Ya estamos otra vez aquí, ¡listas para nuestra cita del viernes con el consultorio científico de Maldita Ciencia! En Maldita.es no paramos de desmentir los bulos, y en estas semanas los sobre coronavirus no han parado de llegarnos. Además, contestamos todas vuestras preguntas y dudas. Ya llevamos 10 ediciones especiales de este consultorio dedicadas al coronavirus. Sin embargo, hoy por fin hay hueco para otro tema: ¡las avispas asiáticas asesinas!
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¿Los ultrasonidos tienen algún efecto sobre el coronavirus?
Una curiosidad que ha surgido a uno de nuestros lectores es si los ultrasonidos tienen algún efecto sobre el coronavirus SARS-CoV-2. Los ultrasonidos son ondas mecánicas parecidas a las que generan sonidos audibles por los seres humanos, pero a frecuencias mucho más elevadas que no podemos oír. Las frecuencias audibles por oídos humanos están generalmente entre los 40 Hz (las notas más bajas) y los 20 kHz, o 20.000 Hz (las más agudas). Los ultrasonidos son todos los sonidos que superan este umbral de 20 kHz: aunque no los podamos oír, tienen las mismas características del sonido audible, es decir son vibraciones que se transmiten a través de un fluido como el aire.
Los ultrasonidos se pueden utilizar para detectar objetos, medir distancias (midiendo el tiempo que tarda una onda para llegar a un objeto, rebotar y volver a ser detectada por nuestro aparato, como se hace por ejemplo en los barcos con los sonar para saber la profundidad marina) y también para crear imágenes bidimensionales o tridimensionales, como se hace habitualmente con las ecografías.
En cuanto al coronavirus, el maldito Pablo Rodríguez Cortés, residente de medicina interna en el Hospital La Princesa de Madrid, que nos ha prestado sus superpoderes, es tajante: “los ultrasonidos no desinfectan, no limpian, no matan”. Su única aplicación en el ámbito de la pandemia es meramente diagnóstica.
“El estándar para comprobar que un paciente tenga afectación pulmonar es el TAC”, nos explica Rodríguez Cortés. El TAC emplea radiaciones similares a las de la radiografía convencional. Sin embargo, tiene algunos inconvenientes: “Se tiene que desplazar el paciente a la máquina, y a veces esto no es factible, bien porque los pacientes están en una situación clínica inestable, o por el peligro biológico de contaminar durante el traslado. Los ecógrafos, las máquinas que efectúan la ecografías, en cambio, son portátiles y se pueden llevar ‘a pie de cama’ con las ventaja que esto supone”.
Esta es la razón por la que a veces se prefiere hacer una ecografía, es decir, usar ultrasonidos, para hacer el diagnóstico de los pacientes. Sin embargo, no es una técnica exenta de desventajas: “El TAC nos proporciona mayor definición, y no es tan operador-dependiente. La ecografía, en cambio, depende mucho más de quien la efectúa y requiere más habilidad por parte del médico”. Aun así, aclara Rodríguez Cortés, se trata de una herramienta diagnóstica “muy importante y prometedora” y opina que hay que seguir investigando en la manera más adecuada de optimizar su uso con estos pacientes.
El también médico italiano Danilo Buonsenso, del Hospital Policlínico Gemelli de Roma, primer autor de un estudio de caso publicado por la revista European Review of Medical and Pharmacological Sciences que describe la utilidad de los LUS (Ultrasonidos para el Pulmón, en sus siglas inglesas) en los pacientes de COVID-19, confirma: “No, los ultrasonidos no tienen efectos en el coronavirus, pero sí pueden utilizarse para hacer diagnósticos”. Y nos explica que los ultrasonidos no solo “tienen la ventaja de poder ser utilizados directamente en la cama del paciente”, sino que también “en casa, en atención domiciliaria”.
Y advierte que aunque no representen el estándar y no pueden sustituir el TAC, “pueden ser utilizados con mayor facilidad que el TAC, por ejemplo en pacientes fuera del hospital y en países de renta media o baja”. Los dos métodos son completamentes diferentes y dan informaciones distintas. "El TAC estudia todo el tórax y es la mejor prueba para hacerlo, los ultrasonidos estudian en particular la periferia del pulmón, la pleura (la membrana que recubre las paredes de la cavidad torácica y los pulmones) y la región subpleural”, compara.
¿La hipertensión o la tensión baja tienen alguna relación con los pacientes de COVID-19?
Otra de las cuestiones que nos habéis planteado esta semana es si la tensión, tanto la alta (hipertensión) como la baja (hipotensión), puede repercutir en el cuadro clínico de una persona infectada de COVID-19, empeorando el pronóstico de la enfermedad. Por lo que se sabe hasta la fecha, es cierto que la hipertensión puede empeorar las consecuencias del contagio por el nuevo coronavirus.
De hecho, según este documento del Ministerio de Sanidad, las personas diagnosticadas de hipertensión arterial son parte de uno de los principales grupos vulnerables, los pacientes de enfermedades cardiovasculares, junto a los mayores de 60 años, los pacientes con diabetes enfermedades pulmonares crónicas, cáncer, inmunodeficiencias y las mujeres embarazadas (en este caso por el principio de precaución).
Según este estudio, publicado en la revista científica Nature, las personas con enfermedades cardiovasculares e infectadas por SARS-CoV-2 tienen un peor pronóstico. Por lo tanto, se debe prestar especial atención a la protección cardiovascular durante su tratamiento. La Organización Mundial de la Salud también advierte, por ejemplo en la siguiente infografía, sobre problemas de salud subyacentes, como las enfermedades cardiovasculares.
"Es cierto que uno de los hechos observados durante esta pandemia, y que ya llamó la atención desde un principio, es que los pacientes con COVID-19, frecuentemente presentaban hipertensión arterial (HTA)", explica a Maldita Ciencia Mencía Benítez, coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Hipertensión Arterial de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). "El presentar de forma habitual una presión arterial baja no se ha visto como un factor de especial riesgo", añade.
"La hipertensión no incrementa el riesgo de contagio pero, si se desarrolla la enfermedad, el pronóstico es peor que en pacientes que no tienen la tensión alta", indica a Maldita Ciencia José Miguel Martín Torres, cardiólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. "Parece que la edad, la diabetes y la enfermedad cardíaca crónica son los factores de riesgo más importantes, pero es difícil tener estadísticas definitivas. A día de hoy, simplemente podemos concluir que todos ellos ensombrecen el pronóstico de la enfermedad", añade.
Para explicar por qué este tipo de pacientes pueden sufrir casos más graves de COVID-19, tenemos que empezar explicando qué son las angiotensinas, un conjunto de hormonas que causan el estrechamiento de los vasos sanguíneos (vasoconstricción) y, como consecuencia, un aumento de la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias (presión arterial).
En este contexto entran en escena dos enzimas que actúan sobre las angiotensinas. Por un lado, la enzima convertidora de la Angiotensina (ACE), que transforma la Angiotensina I en Angiotensina II y favorece los efectos vasoconstrictores, proinflamatorios y de retención de sodio, relacionados con la hipertensión arterial
Por otro, la llamada ACE2, por sus siglas en inglés (enzima convertidora de angiotensina 2), presente sobre todo en las células del corazón y los pulmones y que lo que hace es transformar unas clases de angiotensina (la I y la II) en otras con efectos vasodilatadores (la 1-7 y la 1-9), es decir, que ensanchan los vasos sanguíneos. Como consecuencia, la presión arterial disminuye. Para que nos entendamos y resumiendo lo anterior, la ACE2 "coge" la angiotensina vasoconstrictora y la "convierte" en vasodilatadora.
A su vez, la ACE2 parece tener cierta relación con la COVID-19 ya que, el virus que causa la enfermedad, el SARS-CoV-2, consigue penetrar en una célula aprovechándose de esta enzima, lo que podría inhibirla. "La ACE2 se ha relacionado con la protección frente a la hipertensión, la arteriosclerosis y otros procesos vasculares y pulmonares. En modelos animales se ha visto que la ausencia de ACE2 da lugar a un mayor daño pulmonar en el Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda (SDRA) y la sobrexpresión del ACE2 protege frente al mismo”, indica en este documento el Ministerio de Sanidad.
"Se ha observado que los casos graves de COVID-19 presentan niveles de Angiotensina II muy elevados. Y el nivel de Angiotensina II se ha correlacionado con la carga viral de SARS-CoV-2 y el daño pulmonar. Este desequilibrio [...] podría estar relacionado con la inhibición de la ACE2 por parte del virus", añade el informe y concluye exponiendo que este mismo efecto ya fue observado en el brote producido por SARS en 2003.
Ahora bien según Iria Miguéns, urgencióloga de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), "teniendo en cuenta la alta prevalencia de hipertensión arterial en pacientes ancianos, sabiendo que son la población más afectada por SARS-CoV-2, ¿cuánto podemos atribuir a la HTA y su tratamiento?".
"En este editorial sobre el tema de la American Journal of Hypertension concluyen que no existe evidencia actual de que la hipertensión arterial esté relacionada con pronóstico, evolución y desarrollo de la COVID-19. O de que el uso de sus tratamientos más habituales (IECA, ARA II) sea perjudicial", añade Miguéns a Maldita Ciencia.
En palabras de Martín, inicialmente hubo mucho revuelo sobre si suspender o no dichas medicaciones, pero la Sociedad Española y la Sociedad Europea de Cardiología indican, con buen criterio, que no existe evidencia como para suspender la medicación. También la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) ha emitido una nota de prensa al respecto.
Según la semFYC, los pacientes con hipertensión arterial son uno de los grupos que más dudas plantea en las consultas de Atención Primaria llevadas a cabo en los centros de salud de la Comunidad de Madrid durante el periodo de confinamiento. Es por esto por lo que el Grupo de Trabajo de Hipertensión Arterial de la semFYC ha publicado una infografía en la que recoge recomendaciones "sencillas pero eficaces" que, si eres un paciente con estos precedentes, debes tener en cuenta durante la situación sanitaria actual.
¿Utilizar baños públicos supone un riesgo de contagio?
Nos habéis preguntado si utilizar baños públicos supone un riesgo de contagio. La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) explica a Maldita Ciencia que el riesgo de contagio en este caso es exactamente igual que en otras dependencias o espacios, “ya que aunque se ha demostrado su presencia en heces de personas enfermas, no se ha detectado en todo el mundo ninguna transmisión por esta vía”.
Aún así, sí que es recomendable seguir una serie de consejos para evitar nuevos contagios, tal y como cuenta la Sespas. Si hay alguien dentro del baño, hay que guardar las distancias físicas de seguridad (de 1,5 a 2 metros). También se deberían tomar medidas higiénicas: lavarse las manos antes y después de utilizarlos y procurar no tocar con las manos directamente los pomos y cerraduras de las puertas o los secadores.
En su lugar, la biotecnóloga Marta Esquiva Díaz, maldita que nos ha prestado su superpoderes, aconseja usar una toallita o pañuelo de papel para hacerlo. Para ella, lo ideal sería minimizar todo lo posible el contacto directo con las superficies y que los lavabos se activasen con sensores de movimiento.
“Cuando este no sea el caso, podemos, por ejemplo, cerrar el grifo con el papel de secarnos las manos, que luego desecharíamos”, afirma a Maldita Ciencia. Del mismo modo, recomienda tocar la cisterna con la mano cubierta por papel higiénico y evitar usar papel higiénico que esté en mal estado.
También la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su guía para un buen lavado de manos, recomienda que al terminar de lavarse las manos, se cierre el grifo con una toallita de papel en vez de tocarlo directamente con las manos.
Los expertos consultados también coinciden en que es aconsejable tirar de la cadena con la tapa cerrada. “Cuando se tira de la cadena, se produce un fenómeno conocido como ‘toilet plume’, es decir, la dispersión de microorganismos como consecuencia del movimiento de agua. Sin embargo, es fácil prevenirlo, simplemente cerrando la tapa”, explica a Maldita Ciencia el biotecnólogo con experiencia en investigación biomédica Gonzalo Mercado Vico, que además es uno de nuestros malditos.
Los baños públicos, según la Sespas, deben permanecer abiertos como otra medida higiénica más. Pero subraya que deben someterse periódicamente a limpieza, desinfección y retirada de los residuos que se generen. La limpieza debe hacerse “con agua y jabón o un detergente neutro y después con una desinfección con lejía al 1% es suficiente”.
¿Cada cuánto tiempo? “Depende del aforo. Lo ideal sería antes y después de su uso, pero dada la complejidad de esta recomendación hay que fomentar el uso adecuado por los usuarios, que deben dejarlos tan limpios como los encontraron”, responde la Sespas.
Además, añade que la basura debería depositarse en un cubo de pedal con una bolsa de plástico que pueda cerrarse después fácilmente y que los lavabos “deberían tener dispensador de jabón líquido o, mejor aún, solución hidroalcohólica para el lavado de manos” y toallas de un solo uso.
La Asociación Española de Enfermería de Prevención y Control de Infecciones cuenta a Maldita Ciencia que otra medida recomendable es utilizar protectores de inodoro. “Cerrar los baños no es una medida acertada, lo que sí debe ser es asegurar que se disponen de agua y jabón para realizar la higiene de manos recomendada tras ir al baño”, concluye.
Esquiva propone poner carteles informativos en la entrada de los aseos en los que se especifique, según su tamaño, el número máximo de personas que deben entrar para mantener la distancia de seguridad. También optar si es posible por puertas sin pomos, que se puedan abrir empujando.
¿Qué sabemos sobre los avispones asiáticos “asesinos”?
Nos habéis preguntado por los insectos que han sido bautizados como avispones asiáticos “asesinos”. Estos animales pueden suponer un riesgo para otros insectos como las abejas, pero no suponen un peligro destacable para los humanos. Os contamos de dónde vienen y qué sabemos de ellos.
El entomólogo estadounidense Justin Orvel Schmidt explica a Maldita Ciencia que los avispones gigantes asiáticos (Vespa mandarinia) viven en el sur y el este de Asia. Pero a finales de 2019 se detectó su presencia en Estados Unidos y en la Columbia Británica, en Canadá. “El descubrimiento en el área del estado de Columbia Británica y Washington es su primera introducción a una región fuera de su área de distribución nativa”, afirma.
Puede llegar a medir hasta cinco centímetros, según The New York Times. Se trata de la avispa social (que construye colonias) de mayor tamaño que se conoce hoy en día y también se encuentra entre los insectos más grandes. Así lo explica Schmidt, que afirma que su gran tamaño les permite vencer a otros grandes insectos: “Son depredadoras de insectos grandes y, especialmente, de otros insectos sociales, incluidas las abejas y otros tipos de avispas”.
Entonces, ¿representa este avispón un peligro para los ecosistemas en los que entra? “Sí, cualquier especie introducida en un área nuevo supone un peligro potencial”, responde el entomólogo. Subraya que de esta forma han surgido algunas de las peores plagas, no solo de insectos, sino también de ratas, ratones, gatos salvajes, cabras e incluso cerdos.
En el caso de los avispones gigantes, si se establecieran en un ecosistema, considera que podrían alterar las poblaciones de otras avispas sociales y abejas melíferas. “Todos estos son insectos beneficiosos que pueden verse afectados”, añade.
El Departamento de Agricultura del Estado de Washington afirma en su web que “unos pocos avispones pueden destruir una colmena en cuestión de horas”. “Entran en una ‘fase de matanza’ en la que matan abejas decapitándolas. Luego defienden la colmena como propia y cogen a las crías para alimentar a sus propias crías”, sostiene.
Aparte de estos ataques a insectos, Schmidt considera que el resto de daños son menores y son insectos “hermosos” a la vista. El entomólogo Akito Kawahara explica a The Conversation que en algunas partes de Japón, las personas consideran que estos avispones son beneficiosos porque eliminan las plagas, por ejemplo de orugas dañinas, de los cultivos.
Estos insectos no suponen un peligro importante para los humanos, según confirman ambos expertos. Si bien es cierto que pueden causar reacciones alérgicas que podrían llegar a ser muy graves, Schmidt asegura que suponen un menor riesgo “que el causado por las abejas, las avispas pintas amarillas o las hormigas de fuego”.
Kawahara afirma que en Japón ha visto en varias ocasiones estos avispones en las montañas a las afueras de Tokio. “Como cualquier otra avispa social, defenderán su nido si se interrumpe la colonia. Pero en la mayoría de los casos no harán nada si las personas no son agresivas con ellos”, explica.
Los aguijones de estos insectos, según cuenta, pueden perforar la ropa gruesa por lo que es recomendable evitarlos siempre que sea posible. Recuerda que una vez le picó uno de estos insectos: “La picadura es dolorosa, pero el hinchazón y el dolor en la mayoría de los casos disminuyen en unos pocos días”.
Aún así, subraya que las picaduras de avispas y avispones mataron a menos de 13 personas al año en 2017 y 2018 en Japón , “menos del 0.00001% de la población nacional en un país donde muchas personas pasan tiempo en el bosque”.
En Estados Unidos se está intentando controlar a estos avispones para evitar que se establezcan en el ecosistema. La principal forma de hacerlo, según explica Schmidt, es atrapar a los avispones trabajadores y a las reinas con trampas de cebo para intentar destruir sus colonias. “La ciencia ciudadana será crucial para que las personas estén atentas y notifiquen a las autoridades su existencia”, indica.
Kawahara afirma que en el caso de ver un avispón gigante no es recomendable intentar eliminar los nidos ni rociarlos con pesticidas. Y aconseja a quienes puedan verlos en EE UU hacer una foto desde la distancia y reportarlo al Departamento de Agricultura del Estado de Washington. “Las fotos son esenciales para verificar que las identificaciones sean precisas”, indica.
Por el momento, no se sabe con certeza cómo estos insectos han llegado a América del Norte. Lo más probable, según el entomólogo, es que hayan entrado junto con alguna mercancía que haya sido transportarda hasta allí. De esta forma, Schmidt considera que estos animales podrían llegar a introducirse también en muchas islas en el sur de Asia, Australia, Europa o Sudamérica.
“De nuevo, la introducción sería a través del comercio internacional con las reinas jóvenes que hibernan en el suelo o en algún material que se transporta”, añade. En este caso, sostiene que la forma principal de controlar la propagación de estos animales sería inspeccionar los paquetes que se envíen en los que se sospeche que puedan estar los avispones antes de mandarlos y una vez descargados en su destino.
Y por último...
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En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Pablo Rodríguez Cortés y José Miguel Martín Torres y los biotecnólogos Gonzalo Mercado Vico y Marta Esquiva Díaz.
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