A veces, los datos pueden producir espejismos que nos llevan a conclusiones equivocadas. Un ejemplo tuvo lugar este verano en Israel: según los datos públicos de mediados de agosto, casi un 60% de las personas ingresadas en el hospital por COVID-19 estaban vacunadas con dos dosis. Esta cifra puede hacernos pensar que las vacunas no funcionan, pero nada más lejos de la realidad.
En Maldita.es ya explicamos por qué había que tomar con cautela estos datos y qué fenómeno estadístico se produce para dar lugar a este espejismo: la paradoja de Simpson. Ahora traemos un ejemplo muy sencillo para aprender a evitar el error.
La clave es hacerse la pregunta correcta
El divulgador Influciencia publicó esta infografía en su cuenta de Instagram, con la siguiente clave: “Cuando oigas a alguien diciendo ‘las vacunas no funcionan porque la gente vacunada se infecta y acaba en el hospital’, piensa cuántos estarían en el hospital si no tuviesen la vacuna”. Y añadía un ejemplo con accidentes de tráfico y el cinturón de seguridad.
Si analizamos los datos totales, vemos que un 75% de las personas que fallecieron en accidentes de tráfico llevaba el cinturón de seguridad (110 de 145), llegando a la conclusión (errónea) de que el cinturón no funciona. Sin embargo, si analizamos los datos por subgrupos, vemos que en los accidentes sin cinturón mueren el 70% de las personas (35 de 50) y en aquellos donde los pasajeros llevaban el cinturón mueren solo el 11% (110 de 950). Es la conclusión contraria a la anterior.
¿Por qué ocurre esto? Porque en el total de accidentes analizados (1000), el grupo de accidentes donde las personas llevaban cinturón es mucho más grande (950) que el de quienes no lo llevaban (50). Por lo tanto, al analizar los datos de fallecidos de forma conjunta ese subgrupo pesa mucho: en el grupo de fallecidos había muchas más personas con cinturón que sin cinturón.
Pero no quiere decir que no sea eficaz o que las personas con cinturón en accidentes fallezcan en mayor proporción que las que no lo llevaban. Por ello, la pregunta correcta no es cuántos de los fallecidos llevaban cinturón, sino cuántas personas sobreviven en los accidentes con cinturón y cuántas en los accidentes sin él.
Apliquemos este ejemplo a los hospitalizados por COVID-19 y a las vacunas. Puede ocurrir que, en un hospital con pacientes graves, haya más vacunados que no vacunados. Pero esto se produce porque la gran mayoría de personas están vacunadas (en España, a fecha de 12 de noviembre, un 88,9% de la población diana tiene la pauta completa) frente a una minoría que no lo están, por lo tanto son subgrupos muy descompensados en tamaño, igual que en el ejemplo del cinturón de seguridad.
Además, se da la circunstancia de que dentro del grupo de personas vacunadas hay más personas mayores (por ejemplo, a fecha de 12 de noviembre, el 100% de 80 años o más están vacunados), que son quienes precisamente tienen más riesgo de desarrollar la COVID-19 de forma grave.
Por ello, como explica Influciencia para conocer la efectividad de la vacuna no hay que preguntarse si los ingresados por COVID-19 están vacunados o no, sino cuál es la probabilidad de ingresar en un hospital con la vacuna y sin ella.
Primera fecha de publicación de este artículo: 30/09/2021