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Bombillas infinitas, vitíligo y vacunas en quienes ya han pasado la COVID-19: llega a Maldita Ciencia el consultorio 137º

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¡Buenos viernes, malditas y malditos! Fieles a la cita semanal, aquí llega Maldita Ciencia con las respuestas que las evidencias científicas y los expertos tienen para todo aquello que te inquieta o te perturba. Porque sí, sabemos que a lo largo del día se te ocurren mogollón de cuestiones que quizá habías dado por sentadas hasta ahora, pero que empiezas a cuestionarte.

¿Solución? ¡Fácil! No nos vamos a cansar de recordarte que puedes preguntarnos cualquiera de esas dudas utilizando nuestro chatbot de WhatsApp (+34 644 229 319), e-mail ([email protected]) o redes sociales (tanto Twitter como Facebook). Nosotros investigamos por ti y te contamos qué dice la ciencia sobre ellas, así que esperamos leerte pronto. Y ahora sí que sí, ¡manos a la obra!

¿Existen bombillas reparables que duran toda la vida? 

¿Cuántas veces has “encendido” y “apagado” a la velocidad de la luz el interruptor de una lámpara de casa hasta asumir que se ha fundido y que toca cambiar la bombilla? Esta semana se os ha encendido la vuestra y nos habéis preguntado si existen bombillas reparables, que duren toda la vida. Según los expertos consultados por Maldita Ciencia sí sería posible fabricar una bombilla LED que dure 100 años, pero requeriría de una gran inversión y el producto tendría un alto coste. Por ello, se plantean si es realmente rentable.

Puede que el tema no os pille de nuevas. Hace unos años, los titulares de diferentes medios de comunicación se hicieron eco de un producto español que presumía de características similares. Inspirada en la famosa bombilla que lleva encendida 120 años, se trataba de una bombilla “para toda la vida” que, en caso de averiarse, podría repararse y seguir funcionando.

“Los fabricantes de casi todo se ciñen estrictamente a las exigencias legales (los famosos 2 primeros años) y, en general, dan a sus objetos unas vidas cortas”, explica a Maldita Ciencia Miguel Pantoja, ingeniero industrial y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. “A veces se usan materiales de peor calidad, tanto para rebajar costes como para, sencillamente, hacer que la apariencia del objeto sea peor pasados unos años y queramos cambiarlo”, opina.

Con respecto al diseño español, Gorka Agos, ingeniero técnico de Telecomunicaciones experto en desarrollo de productos electrónicos y energías renovables, cree que “es de lo más típico del mercado”

“Dice que aprovecha la técnica de las bombillas centenarias (de filamento) pero su diseño es LED, por lo que no tiene ningún sentido”, explica a Maldita Ciencia Agos, que también forma parte de la comunidad de malditas y malditos dispuestos a prestarnos sus superpoderes. “La tecnología LED es totalmente diferente a los filamentos. No se puede comparar peras con manzanas”, añade.

Entonces, ¿es posible fabricar una bombilla reparable que dure toda la vida? ¿Se fabrica actualmente una bombilla con tales características? “Yo diría que sí se podría fabricar una bombilla reparable y que, por tanto, pudiese durar toda la vida. Las partes que van degradándose con el tiempo son sobre todo los dispositivos LED (lo que produce la luz), por lo que, si se cambian, la bombilla durará muchísimo”, indica a Maldita Ciencia Alicia de Andrés, profesora de Investigación en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid del CSIC.

Ahora bien, De Andrés añade que esto tendría poco sentido: “Esos dispositivos LED son la parte fundamental de la bombilla y la parte cara, el resto es poco más que una carcasa, un envoltorio, con algo de electrónica, que también podría cambiarse”.

La experta pone un ejemplo: el ordenador de sobremesa con el que trabaja desde hace más de 15 años. “He cambiado la placa base, el procesador, la memoria RAM y el disco duro, pero la caja donde se aloja todo, el lector de CD y la fuente de alimentación siguen siendo los mismos. Lo mismo se puede hacer con muchos aparatos. La pregunta en este caso (y en el caso de sustituir las partes fundamentales de cualquier equipo) es: ¿es el mismo ordenador?”, plantea.

“Quizás se puede fabricar una bombilla LED que dure 100 años, pero requiere inversión y el producto tendría un alto coste. Si lo piensas bien, ¿cuál comprarías: una que cuesta 5€ y dura 10 años o una que cuesta 180 y dura 10?”, plantea Agos.

Por último, Pantoja señala que la eficiencia energética hasta hace poco era una cuestión meramente económica pero que, hoy en día, es sobre todo una asunto medioambiental. “Con la crisis climática en marcha, debemos eliminar las emisiones de CO2 y, si queremos estabilizar el clima, incluso retirar CO2 de la atmósfera. La iluminación con lámparas incandescentes consumía una cantidad apreciable de la electricidad doméstica, de oficinas y de las calles. Con la tecnología LED eso ha bajado mucho pero aun así deberíamos seguir limitando el consumo al máximo y generando la electricidad sin emisiones de CO2”, concluye. 

¿Qué es el vitíligo y por qué aparece?

Otra de las dudas que nos habéis planteado esta semana es a qué se deben las manchas de diferentes tonalidades en la piel que presentan algunas personas. Esta decoloración se debe a una patología conocida como vitíligo, una enfermedad autoinmune (ya que el sistema inmunológico del cuerpo ataca y destruye por error las propias células del cuerpo), no contagiosa.

El vitíligo ocurre cuando las células productoras de pigmento (melanocitos) mueren o dejan de producir la sustancia que da color a la piel, el cabello y los ojos, la melanina. Esto hace que las zonas de la piel (o incluso el pelo) que se ven afectadas se vuelven más claras. 

“Lo que ocurre es que se produce una respuesta autoinmune frente a los melanocitos que los destruye. Esto acaba traduciéndose clínicamente en la aparición en áreas de la piel completamente hipopigmentadas: no hay pigmento porque no hay melanocitos”, explica a Maldita Ciencia Inés Escandel, dermatóloga estética y maldita que nos ha prestado sus superpoderes

Según la Clínica Mayo, esta condición también se puede deber a un determinado evento desencadenante, como estrés, quemaduras solares graves o un traumatismo cutáneo (como el contacto con una sustancia química). De hecho, en personas con vitíligo, los golpes y heridas pueden desencadenar la aparición de una nueva placa. Es lo que se conoce como fenómeno de Koebner. “Estas personas predispuestas a tener vitíligo o que ya lo tienen activo, cuando se dan un golpe en algún sitio, cuando se hacen un arañazo, una herida o se rozán, ahí puede aparecer una de estas placas”, detalla la experta.

Aun así, la causa más común es que ocurra por antecedentes familiares. “Lo que más influye en la aparición del vitíligo es la genética. Al ser una enfermedad autoinmune, parece que hay algunos defectos genéticos en los melanocitos de estas personas que los hace más susceptibles de ser atacados por sus propios linfocitos”, indica Escandel. 

El vitíligo suele afectar solo a la piel, aunque es cierto que en ocasiones, en personas con un cuadro muy extenso, se hace un estudio de ojos y oídos para detectar posibles alteraciones oculares y auditivas que acompañen a la enfermedad autoinmune. Aun así, lo habitual es que afecte solo a la piel, ya que no tiene otros órganos diana.

Uno de los problemas que puede acarrear es el daño emocional. “Cuando está en zonas visibles suele afectar bastante a los pacientes. Tiene consecuencias muy visuales y que son progresivas, por lo que puede llegar a afectar bastante a la calidad de vida aunque se trate de lesiones estéticas, que ni duele, ni pica”, indice la dermatóloga. 

Otro problema es que estas personas tienen una mayor posibilidad de asociación a otras enfermedades autoinmunes (enfermedades del tiroides, diabetes tipo 1, artritis reumatoide…). “Es decir, hay que seguir e intentar tratar teniendo en cuenta las posibles afectaciones psicológicas y evitar otras enfermedades autoinmunes”, añade,

Con respecto al tratamiento, según la Clínica Mayo, aunque existen medicamentos y terapias basadas en la luz para tratar de restaurar o igualar el color de la piel, los resultados varían y son impredecibles. De hecho, algunos tratamientos tienen efectos secundarios graves. Por ello, lo más común es que los profesionales sanitarios sugieran en primer lugar probar productos autobronceadores o maquillaje.  

¿Qué alimentos no deberíamos congelar o meter en la nevera?

En Maldita Ciencia ya os hemos explicado por qué meter la comida caliente en la nevera no es malo para los alimentos pero sí influye en la energía que el electrodoméstico consume, por qué es mejor guardar los huevos en el frigorífico o por qué es mejor atemperar la comida antes de meterla en el congelador que hacerlo cuando aún está caliente. Ahora nos habéis preguntado qué alimentos no debemos congelar o meter en la nevera. Es preferible conservar algunas frutas como la piña, el plátano o el aguacate fuera del frigo. Además, hay alimentos como la nata o los champiñones que es mejor no congelar.

Alma Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN), indica a Maldita Ciencia que no todos los alimentos toleran bien la refrigeración y la congelación. Entre los que no resisten bien la congelación, Palau menciona las verduras para ensaladas, los champiñones y las bayas. Además explica que los alimentos con mayor contenido de grasa, como la nata y algunas salsas, “tienden a cortarse cuando se congelan”.

Aunque, de forma general, “los alimentos pueden permanecer en un congelador doméstico entre 3 y 12 meses con toda seguridad y sin que su calidad se vea afectada, el tiempo varía dependiendo del alimento en cuestión”. Palau aconseja seguir las indicaciones de la etiqueta de cada producto. 

En Maldita Ciencia ya os hemos explicado que los huevos sí se pueden congelar, pero no de cualquier manera y que al congelar la bollería hay que envolverla bien para que no coja olores. También os hemos contado cuál es la mejor forma de congelar y descongelar el pan para que conserve su calidad y consistencia original.

Además, hay algunos alimentos que no necesitan guardarse en el frigo ya que pueden perder calidad. Es el caso, según sostiene Palau, “de las frutas exóticas, los tomates, las judías verdes, los pepinos y los calabacines”. 

Del mismo modo, la dietista-nutricionista Laura Moya cuenta a Maldita Ciencia que es preferible conservar ciertas frutas tropicales como la piña, el plátano o el aguacate a temperatura ambiente debido a su tipo de maduración. “Estas frutas necesitan madurar en ambientes cálidos con luz. Al introducirlas en el frigorífico, pierden cualidades y sabor y se deterioran antes”, comenta. 

Gemma del Caño, especialista en industria alimentaria, confirma a Maldita Ciencia que los tomates, los melocotones, la piña o los plátanos “deberían estar fuera de la nevera en un lugar fresco pero no frío”. “Si lo metemos en la nevera ganamos en conservación pero perdemos en sabor así que deberíamos escoger las frutas en diferentes momentos de maduración para que nos duren más tiempo”, señala.

Moya también recomienda conservar fuera del frigo, “en un lugar seco y oscuro”, las patatas, los ajos o las cebollas. Otro alimento que tener en cuenta es el chocolate: “En verano para evitar que se derrita solemos meterlo en el frigorífico, pero al hacerlo pierde cualidades también, tanto de sabor como de aspecto”.  

Por el contrario, hay alimentos que guardamos fuera de la nevera y deben estar refrigerados, tal y como explica a Maldita Ciencia Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y nutricionista. Por ejemplo, menciona las semiconservas como las anchoas (no están esterilizadas), los huevos (aunque en el súper estén a temperatura ambiente, en casa deben refrigerarse) o las salsas una vez abiertas.

“Tanto en la nevera como en el congelador es importante no poner demasiada comida”, comenta Palau. Si se llenan hasta el punto de que no haya espacio entre los diferentes alimentos, “el aire no podrá circular y la distribución de la temperatura se verá afectada”. 

¿Las personas que han pasado la COVID-19 tienen que seguir algún protocolo especial a la hora de vacunarse?

En las últimas semanas nos habéis hecho llegar múltiples dudas sobre la vacunación contra la COVID-19. Nos habéis preguntado si las mujeres embarazadas y las madres lactantes pueden vacunarse, si la alergia a la penicilina supone algún problema o si una persona puede elegir qué vacuna ponerse. La consulta de esta semana afecta a quienes ya hayan pasado la COVID-19. ¿Deben estas personas seguir algún protocolo especial a la hora de vacunarse? Algunos sí. Los menores de 65 años deberán recibir una sola dosis. 

La Comisión de Salud Pública aprobaba la Actualización 5 de la Estrategia de Vacunación este 30 de marzo e indicaba que "hay suficiente evidencia para administrar una única dosis en personas de 65 o menos años de edad con antecedente de infección previa". "Se mantiene, por tanto, la pauta de dos dosis para las personas de 65 o más años", señaló.

Según el documento, en las personas con antecedente de infección sintomática o asintomática por SARS-CoV-2, independientemente de la fecha de confirmación, se tomarán las siguientes medidas según la edad y el momento de la infección:

  1. Personas de 65 o menos años de edad con diagnóstico de infección por SARS-CoV-2 tras recibir la primera dosis. Se administrará una segunda dosis transcurridos seis meses desde el padecimiento o el diagnóstico de infección.
  2. Personas de 65 o menos años de edad con diagnóstico de infección por SARS-CoV-2 antes de recibir la primera dosis. Se administrará una sola dosis al menos seis meses desde el padecimiento o el diagnóstico de infección. En caso de que se administre antes de haber transcurrido esos seis meses, la dosis se considerará válida y no será necesario administrar más dosis.
  3. Personas mayores de 65 años con diagnóstico de infección por SARS-CoV-2 tras recibir la primera dosis. Se completará la pauta con una segunda dosis cuando estén completamente recuperadas y haya finalizado el período de aislamiento.
  4. Personas mayores de 65 años con diagnóstico de infección por SARS-CoV-2 antes de recibir la primera dosis. Se administrará una pauta de dos dosis.

Según el documento, no se recomienda la realización de pruebas serológicas o virológicas antes o después de la vacunación y se debe posponer la vacunación de las personas con síntomas sospechosos de COVID-19 o con COVID-19 confirmada recientemente por laboratorio hasta que haya finalizado el período de aislamiento. De igual manera, se debe posponer la vacunación de las personas en cuarentena (por ser contactos de un caso confirmado) hasta que dicha cuarentena finalice.

José Antonio Forcada Segarra, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC), confirma a Maldita Ciencia que el número de casos con reinfección documentada es muy bajo en los seis meses posteriores al diagnóstico de infección. Pero subraya que aún no está claro “en qué porcentaje están protegidos los que padecieron la infección por SARS-CoV-2 y por cuánto tiempo”.

África González, catedrática de Inmunología del Centro de Investigaciones Biomédicas (CINBIO) y expresidenta de la Sociedad Española de Inmunología, explica a Maldita Ciencia que “se ha visto que pasar la infección confiere inmunidad”. 

“Se detectan anticuerpos y linfocitos de memoria T y B (un tipo de glóbulos blancos que forman parte del sistema inmunitario) pasados más de 6 meses. La vacunación lo que hará será reforzar dicha inmunidad, de forma homogénea a todas aquellas personas que pasaron o no la infección”, señala. En Maldita Ciencia ya os hemos explicado qué es la inmunidad celular y cómo contribuye a protegernos frente a una reinfección por coronavirus.

Pero, ¿por qué para los mayores de 65 años el Gobierno sí recomienda las dos dosis de las vacunas? El motivo, según González, es que “la respuesta inmunitaria se deteriora con la edad y, por tanto, a pesar de haber pasado la infección, las dos dosis de vacuna, ayudan a reforzar el sistema inmunitario a las personas con más de 55 años”. 

La inmunóloga menciona un estudio publicado en The Lancet que indica que pasar la infección natural protege de la reinfección en un 80%, “pero esta protección es mucho menor en personas de más de 65 años (baja al 47%)”.

Tal y como os hemos contado, los mayores de 65 años que hayan superado la COVID-19 sí deben recibir las dos dosis, según la estrategia de vacunación del Gobierno. ¿Cuánto tiempo después de la segunda dosis tendrán estas personas cierta protección? Según Forcada, se estima que a partir de dos semanas tras la primera dosis se comienza a observar una cierta protección, que aumenta con el tiempo. “Tras la segunda dosis, se alcanza la máxima protección entre los 7 y 10 días”, añade.

Todavía no hemos terminado...

Antes de decir adiós, os recordamos una vez más: no somos médicos, somos periodistas. Puedes contar con nosotros para todo aquello que esté en nuestra mano, ¡por supuesto! Pero si lo que necesitas es un diagnóstico concreto y o tienes dudas médicas específicas, la mejor opción será que recurras a un profesional sanitario que estudie el caso y te recomiende la solución o tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen fin de semana!

En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Gorka Agos, ingeniero técnico de telecomunicaciones, Miguel Pantoja, ingeniero industrial, e Inés Escandel, dermatóloga estética.

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