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Qué es el plasma de pacientes curados y cómo se quiere utilizar para tratar la COVID-19

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Nos habéis preguntado por la eficacia de usar de plasma de pacientes que han superado la COVID-19 para tratar a personas infectadas por el coronavirus. A día de hoy faltan evidencias que demuestren hasta qué punto puede servir para que los pacientes se recuperen, pero la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia explica a Maldita Ciencia que puede ser un tratamiento potencialmente útil para la COVID-19. Os contamos lo que sabemos al respecto. 

Su efectividad "aun está por demostrar"

Carmen Cámara Hijón, de la Sociedad Española de Inmunología, explica a Maldita Ciencia que el plasma de personas que han superado la COVID-19 podría ayudar a recuperarse a pacientes que están contagiados. Pero insiste en que “aún está por demostrar”.

Cuando una persona ha superado la enfermedad, “es porque su sistema inmunitario ha conseguido vencerla produciendo anticuerpos y células específicas capaces de bloquear y matar al virus”. 

“En el plasma hay anticuerpos de tipo IgG en diferente cantidad según cada persona. Este tipo de respuesta tarda entre una semana y un mes en producirse, por eso si los administramos a una persona en los primeros días de infección podríamos estar adelantando el proceso”, afirma.

Franco Vairoletti, químico con formación en virología e inmunología y uno de nuestros malditos, explica que la inmunidad específica que naturalmente generamos ante una infección tiene dos componentes: celular (linfocitos, por ejemplo) y humoral (sustancias solubles de la sangre, como los anticuerpos).

Aprovechar los anticuerpos de los pacientes ya curados para ayudar a los que todavía están enfermos

Cuando se transfiere plasma, “estamos aprovechando este último componente, porque el plasma es la parte líquida de la sangre que queda cuando sacamos las células”. “La idea es que las personas convalecientes son una fábrica de anticuerpos específicos contra el patógeno que genera la infección, de modo que, si transferimos esos anticuerpos a un paciente enfermo, mejorará el curso de la enfermedad”, añade.

La OMS indica en un informe reciente que los primeros resultados con el uso de plasma de convaleciente sugieren que puede ser una modalidad de tratamiento potencialmente útil para la COVID-19, según recoge el Ministerio de Sanidad.

Pero la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) recuerda que aunque sea prometedor, el plasma convaleciente aún no ha demostrado ser efectivo para tratar la COVID-19.

El uso de plasma convaleciente se ha estudiado en brotes de otras infecciones respiratorias

La idea de utilizar las defensas inmunológicas que desarrolla alguien que se cura de una enfermedad infecciosa para tratar a quien todavía está enfermo no es nueva. De hecho, Cámara recuerda que la transferencia de inmunidad pasiva se conoce desde hace años: “Es uno de los pilares de la inmunología”. 

Franco Vairoletti explica que ya se utilizaba a principios del siglo XX. Por ejemplo, con la gripe de 1918. “Antes del desarrollo de los antibióticos, prácticamente era la única opción para tratar infecciones bacterianas”, afirma. Explica que se la conoce como inmunización pasiva porque el paciente aprovecha la inmunización generada por otro.

El uso de plasma convaleciente, según cuenta Arbona, se ha estudiado también en brotes de otras infecciones respiratorias, incluida la epidemia de SARS-CoV-1 de 2003, la pandemia del virus de la influenza H1N1 de 2009 y 2010 y la epidemia de MERS-CoV de 2012. También para el tratamiento del ébola.

Faltan resultados de ensayos clínicos que determinen la eficacia del tratamiento

Cristina Arbona, vocal de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia, explica que para demostrar la eficacia de este tratamiento lo ideal es “promover la realización de ensayos clínicos aleatorizados y, por tanto, favorecer la inclusión de pacientes en estos ensayos cuando cumplan con los criterios de selección”.

En los ensayos clínicos normalmente se aleatorizan los pacientes en dos grupos, según cuenta la experta de la Sociedad Española de Inmunología. A unos se le administra el plasma y a otros un placebo y se comparan los resultados después. Hay que tener en cuenta que a los participantes no solo se les administra este tratamiento, sino que se añade a la terapia habitual para la COVID-19.

A mediados de mayo, la biblioteca Cochrane, que se encarga de revisar la evidencia en temas médicos, publicó una revisión de ocho estudios que concluía que no existía evidencia suficiente para afirmar la efectividad del tratamiento.

A día de hoy se están realizando muchos otros estudios en todo el mundo para analizar la eficacia del tratamiento, a qué pacientes puede beneficiar y en qué momento de la infección sería más útil.

En España existen varios ensayos en marcha. El “más conocido” es el estudio promovido por el Hospital Puerta de Hierro junto con el Instituto de Salud Carlos III, en el que participan varios hospitales de toda España. Pero todavía ninguno ha publicado sus conclusiones, según la experta, que recuerda que “todos los ensayos clínicos tardan un tiempo significativo en producir resultados”.

Además de estos ensayos, Cámara explica que hay publicaciones en las que se ha utilizado por uso compasivo (en pacientes aislados) en pequeñas series de pacientes con buenos resultados. “Lo que ocurre es que son muy pocos pacientes y sin grupo control, así que debemos esperar a los resultados de los ensayos clínicos”, afirma.

Este realizado en Estados Unidos y publicado en American Journal of Pathology concluye que esta terapia es una opción de tratamiento segura para aquellos pacientes graves con COVID-19. En este estudio, 19 de 25 pacientes mejoraron con el tratamiento. La terapia, además, no causó efectos secundarios adversos. 

Pero los investigadores reconocen que, al igual que con la gran mayoría de los estudios que utilizan plasma convaleciente para tratar infecciones graves, el estudio tiene varias limitaciones. Se estudió un pequeño número de casos y no se incluyó ningún grupo de control. “Por lo tanto, no está claro si los 25 pacientes que recibieron plasma convaleciente hubieran mejorado sin este tratamiento”, afirman.

La FDA autoriza las transfusiones de plasma con anticuerpos a enfermos de COVID-19 *

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos alentó el pasado 16 de abril a los pacientes recuperados a donar plasma para el desarrollo de terapias de productos sanguíneos. Un poco más tarde, a principios de mayo emitió una autorización de emergencia para el uso experimental de este tratamiento en pacientes críticos.

El domingo 23 de agosto dio un paso más allá y anunció la autorización de las transfusiones de plasma sanguíneo de supervivientes como tratamiento de emergencia contra la COVID-19.

Stephen Hahn, el jefe de la FDA, lo anunció junto con el presidente estadounidense, Donald Trump. Este último vendió como milagroso un tratamiento que, como ya os hemos explicado, todavía no ha logrado demostrar su utilidad. Lo definió como “un avance realmente histórico en la lucha contra el virus de China, que salvará incontables vidas”, según recoge El País.

Hahn aseguró que las transfusiones mejoran un 35% la supervivencia de los hospitalizados. “Esto significa que, de cada 100 personas enfermas con COVID-19, 35 se habrían salvado gracias a la administración del plasma”, proclamó Hahn, jefe de la FDA.  

Estos datos son erróneos, tal y como explica el mismo periódico. La esperanzadora cifra del 35% de mejora procede de un reciente estudio preliminar con unos 35.000 enfermos, dirigido por investigadores de la Clínica Mayo. Pero los resultados no indican en ningún caso que de cada 100 enfermos se salven 35, como ha declarado el jefe de la FDA. Con los datos del estudio preliminar, se salvarían tres personas más de cada centenar: habría nueve muertos en lugar de doce.

Uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha concluye que la plasmaterapia es un tratamiento seguro

Uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha con este tipo de terapia analiza su seguridad. Ha sido llevado a cabo en Estados Unidos, publicado en la revista médica Mayo Clinic Proceedings y promovido por la FDA en colaboración con la Clínica Mayo y la AABB (Asociación de Bancos de sangre). En él, ya se han incluido más de 20.000 transfusiones. 

Se ha demostrado que es seguro, con pocos efectos adversos graves relacionados con su administración y que no difieren de los observados en cualquier transfusión de componentes sanguíneos”, cuenta Arbona. Además, “parece que su administración temprana dentro del curso clínico de la COVID-19 es probable que contribuya a reducir la mortalidad”.

Uno de los efectos perjudiciales que se temía que pudiera tener la terapia era "la amplificación de la infección dependiente de anticuerpos”, tal y como cuenta Cámara.

Según explica, consiste en que al administrar anticuerpos puedas empeorar el curso de la enfermedad porque desencadenes una nueva señalización o inhibas la inmunidad del paciente: “En la infección anterior por SARS-Cov-1 se había descrito este efecto en macacos, donde se demostraba que anticuerpos IgG específicos desencadenaban daño pulmonar”.

Pero el primer gran ensayo clínico indica que esto no ocurre con la plasmaterapia en la COVID-19. Por ello, los investigadores concluyen que es un tratamiento seguro.

Aún se desconocen muchos detalles sobre el tratamiento

Aunque los primeros estudios parecen prometedores, aún quedan muchas preguntas sin responder. Arbona lanza algunas relacionadas con la recolección del plasma. ¿Cuál es el momento más apropiado para plantear la recolección del plasma de pacientes recuperados? ¿Cuál es el nivel de anticuerpos neutralizantes más eficaz? ¿Se mantienen estables los niveles de anticuerpos? Si es así, ¿por cuánto tiempo? ¿Se debería entonces solicitar a los pacientes recuperados una donación continua?

Otras incógnitas están relacionadas con los pacientes, según Arbona. ¿En qué momento de la evolución de la enfermedad es más eficaz el tratamiento? ¿Debemos administrarlo en pacientes menos graves de forma que los anticuerpos controlen el posible avance de los síntomas y disminuya el daño a órganos y tejidos? ¿Qué dosis de plasma hay que administrar? ¿Varía en función del título de anticuerpos presentes?

Tener anticuerpos y otros requisitos para donar plasma

¿Debe una persona recuperada de COVID-19 cumplir algún requisito para ser donante de plasma? Cámara recuerda que, en primer lugar, debe cumplir los mismos requisitos que cualquier donante de sangre. Por ejemplo, pesar más de 50 kilos y no tener enfermedades transmisibles. 

Además, “se debe hacer un análisis previo para detectar que realmente tiene anticuerpos IgG anti SARS-Cov2 y cuantificar cuántos tiene, puesto que esto es variable y se deben seleccionar personas con un nivel alto de anticuerpos”.

El Comité Científico para la Seguridad Transfusional (CCST) del Ministerio de Sanidad afirma que también se debe tener un diagnóstico previo de COVID-19 documentado por una prueba de laboratorio o historia clínica con síntomas claramente compatibles con COVID-19, cuando la prueba no haya sido realizada.

Además, antes de la donación, debe de haber transcurrido un periodo mínimo 28 días desde la recuperación total o desde el fin del aislamiento preventivo. No obstante, este tiempo se puede acortar a 14 días en algunas circunstancias. Por ejemplo, tras la evidencia mediante pruebas de laboratorio de eliminación del RNA viral del tracto respiratorio superior o después de una prueba serológica positiva para anticuerpos anti-SARS-CoV-2 en donantes que nunca desarrollaron síntomas.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes el maldito Franco Vairoletti.

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* Actualizado el 26 de agosto de 2020 con la autorización de la FDA para usar plasma como tratamiento de pacientes de COVID-19.

Primera fecha de publicación del artículo: 08/07//2020.

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