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MALDITA TECNOLOGÍA

Datos biométricos, contraseña o patrón: ¿cuál es la forma más segura para bloquear nuestro teléfono?

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Cuando configuramos nuestro móvil, el sistema nos suele dar varias opciones para bloquearlo de modo que nadie pueda acceder a él: un patrón, un código pin o una contraseña y, en los modelos más modernos nos permite usar nuestros rasgos biométricos, como la huella dactilar o la cara. ¿Pero cuál es la más segura de todas?

Una cosa que tenemos que tener en cuenta antes de encontrar la respuesta es “el número máximo de intentos de desbloqueo” que nos da el móvil, como nos comenta nuestra maldita Paula González, especialista en ciberseguridad y jefa de auditoría en AKV. “Si no hay un número máximo de intentos, el método más seguro es una contraseña, siempre y cuando sea lo suficientemente robusta”, añade. 

El pin o el patrón son más vulnerables a ataques de fuerza bruta (siempre que no haya un número máximo de intentos)

Otros métodos como el pin y el patrón, con menos combinaciones posibles, “son más susceptibles a ataques de fuerza bruta”, añade la experta. Esto significa que quien trate desbloquear nuestro teléfono va a intentar hacerlo probando todas y cada una de las combinaciones (y no tiene por qué ser a mano: para probar las distintas combinaciones se usan programas informáticos que hacen los cálculos automáticamente).

Mar Arribas, otra de nuestras malditas expertas en ciberseguridad que nos ha prestado sus superpoderes, coincide con González y afirma que el mejor método, como respuesta corta, es “una contraseña, porque a diferencia del patrón y del pin, permite muchas más combinaciones posibles”

Podemos crear contraseñas seguras a partir de las iniciales de una frase

Pero no vale cualquier contraseña. “Lo más recomendable es una completamente aleatoria de 8 caracteres, que es más que suficiente para nuestro uso cotidiano, como 9dfnrttM, 49vdUJNg, kqT4vjq3”, comenta Arribas. Aunque asuste y parezca difícil de memorizar, “tan solo hace falta usarla un puñado de veces para que quede tan interiorizada como el PIN de la tarjeta de crédito o nuestro número de teléfono”, comenta. Otra solución es usar las iniciales de una frase de la que nos vayamos a acordar mejor, por ejemplo: “El 8 de marzo vi a Rosalía en concierto”, que podría agruparse en “E8dMvaRec”.

En cuanto a la huella y la cara, “si bien son métodos muy cómodos, no son infalibles: con una máscara 3D se puede romper la seguridad facial”. Incluso, como complementa González, “nuestra cara está en sitios de internet como redes sociales, y nuestra huella la vamos dejando por ahí en las cosas que tocamos y, por si fuera poco, también se pueden extraer de una fotografía”.

Ambas especialistas coinciden en que también tenemos que tener en cuenta otro factor: a quién nos enfrentamos o de qué queremos protegernos. Por ejemplo, “en el caso de un ciudadano estándar que pierda el teléfono, con un número máximo de intentos, la huella o la cara sería suficiente”, afirma González. “Sin embargo, si es alguien competente quien va detrás de ti, hará falta la contraseña, habilitar el cifrado del teléfono y tener todo siempre actualizado”, finaliza Arribas.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes  las malditas Paula González, experta en ciberseguridad y jefa de auditoría en AKV, y Mar Arribas, también especialista en ciberseguridad. 

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