¡Hola, malditos y malditas! Ha llegado vuestra cita más importante de la semana, la del consultorio tecnológico. Esta semana hablamos de por qué Instagram nos muestra avisos de su centro de ayuda cuando buscamos diferentes hashtags (como los que contienen la palabra “ansiedad”), sobre el mejor método para bloquear nuestros dispositivos electrónicos y cómo podemos impedir que usen nuestro nombre como dominio (o que nos copien la página web).
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¿Por qué a veces Instagram no muestra ciertas publicaciones sobre temas como la ansiedad? Me ofrecen un número de teléfono al que llamar cuando busco la palabra.
Esta semana se ha viralizado un tuit en el que una usuaria contaba que al buscar en Instagram la palabra “ansiedad”, la red social ocultaba los resultados de la búsqueda a través de ese hashtag pero a la vez mostraba un mensaje de ayuda, con un botón para acceder a recursos frente a la ansiedad.
El mensaje asegura que esto es para “proteger a nuestra comunidad de contenido que podría incitar a comportamientos que pueden causar daños e incluso llevar a la muerte”. También añaden la opción de “mostrar publicaciones” igualmente, si lo que queremos es omitir ese mensaje de ayuda y que nos deje ver las fotos o vídeos que añadan el hashtag.
En Maldita.es hemos hecho la prueba en la red social y, tal y como se muestra en el hilo, si hacemos click en el botón de ayuda, nos redirige a una página de Instagram en la que nos ofrecen varias opciones: hablar con un amigo, conversar con un voluntario de una línea de ayuda o leer testimonios de personas que han pasado por lo mismo.
En el primer caso, desde la red social nos instan a hablar con alguno de nuestros propios conocidos a través de un mensaje directo en la plataforma, pero en el segundo nos ponen en contacto, en el caso de España, con El Teléfono de la Esperanza, una organización de voluntarios que responden a llamadas de personas que atraviesan diferentes crisis emocionales.
También nos muestra la misma pantalla al hacer búsquedas con otros términos relacionados con problemas de salud mental, como “depresión” o “anorexia”. En la misma pantalla de ayuda en la red social nos dan una lista de “sugerencias” que tener en cuenta para abordar el problema. Por ejemplo, en el caso de la anorexia, se insta a las personas a pensar en cómo abordan “cuestiones como la comida, el peso, la imagen corporal, la salud y el ejercicio”, a aceptar su cuerpo “tal cual es” o a seguir cuentas que “fomenten la aceptación del propio cuerpo y la autoestima”.
Todo esto se enmarca dentro del Servicio de Ayuda de Instagram, un centro que pone a disposición de los usuarios en el caso de que nos encontremos con contenido peligroso u ofensivo. En este caso, antes de mostrar contenidos que cree que pueden ser perjudiciales para los usuarios, ofrece la opción de hablar con profesionales especializados en tratar casos semejantes al de la ansiedad o la depresión.
En la Política de Privacidad de Instagram no indican si se guardan registros de las veces en las que un usuario contacta con una organización de ayuda como el Teléfono de la Esperanza, pero desde la compañía sí que indican que no tienen acceso a las interacciones entre las personas y este tipo de organizaciones.
¿Cuál es la mejor forma de bloquear un teléfono? ¿Con huella dactilar, patrón, contraseña…?
Cuando configuramos nuestro móvil, el sistema nos suele dar varias opciones para bloquearlo de modo que nadie pueda acceder a él: un patrón, un código pin o una contraseña y, en los modelos más modernos nos permite usar nuestros rasgos biométricos, como la huella dactilar o la cara. ¿Pero cuál es la más segura de todas?
Una cosa que tenemos que tener en cuenta antes de encontrar la respuesta es “el número máximo de intentos de desbloqueo” que nos da el móvil, como nos comenta nuestra maldita Paula González, especialista en ciberseguridad y jefa de auditoría en AKV. “Si no hay un número máximo de intentos, el método más seguro es una contraseña, siempre y cuando sea lo suficientemente robusta”, añade.
Otros métodos como el pin y el patrón, con menos combinaciones posibles, “son más susceptibles a ataques de fuerza bruta”, añade la experta. Esto significa que quien trate desbloquear nuestro teléfono va a intentar hacerlo probando todas y cada una de las combinaciones (y no tiene por qué ser a mano: para probar las distintas combinaciones se usan programas informáticos que hacen los cálculos automáticamente).
Mar Arribas, otra de nuestras malditas expertas en ciberseguridad que nos ha prestado sus superpoderes, coincide con González y afirma que el mejor método, como respuesta corta, es “una contraseña, porque a diferencia del patrón y del pin, permite muchas más combinaciones posibles”.
Pero no vale cualquier contraseña. “Lo más recomendable es una completamente aleatoria de 8 caracteres, que es más que suficiente para nuestro uso cotidiano, como 9dfnrttM, 49vdUJNg, kqT4vjq3”, comenta Arribas. Aunque asuste y parezca difícil de memorizar, “tan solo hace falta usarla un puñado de veces para que quede tan interiorizada como el PIN de la tarjeta de crédito o nuestro número de teléfono”, comenta. Otra solución es usar las iniciales de una frase de la que nos vayamos a acordar mejor, por ejemplo: “El 8 de marzo vi a Rosalía en concierto”, que podría agruparse en “E8dMvaRec”.
En cuanto a la huella y la cara, “si bien son métodos muy cómodos, no son infalibles: con una máscara 3D se puede romper la seguridad facial”. Incluso, como complementa González, “nuestra cara está en sitios de internet como redes sociales, y nuestra huella la vamos dejando por ahí en las cosas que tocamos y, por si fuera poco, también se pueden extraer de una fotografía”.
Ambas especialistas coinciden en que también tenemos que tener en cuenta otro factor: a quién nos enfrentamos o de qué queremos protegernos. Por ejemplo, “en el caso de un ciudadano estándar que pierda el teléfono, con un número máximo de intentos, la huella o la cara sería suficiente”, afirma González. “Sin embargo, si es alguien competente quien va detrás de ti, hará falta la contraseña, habilitar el cifrado del teléfono y tener todo siempre actualizado”, finaliza Arribas.
¿Puedo impedir que alguien use mi nombre como dominio de su sitio web? ¿Se puede copiar un diseño web?
Cuando navegamos por Internet, lo hacemos a través de nombres de dominio que nos dicen a qué página nos estamos conectando para así identificar fácilmente el sitio que visitamos, como puede ser “maldita.es”. El nombre de la empresa o la denominación de la empresa suelen ser el criterio para crear los dominios. Pero, ¿qué pasa si soy autónomo y quiero registrar mi nombre para mi web y ya está ocupado? ¿O si alguien que se llama como yo tiene su dominio con el nombre que tenemos los dos y se piensan que soy yo?
Imagina que te llamas José María Pérez y quieres registrar ‘josemariaperez.es’ para dar a conocer tu trabajo profesional, pero te encuentras con que el dominio ya está reservado por otra persona que se llama igual que tú. ¿Puedes reclamarlo para que lo puedas usar tú? “Lo fundamental es entender que los nombres de dominio se rigen por la regla de que el primero que llega es el primero que se lo queda, no hay sistema formalista ni concesión, como sí ocurre con las marcas u otros elementos protegidos por propiedad industrial”, comenta a Maldita.es Marelisa Blanco, abogada especialista en propiedad intelectual y diseño legal.
Pero eso es solo el principio: “Cuando el nombre es común y no existe un elemento diferenciador, como José María Pérez, no tenemos margen de maniobra para posibles reclamaciones o defensas, sino que tendríamos que buscar alternativas”, continúa la especialista. Lo recomendable sería “usar un pseudónimo y registrarlo como marca, pues siendo marca registrada, podríamos acudir a un procedimiento de resolución de conflictos”. En este caso, podríamos crear un dominio que se ajustase a nuestras necesidades, como “chemariperez.es” y registrarlo como marca, tal y como dice Blanco.
No obstante, para poder reclamar ante la Corporación para la Asignación de Nombres y Números en Internet, el organismo que controla el registro de dominios, tendríamos que cumplir una serie de requisitos: que el nombre del dominio sea igual o similar y pueda crear confusión sobre la marca registrada, que el demandado carezca de derechos sobre el nombre del dominio y que lo esté usando de mala fe.
“Así que en caso de que uses tu nombre como nombre de dominio, sería complicado defenderlo si previamente no se han tomado las precauciones necesarias o si no podemos probar que el demandado no tenga derechos legítimos sobre el nombre de dominio (imaginemos que se llama Jose María Pérez)”, apostilla Blanco.
Con respecto a la protección del diseño web y su posible copia en otras páginas, la abogada señala que el diseño de las páginas web puede “protegerse por propiedad intelectual sin que se requiera otro requisito más allá de la mera creación”. No obstante, recomienda que se lleve a cabo el registro de la creación, ya sea ante notario o en portales especializados como Safecreative.
Además, este diseño también puede protegerse en el registro del diseño industrial. “Como en todo procedimiento de registros de bienes industriales, es ideal contar con un abogado o un agente de la propiedad industrial que asesore al interesado”, concluye Blanco.
¡Antes de iros!
No somos técnicos o ingenieros pero contamos con mucha ayuda de personas que son expertas en su campo para resolver vuestras dudas. Tampoco podemos deciros qué servicio usar o dejar de usar, solo os informamos para que luego decidáis cuál queréis usar y cómo. Porque definitivamente, juntos y juntas es más difícil que nos la cuelen.
Si tenéis cualquier duda sobre esta información o cualquier otra relacionada con la manera de la que te relacionas con todo lo digital, háznosla llegar:
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes las malditas Paula González, experta en ciberseguridad y jefa de auditoría en AKV, y Mar Arribas, también especialista en ciberseguridad.
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