Para rastrear, seleccionar y jerarquizar la (casi) infinita información de la que disponemos en internet ya nos hemos acostumbrado a delegar el trabajo en los motores de búsqueda. Sea cual sea la duda, el concepto o el producto que tecleemos, el buscador tratará de ponernos frente a los ojos las opciones que más se ajusten a lo que queremos encontrar.
Sin embargo, la duda es lógica: ¿en qué se basan Google, Yahoo! o Bing, por citar los tres ejemplos más conocidos, a la hora de realizar este trabajo?
Antes que nada, es necesario aclarar que no toda información es accesible a través de los motores de búsqueda. Es posible que el creador de un sitio web decida que no quiere aparecer en los buscadores y, por ello, Google ofrece un formulario para retirar temporal o permanentemente los contenidos de su motor de búsqueda.
Dentro de las páginas que sí son rastreables, los motores reciben la consulta y asignan puntos a los distintos portales web (en décimas de segundo y gracias al trabajo de un algoritmo) en función de su capacidad de satisfacer la búsqueda del usuario.
Según el buscador de Silicon Valley, lo más determinante para ofrecer una selección de resultados es el análisis de palabras del usuario y su presencia en las páginas que se nos ofrece, la coincidencia entre la búsqueda y resultados y la priorización de opciones que se han demostrado previamente útiles para otras personas.
Los factores que clasifican los resultados, sin embargo, están en constante evolución y revisión por parte de los desarrolladores de los motores de búsqueda. Así lo afirma a Maldita Tecnología el programador senior y colaborador en la iniciativa tinfoilismo.org, Jorge Senín, quien explica que el funcionamiento concreto de estas herramientas es confidencial y la mayor parte de la información que circula en internet sobre ello “es repetitiva y a veces confusa”.
“Estos factores de puntuación evalúan, por ejemplo, el tiempo que lleva 'vivo' el dominio, la velocidad de carga, la compatibilidad con dispositivos móviles, enlaces que apuntan a la página, la cantidad de palabras clave, etcétera. Cada uno de estos factores puntúa el contenido”, asevera el programador.
Dentro de este contexto, la figura del especialista en SEO se ha convertido en una pieza clave para numerosos sitios web. Las siglas hacen referencia a Search Engine Optimization y, como puede deducirse del nombre, consiste en adaptar los contenidos de un portal web para hacerlos lo más atractivo posible al motor de búsqueda, generalmente Google.
Es decir, tratar de conseguir la mayor cantidad de ‘puntos’ posibles pare resultar atractivo al buscador y que este priorice tu contenido.
En palabras del propio buscador, el SEO “consiste precisamente en facilitar que estos buscadores entiendan y presenten el contenido” y aporta algunas claves para que la indexación (clasificación que hace de forma automática Google en base a los temas que se tratan en la página) sea lo más óptima posible: buenas descripciones, responder a las preguntas que planteas en el título, actualizaciones habituales y dar un papel principal al texto y no al audiovisual.
El creador de contenido que quiere que su página salga lo más arriba posible ante una búsqueda, por tanto, debería cuidar estos elementos.
Pese a que en los últimos tiempos han surgido distintas alternativas que hacen gala de respetar la privacidad de los usuarios y de ser éticos con sus datos personales (como es el caso de DuckDuckGo), lo cierto es que Google sigue siendo el líder indiscutible del sector, por lo que cabe pensar que su algoritmo se ajusta de manera precisa a las búsquedas de sus usuarios.
¿A qué se debe esta alta calidad a la hora de encontrar y jerarquizar las respuestas que más nos convienen? Pese a no tener una respuesta definitiva, Senín apunta al “montón de dinero, ingenieros y ventaja competitiva” que el gigante norteamericano cuenta respecto a su competencia.
Debido a esta gran inversión anual, Google también cuenta con un mapa de internet mucho más preciso que su competencia, tardando solo cuatro días (o unos pocos más, dependiendo del contenido) en indexar nuevas webs y añadirlas a su catálogo. Un catálogo de “cientos de billones” de webs que crece y crece cada día.