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MALDITA TECNOLOGÍA

Despidos por algoritmos, ideología de los emojis y límite de comentarios en Facebook: todo incluido en el 63º consultorio de Maldita Tecnología

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¡Hola, malditas y malditos! Ya estamos aquí, un martes más, con una nueva tanda de respuestas a vuestras dudas tecnológicas. Entre el popurrí de hoy contamos con información sobre la ideología de los emojis (los emoticonos que usamos para comunicarnos), sobre algoritmos que despiden y también aclaramos si hay un límite para comentar publicaciones en Facebook o no.

Seguid mandándonos vuestras preguntas: podéis escribirnos a través de Twitter, de Facebook o completando este sencillo formulario. ¡Vamos allá!

¿Tienen ideología los emojis? ¿Quién decide qué nuevos iconos forman parte de las apps de mensajería y las redes sociales?

Antes de abordar la carga política o ideológica que hay detrás de los emojis empezaremos explicando quién está detrás de su creación. Se trata del Consorcio Unicode, una organización sin ánimo de lucro que desde 2010 vela por la estandarización de estos iconos, presentes en sistemas de mensajería y redes sociales.

¿Cómo funciona la entidad? El consejo de dirección se reúne dos veces al año para decidir qué ideas son candidatas a convertirse en emoji, realiza una lista con los conceptos aprobados y después cada empresa tecnológica lo adapta a su estilo visual. Dentro de este consejo figuran compañías como Adobe Systems, Apple, Google, IBM, Microsoft, Oracle Corporation y Yahoo!.

Cristina Vela Delfa, profesora del Departamento de Lengua Española en la Universidad de Valladolid y coautora del libro ‘Los emojis en la interacción digital escrita’, explica a Maldita.es que las decisiones sobre entradas o salidas de emojis “se deben a unas empresas tecnológicas específicas”, que son las que acaban dando el visto bueno a la introducción de nuevos platos (como la paella en 2016), emociones o distintos tonos de piel para los iconos ya existentes.

El ejemplo de la paella, que se introdujo después de que una empresa de arroces crease una campaña para movilizar a la sociedad valenciana, da a entender la importancia que han ganado estos iconos en nuestras comunicaciones digitales.

“Al hilo de esta anécdota podríamos preguntarnos si de verdad resulta tan importante entrar en esta lista. Sin duda, gracias a ello, actualmente la paella se codea con otros mitos culinarios de relevancia internacional, como la pizza, el sushi y los perritos calientes. Estas decisiones tienen consecuencias identitarias, además de ofrecer visibilidad internacional a reclamos turísticos”, afirma Vela.

Entrando en el terreno de la política y de la ideología, los emojis han sido protagonistas de varios debates recientes como la “versión eufemística” que se introdujo para el emoticono de la menstruación, la adaptación masculina del emoticono de la embarazada o la inclusión de numerosos tonos de piel para los iconos ya existentes.

La profesora considera que los emojis, “como cualquier otro fenómeno comunicativo y social, son fenómenos políticos y comportan una ideología”.

“Las últimas incorporaciones de emojis buscan ser más inclusivas en lo que concierne a tonos de piel o a géneros, con el fin de que se sientan representadas el mayor número posible de personas. Sin embargo, por muy loable que sea esta labor los emojis siempre tendrán un sesgo cultural”, añade.

Cada cultura, además, da una interpretación distinta a los iconos. Las manos rezando (?) pueden parecer dos personas chocando las palmas y, si eres japonés, puede interpretarse como un gesto de agradecimiento. La ‘caca sonriente’ (?) puede parecer escatológica para algunas personas, mientras que para otras puede ser un guiño gracioso como respuesta a un mensaje recibido.

También responde a la pregunta sobre la carga política de los iconos Jennifer Daniel, responsable del Subcomité de Emojis del Consorcio Unicode. En esta entrevista en MIT Technology Review afirma que “las imágenes no son apolíticas de ninguna manera”. Pone como ejemplo la inclusión de emojis no binarios o sin género, que apelan a una realidad que está en el debate político actual pero que apenas lo estaba hace dos décadas.

Para Vela, la “capacidad y la necesidad de expresar emociones y significados implícitos” y el poderoso papel de la comunicación audiovisual explican en buena medida la creación y normalización de una forma de comunicación tan gráfica como la de los emojis.

“Según nuestras últimas investigaciones, los emojis ni siquiera son los recursos visuales preferidos entre los más jóvenes. En una encuesta reciente realizada en el marco de una investigación (en colaboración con la doctora Lucía Cantamutto) sobre el uso de emojis y otros recursos multimodales concluimos que, aunque siguen siendo fieles a los emojis, los jóvenes muestran preferencia por los stickers y los gif, al menos en los intercambios de mucha confianza, grupo de amigos y de pareja”, concluye.

La comunicación digital sigue evolucionando y el siguiente paso parece llegar con los stickers y los gifs, unos “elementos al alza” que generalmente abarcan más matices o situaciones contemporáneas respecto a los emojis, como alusiones a la cultura popular o al debate político del momento.

¿Es cierto que Facebook tiene un límite de comentarios que se pueden dejar en los post de otras personas? ¿Cómo limito los comentarios que pueden dejar en mis publicaciones?

De manera general, las publicaciones que subimos a Facebook no cuentan con un límite máximo de comentarios de otros usuarios, según nos confirma la propia red social. La pregunta que nos habéis planteado deriva de que en la plataforma se difunden mensajes afirmando que este límite existe. Aunque no sea así, para algunos usuarios resulta molesto recibir demasiados mensajes en sus publicaciones, llegando a ser víctimas de campañas de spam o, simplemente, por los debates formados a raíz de las reflexiones de su post. 

Según recoge Facebook en su servicio de ayuda, “cualquier persona puede comentar en tus post públicos, aunque no te siga”. Para cambiar esto, es necesario que nos dirijamos a la flecha situada en la esquina superior derecha de la red social. Desde allí hacemos clic en Configuración y Privacidad > Configuración.

En caso de estar navegando desde la aplicación móvil, para entrar en este menú de privacidad tenemos que hacerlo desde las tres líneas horizontales que vemos en la esquina inferior derecha del menú principal.

En el apartado Publicaciones públicas puedes cambiar el tipo de contactos que tienen acceso a los comentarios de tus post. De esta forma sólo amigos o amigos de amigos podrán opinar y añadir contenido a las publicaciones.

Menú de configuración de Facebook.

Si queremos que el límite de personas que puede comentar se aplique sólo  a una publicación concreta, el proceso es distinto. En este caso, hay que dirigirse hacia los tres puntos que hay en la parte superior derecha del post. Al pulsar en ¿Quién puede comentar tu publicación? nos dará dos opciones (además de Público) Páginas que sigues y Perfiles y páginas que mencionas. Cualquiera de las dos alternativas te dará la oportunidad de acotar el número de mensajes que entren a las publicaciones.

En otras ocasiones, ya nos habéis preguntado por otro tipo de límites que, supuestamente, actúan sobre las publicaciones. Por ejemplo, aquí respondemos a por qué no es cierto que sólo 25 personas puedan ver lo que publicamos en Facebook.

¿Es legal que un empresario me despida porque un algoritmo ha decidido que no soy lo suficiente productivo?

Este agosto, la tecnológica rusa Xsolla despidió a 150 empleados después de que un sistema de inteligencia artificial llegase a la conclusión de que no eran lo suficientemente productivos para la marca.

A raíz de esta noticia, nos habéis preguntado si en España esto sería posible. Es decir, ampararse en la decisión de un algoritmo para considerar un despido como justificado. Jorge Morell, abogado experto en derecho tecnológico en LegalTechies, afirma que justificar un despido con estas características “sería posible, pero no es sencillo”.

En primer lugar, la monitorización realizada a la actividad de los empleados “no debe invadir su intimidad”, según recoge el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores. En el caso que citábamos de la empresa rusa, este primer punto ya estaría en tela de juicio, ya que el algoritmo utilizado para decidir sobre los despidos controlaba el día a día en los espacios de trabajo remoto, sus chats privados, documentos laborales y correos electrónicos. Los programas que usaban eran Jira y Confluence.

El algoritmo encargado de revisar la actividad laboral también debe cumplir un criterio de proporcionalidad. O dicho en otras palabras, la empresa debe “asegurar que no hay una alternativa menos invasiva” para valorar la productividad del trabajador, según Morell.

Otro de los aspectos importantes es la transparencia que la empresa tenga con sus trabajadores sobre el diseño del algoritmo que le ha llevado a tomar decisiones tan trascendentales como el despido de sus trabajadores. Como ya te contamos en este artículo, la entrada en vigor de la ‘ley Rider’ obliga a todas las empresas que usen herramientas de este tipo a comunicar a los representantes sindicales cuáles son los “parámetros, reglas e instrucciones” con las que se ha diseñado el algoritmo.

Morell afirma que el despido también se consideraría improcedente en caso de que la decisión fuese discriminatoria: “Por ejemplo, al no tener en cuenta que la bajada de la productividad se deba a tener menores a cargo”.

Finalmente, la empresa también debería ser respetuosa con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y no vulnerar la privacidad del empleado. Además, según recoge el artículo 22 de la normativa, el empleado tendrá derecho “a obtener intervención humana por parte del responsable, a expresar su punto de vista y a impugnar la decisión” en caso de que se trate de una decisión individual automatizada.

A modo de resumen, el letrado concluye que justificar hoy en día un despido en España en base a los criterios de un algoritmo “implica mucho trabajo y bastantes barreras”, una situación bastante distinta a la de la empresa de la que hablamos unas líneas más arriba.

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