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MALDITA CIENCIA

EDICIÓN ESPECIAL CORONAVIRUS IX: ácido bórico, planchar como desinfectante, falsos positivos y negativos y incidencia por género de la COVID-19 en el 91º consultorio de Maldita Ciencia

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Malditas, malditos: bienvenidos un viernes más a esta clásica previa del fin de semana, ¡nuestro consultorio científico! Como sabéis, desde Maldita.es seguimos desmintiendo los bulos y contestando a las preguntas que todavía nos enviais sobre este coronavirus y la enfermedad COVID-19, sobre las novedades científicas relacionada con ambos y, ahora, sobre la vuelta a la "nueva normalidad". Por eso, por novena semana consecutiva, llega a Maldita Ciencia el Consultorio Especial Coronavirus, para seguir intentando resolver esas dudillas que origina esta situación.

Si tienes más preguntas, enviánoslas a nuestro WhatsApp (655 19 85 38), a nuestro e-mail ([email protected]) o a nuestras redes sociales (bien Twitter, o bien Facebook). ¡Vamos a ello! 

¿El ácido bórico sirve contra el SARS-CoV-2?

Una duda que nos habéis hecho llegar es si el ácido bórico, un antiséptico doméstico y que tiene algunas aplicaciones médicas (además de ser el protagonista de un bulo en referencia al atentado del 11M), puede servir contra el virus SARS-CoV-2.

Todos los expertos a los que hemos consultad están de acuerdo: no existe evidencia alguna de que este compuesto sea útil contra el coronavirus. Así nos aseguran el investigador del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (IRB Barcelona) Eduard Puig, el biólogo molecular y asesor científico Aaron Palomino (maldito que nos ayuda con sus superpoderes) y los miembros del grupo de Difusión de la Sociedad Española de Microbiología (SEM) Kika Colom, Inés Arana y Víctor J. Cid. Tampoco la UE incluye el ácido bórico en su lista de desinfectantes recomendados contra el virus causante de la COVID-19.

“No hemos encontrado nada serio respecto a la recomendación del uso de este compuesto frente a coronavirus”, nos dicen estos últimos. “El borato sódico es un plaguicida y un desinfectante con propiedades antifúngicas y antibacterianas, como prueban los resultados expuestos en este artículo. Es un germicida de potencia media-baja que requiere dosis altas para eliminar bacterias, pero no hemos encontrado prácticamente referencias respecto a virus y mucho menos a coronavirus”. 

“Se usa como excipiente acídico [una sustancia de acción ácida] en muchos compuestos oftálmicos o de uso tópico, ya que un ambiente ácido favorece la curación de heridas y es antimicrobiano”, añade Palomino. “Por lo tanto, está pensado para infecciones bacterianas. Alguna vez se ha propuesto para virus como el herpes, pero no está probada su eficacia”. Y advierte: “nadie debe jugar a hacer preparaciones en casa porque es peligroso”.

También desde la SEM son tajantes: “No debemos aconsejar su uso en la protección contra virus mientras no haya un estudio específico que indique otra cosa. Tenemos muchos desinfectantes virucidas a mano realmente útiles, jabón incluído”. Aquí os contamos por qué el jabón es una de las mejores armas que tenemos para defendernos del coronavirus.

¿Planchar la ropa sirve para desinfectarla del coronavirus?

La semana pasada explicamos que existen algunas alternativas para desinfectar la ropa que no se puede lavar en caliente, que es la recomendación general. Hoy respondemos a otra pregunta en el mismo sentido: ¿planchar también sirve para desinfectar, teniendo en cuenta que la superficie en contacto con la ropa supera los 100 grados y, dependiendo del modelo y del ajuste, puede alcanzar los 230 grados?

Según Eduard Puig, investigador del Institut de Recerca Biomédica (IRB) de Barcelona, sí, el calor que se genera durante la acción de planchar “ayuda a eliminar los virus que puedan quedar en la ropa”.

El bioquímico investigador del CSIC Héctor Zamora Carreras, maldito que nos ha prestado sus superpoderes para responder a esta pregunta, añade que “el vapor aplicado durante un tiempo suficiente sí podría llegar a destruir el virus, que difícilmente soporta temperaturas por encima de los 60-90 °C aplicadas durante suficiente tiempo”.

El biólogo molecular Aaron Palomino, nos recuerda las dos variables que se tienen que tener en cuenta, temperatura y tiempo, de las que ya nos habló en este otro artículo sobre la desinfección de la ropa que no se puede lavar en frío: “60°C durante 30 minutos, 65 °C durante 15 minutos y 80 °C durante 1 minuto son eficaces para reducir la capacidad infectiva del virus”, dice.

Como explica Jordi Solé Ferré, biotecnólogo y gestor de proyectos de la UPC, y otro maldito que ha generosamente prestado a Maldita Ciencia sus superpoderes, “los tratamientos térmicos son eficaces y bien conocidos para la esterilización de espacios y materiales. Desde la pasteurización hasta los sistemas de autoclave (un recipiente de presión utilizado para esterilizar material médico)* utilizados hoy en día, se han mostrado eficaces para eliminar la mayoría de microorganismos viables. Las principales dianas [objetivos] de estos procesos son las proteínas, las cuales en su mayoría empiezan a perder su estructura tridimensional a los 40˚ C, perdiendo así su funcionalidad.”

Solé Ferrer nos confirma que “en el caso del coronavirus, sabemos que cuanta menor sea la temperatura a la que se somete, mayor debe ser el tiempo de exposición. Así, por ejemplo, si lo mantenemos a 40˚ C durante 80 minutos, conseguimos eliminar el 99,99% de los virus viables. Con una plancha convencional, trabajamos entre 100 y 200˚ C, por lo tanto, la tasa de reducción será alta aún con tiempos de exposición cortos. Eso sí, también hay que añadir que si la ropa ha sido lavada y tendida (24 h) o secada de forma convencional, la tasa de reducción es suficiente como para no preocuparnos.”

La Sociedad Española de Microbiología, através de su Grupo de Difusión formado por Kika Colom, Inés Arana y Víctor J. Cid también nos recuerda que los estudios que se han hecho sobre la semivida del virus (es decir, su tasa de descomposición) y la inactivación por calor "sugieren que por encima de 40ºC disminuye notablemente su viabilidad y su capacidad infectiva y a partir de 65º son total e irreversiblemente inviables". Por lo tanto, concluyen, "aunque no encontramos estudios concretos que aconsejen un protocolo que elimine totalmente los virus por esta vía, parece razonable que la aplicación de vapor de agua tenga un efecto desinfectante eficaz, si el tejido lo permite.¡Planchar pañuelos y servilletas cuando aún se usaban de tela era una recomendación que se hacía hace tiempo para prevenir resfriados!".

Aún así, Palomino advierte: “aunque en teoría dejar la plancha un tiempo indeterminado inferior a 1 minuto (probablemente 5-10 segundos) sin moverse debería inactivar el virus, el planchado suele ser dinámico, y no se puede garantizar que esos segundos inactiven al virus. De todos modos aunque parece plausible, no le veo una aplicación práctica a dañar una ropa pudiendo lavarla en la lavadora.”

¿Por qué algunos tests dan falsos positivos y negativos?

Nos habéis preguntado por qué algunas pruebas para diagnosticar la COVID-19 dan falsos positivos o negativos, es decir, que aun estando sanos nos dicen que tenemos la enfermedad o, al revés, cuando estando infectados, la prueba concluye que no hay presencia de la enfermedad o el virus. Esto ocurre porque los resultados de las pruebas nunca son fiables al 100%.

En general, en las pruebas para diagnosticar la COVID-19, son más comunes los falsos negativos que positivos, según afirma a Maldita Ciencia la Sociedad Española de Microbiología. Aunque depende de la sensibilidad de cada test. “Si la carga viral de la muestra (test diagnósticos) o el título de anticuerpos (tests serológicos) está por debajo del umbral de detección de la muestra, tendremos un negativo mal diagnosticado”, explica.

Test COVID19

Como os explicamos aquí, existen diferentes tipos de tests para detectar el coronavirus. Desde el inicio de la epidemia, la forma más fiable de diagnóstico está siendo mediante pruebas de PCR. Esta técnica tiene una buena sensibilidad (mayor del 90%), pero depende mucho “de la correcta toma, transporte y procesamiento previo de la muestra”. Para realizarla, se recoge una muestra de la nariz o la parte posterior de la garganta del paciente. 

Alfredo Corell, vocal de la Sociedad Española de Inmunología y catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid, cuenta a Maldita Ciencia en qué casos puede dar falsos negativos: “Puede ser que se tome la muestra de una zona donde no esté el virus o que esté muy bajo, por debajo del límite normal de detección”. No obstante, explica que esto último es más infrecuente al tratarse de una técnica muy sensible.

El motivo “más habitual” de los falsos positivos en el caso del PCR, según explica, es que la persona que manipula la muestra esté contagiada y pueda contaminarla involuntariamente. También podría ocurrir que quien la analiza en el laboratorio la contamine “en algún momento del proceso”. 

La Sociedad Española de Microbiología explica a qué se deben los casos de personas “teóricamente curadas" que dan positivo en las pruebas o "falsas alarmas de reinfección": “Lo que ocurre es que la técnica se basa en la detección del RNA del virus, de su genoma, independientemente de que el virus sea viable o no". Es decir, si una persona curada aún tiene restos de virus (aunque no sean infectivos), se puede detectar. 

Pero además de las PCRs, en la actualidad en España también se realizan test de diagnóstico rápido. Como os explicamos aquí, estos test no identifican el ARN del virus, sino que detectan, o bien anticuerpos producidos frente al virus utilizando una muestra de sangre, que es otra manera de conocer si el paciente está o ha estado infectado, o bien proteínas del virus presentes en las muestras respiratorias de exudado nasofaríngeo. Jose Manuel Bautista, que coordina el laboratorio de COVID-19 de la Universidad Complutense de Madrid, ya explicó aquí a Maldita Ciencia que los test rápidos no tienen suficiente sensibilidad: “Puede haber falsos negativos hasta en un 20% o un 30%”.

En este caso, Corell destaca que un falso negativo podría deberse a que el individuo tenga anticuerpos pero no en cantidades suficientemente altas, sino por debajo del límite de detección de estos kits. “También puede haber un falso negativo porque se ha visto que los anticuerpos están más concentrados en sangre venosa central, es decir, cuando se saca con una jeringuilla de la flexura del codo. Cuando tomamos la sangre capilar, algunas técnicas no detectan bien los anticuerpos”, añade Corell. 

Por el contrario, un falso positivo podría suceder cuando una persona haya tenido una infección por algún coronavirus similar de la misma familia. Así lo afirma Corell, que resalta que ocurre en pocas ocasiones: “Al producir los anticuerpos frente a ese catarro que tuvo por otro coronavirus, puede que  de modo cruzado nos dé una reacción positiva con el test de anticuerpos”. 

El biotecnólogo Jordi Solé Ferré, que nos ha prestado sus superpoderes, añade que en ocasiones los tests fallan porque vienen defectuosos de fábrica o ciertas materias primas al ser entregadas no se mantuvieron en la nevera y han perdido sus propiedades. Para evitar falsos positivos o negativos, Ferré explica que se suele optar por sistemas certificados de calidad, análisis por duplicado o triplicado, verificación y calibración diaria de equipos, protocolos normalizados de trabajo o doble revisión de muestras y resultados.

El cálculo del falso positivo o falso negativo es una forma de poder asegurar qué información de la que estamos manejando es fiable o no”, explica a Maldita Ciencia Raúl Ibáñez, profesor de Matemáticas en la Universidad del País Vasco. Se trata, según explica, de detectar cuál es la probabilidad de que una persona que ha dado positivo en una prueba médica para detectar cierta enfermedad la padezca realmente. 

El riesgo de tener falsos positivos o falsos negativos está presente en todas las pruebas de diagnóstico, según cuenta a Maldita Ciencia Pere Grima, profesor de Estadística de la Universitat Politècnica de Catalunya. “Incluso cuando el test es muy preciso y fiable puede haber problemas en la manipulación de la muestra o confusión de una muestra con otra. El riesgo nunca es cero”.

¿Hasta qué punto es preocupante que se den falsos positivos y falsos negativos? La Sociedad Española de Microbiología considera que “un falso negativo puede tener consecuencias importantes tanto en la salud del paciente como en la transmisión a la comunidad”. En el caso de los estudios de seroprevalencia, “una alta tasa de error (falsos negativos) nos daría una percepción errónea de la inmunidad de rebaño y del impacto de la epidemia”. “No es probable que en estos estudios de poblaciones se dé un error por falsos positivos”, concluye.

¿Es distinta la vulnerabilidad de hombres y mujeres frente a la COVID-19?

La cuestión de cómo afecta la COVID-19 a hombres y mujeres, que también nos habéis hecho llegar, es muy compleja y los investigadores aún no tienen una respuesta definitiva. Ayer mismo, en los resultados preliminares del estudio serológico ENE-Covid19 (aún en fase de desarrollo), se explicaba que la prevalencia estimada de anticuerpos IgG frente a SARS-CoV-2 en España es muy similar en hombres y mujeres (5,0% versus 5,1%). Eso es, un porcentaje muy parecido de hombres y mujeres en España ha entrado en contacto con el virus, como era de esperar.

Estos son datos estimados con métodos estadísticos. Sin embargo, los datos de la RENAVE (Red Nacional de Vigilancia Epidemiologica perteneciente al Instituto de Salud Carlos III) en este informe fechado 7 de mayo señalaban que el 56% de las personas afectadas por el virus en España son mujeres, y como explica este artículo de la Vanguardia, son datos que se repiten a nivel europeo. Sin embargo, los hombres parecen sufrir la enfermedad más gravemente: el 57% de los hospitalizados y el 70% de los ingresados en las UCIs son hombres, según los mismos datos la RENAVE. También son los que más a menudo muestran síntomas como fiebre, tos o neumonia.

¿A qué se deben estas diferencias? No hay aún un consenso científico claro. En este artículo en el País, Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiología (que además es la coordinadora científica del estudio ENE-Covid19, el estudio de seroprevalencia que se está llevando a cabo en España y del que hablamos aquí) dice que “tener COVID-19 es como un estresor que multiplica la probabilidad de morir. Como la probabilidad normal de morir es diferente en hombres y mujeres y por grupos de edad, el virus hace que sea más probable morir por COVID-19 a aquellos que ya tenían una probabilidad más alta de morir”.

La coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Género, Diversidad Afectivo-Sexual y Salud de la Sociedad Española de Epidemiología Elisa Chilet observa que “síntomas como la fiebre o la tos están muy presentes en ambos sexos, pero son más comunes en hombres. Parece ser que los hombres presentan una sintomatología más relacionada con el sistema respiratorio (disnea, neumonía, síndrome de distrés respiratorio agudo) y las mujeres presentan más frecuentemente dolor de garganta y síntomas relacionados con el sistema digestivo (vómitos, diarrea). Además, la mortalidad parece ser mayor en hombres que en mujeres (10,5% vs 6%).”

Estos elementos han llamado la atención de muchos investigadores. Según Chilet, “se han señalado como posible causa diferentes factores: una mayor prevalencia de hábito tabáquico en hombres, una diferente respuesta inmune en mujeres y hombres, una mayor presencia de otras enfermedades en el caso de los hombres que pueden verse agravadas por la infección de SARS-CoV-2 –particularmente cardiovasculares, respiratorias y diabetes [Aquí os explicamos lo que se sabe sobre la relación entre los medicamentos contra la hipertensión, que es más frecuente entre hombres, y el coronavirus]. También se ha señalado el impacto de los roles de género en la salud de los hombres. En este punto de la pandemia, no existe una respuesta clara que explique esta diferencia.”

Chilet también destaca que en España “hay más de 35000 casos confirmados en personal sanitario, de los cuales un 75% son mujeres. Una de cada 3 mujeres contagiadas es sanitaria, frente a uno de cada 8 hombres contagiados”.

La médico Alba Valiente Pallejá, del IISPV, que nos ha prestado sus superpoderes, analizando la literatura científica (aquí, aquí, aquí, aquí y aquí) nos señala otras explicaciones que se han encontrado. Una es la cultural: “el hecho de que los niños estén en casa sin escuela y de que las mujeres suelen ser las principales cuidadoras, implica que tienen que interrumpir su vida laboral y social de forma más brusca que los hombres”, dice. “Hay también otros estudios que atribuyen a los hombres una mortalidad más elevada debido a un número más grande de fumadores entre hombres. Fumar además se relaciona con una mayor expresión de ACE2, un receptor importante para la penetración del virus. Aún así -concluye- otros estudios no relacionan el tabaco como factor que predispone a la SARS”.

La enzima ACE2 ha adquirido cierto protagonismo como una de las posibles explicaciones de los diferentes efectos de la enfermedad a raíz de un estudio que ha salido esta semana en European Heart Journal, y que no estaba diseñado para estudiar la COVID-19. El estudio, que incluye 3500 participantes, muestra que los hombres tienen una concentración mayor en la sangre de ACE2 que las mujeres. Algunos creen que este hecho podría estar relacionado con la mayor gravedad de los síntomas entre los hombres. Aquí un artículo de Redacción Médica lo explica.

Iziah Sama, uno de los coautores de ese estudio, afirma en un comunicado que “cuando observamos que uno de los biomarcadores más fuertes, la enzima ACE2, estaba en concentraciones mayores en hombres que en mujeres, me di cuenta de que tenía el potencial de explicar por qué los hombres tenían más probabilidad de morir a causa de la COVID-19 que las mujeres”. Sin embargo, el estudio no permite aclararlo. Hay que señalar tabién que Adriaan Voors, del Centro Médico Universitario de Groningen (Países Bajos) y líder del estudio, remarca que “sus conclusiones se restringen a los pacientes con insuficiencia cardiaca, y estos pacientes no tienen COVID-19”.

Hay también otro estudio dado a conocer esta semana (y que aún no ha sido publicado en ninguna revista científica y por lo tanto hay que considerar preliminar) cuyo primer autor es el científico español Daniel Prieto-Alhambra. En él, los investigadores han trabajado con más 120.000 pacientes del Institut Català de Salut y que también concluye que seis de cada 10 pacientes son mujeres y que la mortalidad es más elevada entre los hombres, además que el 15% de los pacientes requieren hospitalización dentro de un mes y una mortalidad del 4%.

Valiente Pallejá, experta en psiquiatría, añade que “a nivel de salud mental parece ser que una vez estabilizada la pandemia habrá diferencias de género con más patología psiquiátrica (ansiedad, depresión, estrés postraúmatico) en mujeres que en hombres”.

Y por último...

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En este artículo han colaborado con sus superpoderes l@s maldit@s Aaron Palomino, Eduard Puig, Héctor Zamora Carreras, Jordi Solé Ferré y Alba Valiente Pallejá.

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