En los últimos años varias organizaciones y medios de comunicación han realizado estudios e investigaciones de hasta qué punto las aplicaciones de control menstrual comparten datos personales de sus usuarias. Las conclusiones son muy similares: estas aplicaciones le contaban a otras empresas nuestros hábitos sexuales y cómo es nuestra regla. The Washington Post avisó de que compartían datos con Facebook y Bloomberg expuso la cesión de información a empresas intermediarias (data brokers), por ejemplo.
También la organización brasileña Coding Rights revisó en 2018 los términos y condiciones, las políticas de privacidad y los modelos de negocio de las aplicaciones Glow, Clue, My Calendar y Maya. Lo que sacaron en claro es que ninguna era demasiado transparente con cómo se usaban realmente los datos que se recogían: para colocar publicidad a las usuarias seguro, pero, ¿para qué se compartían con tantos otros actores?
“Observamos que todas las aplicaciones dependen de la producción y análisis de datos para subsistir financieramente. Después de usarse para calcular la fecha de la próxima menstruación de la persona usuaria, los datos se utilizan para dirigir el marketing directo: se comparten con otros negocios e instituciones de investigación o se usan para nutrir estrategias de venta para productos complementarios, como tampones o termómetros”, señala Coding Rights en su investigación.
Las apps de control menstrual piden datos con un alto nivel de detalle y muchas los comparten con Facebook
Uno de los estudios más extensos sobre los datos exactos que recopilan las empresas tras algunas aplicaciones de control menstrual lo elaboró en 2019 Privacy International, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la defensa de la privacidad y los derechos digitales, para demostrar hasta qué punto compartían información personal de las usuarias con Facebook. Investigaron seis apps secundarias: Maya, MIA, My Period Tracker, Ovulation Calculator Period Tracker y Mi Calendario.
La investigación sirvió para exponer hasta qué nivel de detalle las usuarias volcaban en estos servicios datos sobre su salud, su condición física y sexual y su menstruación. Algunas, como Maya, pedían que se incluyese cuando una persona estaba estreñida, tenía la presión alta o baja, fiebre, gases, insomnio, sufría sudores, tenía náuseas, había perdido peso. A casi todas se les decía cuándo se había mantenido una relación sexual sin usar un preservativo o si había habido masturbación. Parte de esta información -sintomatología o frecuencia de encuentros sexuales- se compartía con Facebook a través de su plataforma para desarrolladores. La red social luego podía compartirlos con otras compañías que tuvieran interés en anunciarse en ella.
Se ha mejorado en la cesión de datos, pero aún se comparten con terceros
¿Ha cambiado algo desde entonces? En 2020, Privacy International pudo añadir a su investigación un último añadido: “Cuatro de las seis aplicaciones menstruales populares que analizamos hicieron cambios en sus prácticas de cesión de datos o ejecutaron investigaciones internas. Estos cambios impactaron positivamente en la privacidad de más de 5 millones de personas”.
Recientemente, la Fundación Éticas, en España, también llevó a cabo un análisis de una docena de aplicaciones, entre ellas Flo, Mi Calendario Menstrual, Clue, Clover y Cycles. Entre otras cosas, comprobaron si las apps tenían política de privacidad, si se entendía y era clara, si exigía muchos permisos, recolectaba datos personales o no y si los llegaba a compartir con otras compañías.
Aseguran que la mayoría comparten datos con terceros con fines comerciales: “A través de la información que se proporciona, pueden saber que la usuaria es probablemente una mujer, cuándo menstrua, si está buscando un bebé o si, por el contrario, lo está evitando. A partir de ahí, se le puede perfilar y, entre los anuncios que aparezcan pueden salir clínicas de fertilidad o clínicas en las que se practican abortos, de las que la usuaria no tendrá referencias más allá del anuncio en sí”, remarcan.
Por norma general, estas investigaciones y sus autores y autoras no instan a los usuarios a eliminar las aplicaciones de control menstrual que usan, sino que tomen conciencia del grado de sensibilidad de la información que están cediendo al contarles su condición sexual a ciertas empresas. Con la mayor cantidad de datos e información en la mano, se pueden tomar decisiones informadas sobre cómo queremos que sea nuestra relación con estas apps. “Podemos elegir apps que nos permitan usarlas sin asociarlas a un perfil, configurar los ajustes de nuestro móvil y de la aplicación en sí y bloquear el acceso a datos específicos”, así como no guardarlos en la nube, aconsejan desde Coding Rights.
Una parcela de riesgos más amplia que solo las apps de control menstrual
¿Son solo estas apps las que recogen datos que estén relacionados con la nueva situación con el aborto en EEUU? Ni mucho menos. El problema de estas aplicaciones es que recogen y almacenan específicamente los datos que hablan de la vida sexual y el estado gestacional de una persona. Esta información, junto a otros datos personales como la ubicación, por ejemplo, forman un paquete de información realmente valiosa para algunas compañías.
El caso del tratamiento abusivo de los datos de localización en Estados Unidos puede verse en ejemplos (algunos más mediáticos que otros). Es el caso de un cura al que destituyeron tras rastrear su ubicación y vincularla a un perfil en Grindr, una aplicación de citas muy popular entre la comunidad homosexual. A partir de datos agregados sobre su localización (aunque no apuntaran a su nombre directamente) se pudo concluir que frecuentaba locales de encuentro de personas homosexuales.
“El énfasis tiene que estar en la privacidad en general de las mujeres en este contexto: puedes eliminar la app, pero si después hablas por mensaje privado de redes sociales y vas diciendo que te has quedado embarazada y quieres abortar, el riesgo sigue estando. La aplicación es una herramienta adicional, aunque el peligro real está en las comunicaciones electrónicas y el uso que se le dan a las redes sociales y otros espacios digitales”, concluye Gemma Galdón, directora de la Fundación Éticas y Éticas Consulting.
Para Galdón, los últimos acontecimientos relacionados con el acceso al aborto en Estados Unidos sirven para generar concienciación sobre la privacidad y nuestra relación con lo digital y cómo incluimos información sobre la salud sexual y reproductiva, sin ser conscientes de los futuros riesgos: “Una vez abierta esa conversación, lo importante es hablar de todos los otros sistemas de control y vigilancia digital que hacen que todo lo que hacemos quede registrado y se pueda utilizar en nuestra contra”, como en el caso de una interrupción voluntaria del embarazo no permitida bajo la ley.
Primera fecha de publicación de este artículo: 01/07/2022