizar ejercicio físico y pasar tiempo de ocio con seres queridos

“Cuando la persona tiene un vínculo sano y maduro con aquella que puede perder, el consejo es que disfrute de ella hasta el último suspiro”, afirma Oliveros. Si el malestar no cesa, ambos expertos recomiendan acudir a un profesional de la salud mental

Desde Mental Health America recomiendan concentrarse en lo que sí se puede controlar y encontrar a alguien con quien puedas hablar sobre tus miedos: “Si no tienes un amigo o familiar de confianza, intenta encontrar un grupo de apoyo en línea o hablar con un terapeuta”.

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