A veces cuando la gente piensa en un fact-checker, sólo ve a un periodista que investiga una afirmación, la comprueba y dice si es cierta o no. Sin embargo, para combatir la desinformación de forma efectiva hay que hacer muchas más cosas: detectar los posibles bulos rápidamente, antes de que se vuelvan virales y afecten a más gente; explicar con calma las cosas que no son blancas ni negras, ayudar a la gente a estar mejor preparada para la mentira con la alfabetización mediática o la regulación; crear herramientas para que sea más difícil que nos engañen o para luchar juntos contra los manipuladores.... En Maldita.es hacemos todas esas cosas para prevenir que nos la cuelen: es lo que llamamos pre-bunking. Son una serie de herramientas, medidas e iniciativas a través de las cuales tratamos de intentar reducir la propagación y el impacto de los bulos.
Detección temprana de desinformación y de narrativas desinformadoras
En Maldita.es estamos trabajando en distintos proyectos para obtener alertas tempranas de posibles desinformaciones. A través de herramientas algorítmicas aprendemos del lenguaje de los desinformadores y de los canales que utilizan, lo que nos permite automatizar procesos y crear sistemas que nos posibilitan ser más rápidos a la hora de reaccionar ante una desinformación.
Automatización y chatbot
Mediante nuestro servicio de chatbot de WhatsApp (+34 644 22 93 19) somos capaces de ganar eficacia en varios aspectos del pre-bunking. Por un lado, la gente nos hace llegar contenidos para preguntar si se trata de un bulo o qué sabemos al respecto. El chatbot responde de forma automática con los artículos disponibles en la web de Maldita.es y pide al usuario que, si era lo que estaba buscando, le reenvíe el enlace a aquellas personas que se lo enviaron en primer lugar, consiguiendo así que sea difundido por redes privadas y que otros no caigan. Además, estas consultas nos permiten también recolectar información en tiempo real sobre qué es lo que más se está viralizando y, sobre todo, nos ayudan a descubrir nuevas narrativas desinformadoras que pueden formar parte de campañas de desinformación organizadas e incluso extranjeras.
Colaboración de la comunidad
En Maldita.es, la comunidad juega un papel clave a la hora de detectar, desmentir y difundir desmentidos de forma rápida y eficiente. Como decíamos, los usuarios pueden hacernos llegar contenidos sobre los que tengan dudas no solo a través de WhatsApp si no también de otras redes sociales como Twitter, Telegram, Facebook o Instagram.
Nuestra comunidad también está presente en nuestras labores de pre-bunking a través de nuestra iniciativa de Superpoderes. En este programa participan de forma voluntaria expertos en distintas materias, lo que nos ayuda a entender rápidamente los contenidos que desmentimos e incluirlos como fuentes fiables. Además, cuando comparten ellos los artículos en los que colaboran, nos ayudan a concienciar y prevenir a otros profesionales sobre narrativas desinformadoras que se mueven en sus ámbitos de trabajo.
Alfabetización mediática
La educación es un aliado fundamental en la batalla contra la desinformación. A través de Maldita Educa desarrollamos materiales, vídeos y formaciones adaptadas a las necesidades de cada uno que explican cómo funciona la desinformación, qué motivaciones hay detrás y cómo se combate. No solo es importante hablar sobre desinformación con la gente sino ayudarles también a buscar y consumir información contrastada de calidad y fomentar el pensamiento crítico.
Maldita.es hace pre-bunking de todas estas formas. Combinándolas, tratamos de conseguir que la gente esté concienciada y tenga a mano los recursos suficientes para luchar contra la desinformación cuando tropiece con ella. Es nuestra forma de vacunar a la sociedad contra el virus de la desinformación.
Por otro lado, están aquellos (principalmente algunas grandes plataformas digitales) que siempre andan buscando un remedio mágico, una solución única y final contra la desinformación, lo más barata y automática posible. Una “bala de plata” que nunca llega, pero que les permite no hacer algunas cosas que ayudarían mucho contra la desinformación, con la excusa de seguir buscando una solución definitiva que no existe. Una solución a la que ahora YouTube se refiere como “pre-bunking”, pero que es mucho más limitada que lo que es el pre-bunking.
La teoría de la inoculación como una parte del pre-bunking
La parte del pre-bunking a la que se encomiendan plataformas como YouTube es un enfoque más limitado que se basa en la llamada teoría de la inoculación. Llevada al campo de la desinformación, se trataría de que antes de encontrarse con un bulo a la gente se le dieran argumentos para refutarlo, ya sea información concreta sobre por qué es falso o (como prefieren algunas las plataformas) advertencias genéricas sobre las técnicas que suelen usar los desinformadores.
Por ejemplo, se puede llevar a cabo a través de juegos en línea como Go Viral!, centrado en la desinformación sobre la Covid-19 y sobre el que ya os hablamos en este artículo sobre videojuegos. Maldita.es también ha aplicado la teoría de la inoculación para hacer pre-bunking en proyectos como el escape room “La fábrica de bulos” de Maldita Educa sobre desinformación de migración. Existen varios estudios en los que esta estrategia ha tenido resultados positivos tras aplicarla a temáticas como desinformación sobre el cambio climático y a distintos formatos como vídeos cortos.
Ahora bien, en Maldita creemos que una visión del pre-bunking y la lucha contra la desinformación basada sólo en estas actuaciones de inoculación está destinada al fracaso. Hacen falta herramientas muy variadas, un concepto mucho más amplio de todo lo que constituye pre-bunking: detección temprana, educación, comunidad… además del debunking (desmentido a posteriori) que diversos estudios muestran como más efectivo a largo plazo.
¿Por qué las plataformas apuestan por este enfoque? El ejemplo de Google en YouTube
Si bien los desmentidos tienen mejores resultados que las iniciativas de inoculación hay dos motivos clave por los que algunas grandes empresas tecnológicas están más interesadas por la segunda opción: el coste y la escalabilidad.
Para monitorizar la desinformación concreta que circula e investigarla con garantías se necesita un grupo de profesionales que diariamente detecten, consulten y preparen información específica para cada desinformación. Para hacer inoculación, no siempre.
Si tomamos como ejemplo una iniciativa desarrollada por Google en la que diseñaron vídeos cortos en los que se explican técnicas usadas habitualmente para desinformar y se posicionaron antes del vídeo que contiene desinformación, podemos decir que “inocular” es más barato: se producen pocos vídeos y no son específicos al contenido, sino genéricos. Así llegan además a un público muy amplio, ya que desplegaron las animaciones como publicidad en la plataforma y se podían usar junto a muchos tipos diferentes de vídeos ya que la iniciativa de YouTube evita meterse en narrativas concretas.
Por otro lado, Google ha usado una estrategia diferente en países de Europa del Este para desmontar “narrativas emergentes” sobre refugiados ucranianos (ej. “la subida de costes es culpa de los refugiados ucranianos”) que próximamente extenderá a Alemania dados los “buenos resultados” que la propia Google dice haber obtenido. La detección de esas narrativas emergentes fueron trabajo de organizaciones de fact-checking como Demagog (Polonia), entre otros. La inoculación dependía por tanto del trabajo diario de detección y verificación que llevan a cabo las organizaciones de fact-checking.
Mientras YouTube apuesta por este enfoque estrecho e incompleto del pre-bunking, que además apenas aplica en un par de programas experimentales de alcance muy limitado, el problema de la desinformación y la radicalización en la plataforma sigue siendo muy serio. En enero de 2021, más de 80 organizaciones de fact-checking de todo el mundo enviaron una carta a la compañía exigiendo medidas para que dejara de permitir que su plataforma “se usara para manipular y explotar”, pero no ha habido cambios significativos.
En la lucha contra la desinformación la inoculación necesita ir acompañada de otros esfuerzos, centrarse solamente en este enfoque por ser barato y escalable puede ser peligroso. Deben existir salvaguardias para atender a aquellos que ya han sido expuestos a desinformación sin haber sido vacunados con pre-bunking, tanto por no querer como por no haber tenido la oportunidad, o en los que éste no ha funcionado como era esperado.
Está demostrado que la “vacuna” es más efectiva si es desarrollada de forma más específica y hecha a la medida de los distintos grupos de usuarios. Esto requiere de una amplia colaboración entre académicos, plataformas y organizaciones de fact-checking para confeccionar los mensajes más adecuados. Hay que tener en cuenta también que los resultados del pre-bunking en distintos grupos demográficos y culturales pueden variar, por ejemplo, investigadores achacaron los resultados nulos de una inoculación llevada a cabo en India a “factores culturales y del diseño del experimento”, pues la mayoría de estudios hasta ahora se han realizado en países occidentales. Además, hay mucho que investigar sobre la duración del efecto y la necesidad de “dosis de recuerdo” pues los efectos en el tiempo son limitados, como explica Van der Linden.
Y es que, aunque esta teoría de la inoculación se empezó a desarrollar en los años 60, la realidad es que no hay suficiente evidencia sobre los resultados de estas iniciativas al ser integradas en plataformas como YouTube. Además, las investigaciones que se hagan van a tener que ser necesariamente en colaboración con las plataformas pues son quienes tienen acceso a los datos al completo.