Desde hace unos meses, te habrás cruzado con noticias que advierten de la falta de componentes para nuestros aparatos tecnológicos. Además, tal y como os explicamos en Maldita.es, también llevamos algunas semanas recibiendo avisos de que nuestros regalos de Reyes podrían no llegar a tiempo. Pero, ¿por qué pasa esto? ¿Cuáles son los componentes que faltan? ¿Encontraremos los productos tecnológicos que queramos comprar? Os lo contamos.
Hay escasez de microchips: la base de dispositivos tecnológicos modernos como móviles, portátiles o videoconsolas, pero también vehículos
Para empezar, los componentes que más escasean son los chips: los circuitos integrados que permiten que los aparatos modernos cumplan sus funciones. Tal y como explica a Maldita.es Ignacio Mártil, catedrático de Electrónica en la Universidad Complutense de Madrid, “son los componentes fundamentales porque son los que permiten que un móvil sea un pequeño ordenador en el que puedes llamar, o que en un portátil tengas la capacidad de realizar operaciones como abrir un documento, editarlo y enviarlo, posteriormente, a través del navegador”.
Pero no se limita a los últimos modelos de teléfonos, ordenadores o tabletas: también el sector automóvil requiere de estos chips para poner en funcionamiento parte de la electrónica de los coches (como los asistentes o el GPS incorporado), de ahí que la producción de vehículos haya disminuido. Se espera que se fabriquen unos 7,7 millones menos de coches de lo previsto y algunas empresas hayan planteado un ERTE a sus empleados, como en el caso de Seat, que en España tiene activo este expediente de regulación de empleo hasta junio de 2022 por la falta de estos componentes electrónicos necesarios para finalizar el montaje de los coches. De hecho, los retrasos en las entregas de vehículos están llegando hasta los seis meses.
De la misma manera, también están sufriendo esta crisis empresas de la talla de Apple, que ha tenido que realizar un recorte en la producción prevista de cara a la época de compras que viene del nuevo iPhone 13, anunciado en septiembre, por la falta de chips, o Sony, fabricante de la videoconsola PlayStation 5. La última presenta constantes roturas de stock, que prevé que se mantengan hasta 2022.
“Estos componentes están en nuestra vida desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. La gestión del tráfico en una gran ciudad con los semáforos, por ejemplo, dependen de estos sistemas, por lo que no es una cuestión que se limite a nuestros móviles y ordenadores”, añade Mártil.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
La realidad es que esta situación no es nueva, pues lleva produciéndose meses y no se limita a 2021: “Con el inicio de la pandemia, debido a la incertidumbre en las ventas, algunas industrias dependientes de chips (especialmente la industria automovilística) redujeron su producción, y por tanto la demanda de chips, cuyas fábricas productoras también han estado paradas o funcionando a menor capacidad”, nos explica Berta Domènech, doctora en Química especializada en el desarrollo y aplicación de nanomateriales en el Hamburg University of Technology (TUHH) y maldita que nos ha prestado sus superpoderes.
Pero eso es solo el principio. “El teletrabajo y los estudios en línea han hecho aumentar la demanda de aparatos electrónicos, que junto con la reactivación del resto de sectores, como el de los vehículos, hizo que se encargaran de golpe muchísimos chips, y las fábricas no estaban preparadas”, añade Domènech.
A día de hoy, tres empresas son las encargadas de fabricar estos componentes tan necesarios
A todo esto hay que añadir, como comenta Ignacio Mártil, que sólo existen tres empresas que fabriquen este tipo de chips de última generación en el mundo: Samsung, Intel y TSMC. Esta concentración del sector en tan pocos actores se debe, según el experto, a lo caro que resulta poner en marcha y mantener una fábrica capaz de producir estos componentes: “En el año 2000, había 18 grandes fabricantes de chips de vanguardia, pero actualizar las fábricas que los producen es una inversión altísima: entre 10 y 15 mil millones de dólares sólo para ponerla en marcha, y una cantidad similar cada 3 o 4 años para mantenerla al día, por lo que todas las empresas han ido abandonando la producción en favor del diseño, como IBM o Toshiba”.
“La peculiaridad radica en que Samsung diseña y fabrica los circuitos integrados para sí misma y bajo encargo para otros, Intel diseña y produce principalmente para otros y TSMC sólo fabrica para terceros, sin diseñarlos”, comenta el catedrático de Electrónica. Esta última, la taiwanesa TSMC, es la principal fabricante de este tipo de chips en el mundo. “La mayoría de las empresas, salvo Samsung o Intel, le suelen encargar a TSMC la fabricación de estos componentes que previamente han diseñado. Por ejemplo, el primer procesador propio de Apple, el M1, está trazado en Estados Unidos pero lo fabrica TSMC en Taiwán”, prosigue Mártil.
Aquí aparece otro de los motivos por lo que esta crisis no se puede atajar rápidamente. “Si ahora mismo cualquier empresa invierte el dinero y construye una fábrica, no estaría en condiciones de colocar el producto en el mercado hasta dentro de unos tres años”, cuenta Mártil. Es, por ejemplo, lo que le sucede a TSMC, que acaba de invertir 12 mil millones de euros en una fábrica en Arizona que no estará disponible, al menos, hasta mediados de 2024.
Todo este panorama lo definen los expertos como la “tormenta perfecta”. A todo lo anterior “hay que sumar, por un lado, la escasez de agua que sufre Taiwán, un elemento necesario para las fábricas y que ha obligado a paralizar la producción en algunas de ellas; así como los ‘apagones eléctricos’ en la industria localizada en China y, por otro lado, la crisis logística en el transporte marítimo de los componentes y demás productos”, señala Domènech.
Los retrasos llevan produciéndose meses en todos los sectores implicados en el proceso de fabricación
No son sólo las grandes empresas que todos tenemos en la cabeza. Alejandro López, CEO de Slimbook, una empresa valenciana de ordenadores, comenta a Maldita.es que esta situación la llevan notando desde hace casi un año. “Nosotros ensamblamos todos los componentes en España, salvo la placa base que viene ya montada de Asia, y cuando antes tardaban un mes en llegarnos las piezas, ahora tardan entre cuatro y seis meses”, prosigue López. Con respecto a las campañas venideras de gran demanda, como el Black Friday o las Navidades, el responsable de Slimbook añade que “el pasado junio tuvimos que hacer el pedido para tener stock de cara a finales de año, y lo hicimos sin haber recibido gran parte del encargo que habíamos hecho en enero, casi seis meses antes”.
Los retrasos en la logística marítima siguen agravando el problema de suministros, pues como comenta López, “las fábricas también sufren la crisis logística, porque van a fabricar las placas bases, esperan por el procesador tres meses y luego resulta que hay escasez de los chips que permiten tener conexión WiFi, cuestión que no lo habían previsto y no pueden terminarla hasta que lo tengan todo”.
La gran pregunta: ¿cuándo podremos resolver este problema?
Lo más probable que suceda es que no encontremos el modelo exacto de teléfono u ordenador que estemos buscando, algo que rara vez nos habrá ocurrido en otras ocasiones, pero sí que tendremos disponibles algunas alternativas. Es la solución por la que están optando las grandes superficies y, en general, las tiendas de informática, que procuran ampliar la oferta de productos para evitar el desabastecimiento total. Desde MediaMarkt Iberia nos comentan que “aunque en momentos puntuales no haya stock de determinados productos, procuramos disponer de otros de la misma gama que tengan características similares para satisfacer las demandas que nos llegan”.
¿Podemos poner fecha de fin? Para Ignacio Mártil, “no hay manera de saberlo con exactitud”. Sin ir más lejos, “hace 3 meses, el CEO de Intel pronosticó que para el segundo semestre de 2022 estaría resuelto y, hace unos días, alargó esa previsión hasta 2023, al igual que la responsable de AMD, otro diseñador de procesadores”. Es algo con lo que coincide Alejandro López: “según lo que nos han comentado algunas fábricas y marcas con las que trabajamos es que hasta mediados de 2022 no empezará a mejorar la situación”. “Lo único que podemos saber es que va para largo”, concluye Mártil.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes nuestra maldita Berta Domènech, doctora en Química especializada en el desarrollo y aplicación de nanomateriales en el Hamburg University of Technology (TUHH).
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