Una de las consultas de esta semana ha sido sobre el pasaporte biométrico. A pesar de que no estemos muy acostumbrados a oírlo nombrar con ese calificativo, el pasaporte que probablemente tengas en tu casa, si es reciente, es biométrico.
Son aquellos que contienen un pequeño chip incrustado que guarda cierta información personal sobre su dueño, en concreto una fotografía que lo identifique, sus huellas dactilares y los datos contenidos en el código OCR del DNI (las dos líneas finales). Ahí aparece información identificativa como el tipo y número de pasaporte, nuestro nombre completo, nuestro sexo y un número de control.
A día de hoy coexisten varios modelos de pasaporte electrónico que principalmente sirven para identificarte gracias a esa información biométrica que porta en el minúsculo chip. Quizás te suene haber visto en algún aeropuerto internacional dos colas a la hora de presentar la documentación: una para “e-passports” o pasaportes electrónicos y la normal, que lleva a las cabinas con personal del aeropuerto.
¿Qué hay en cuanto a la seguridad del pasaporte biométrico?
La Comisión Europea cuenta con una serie de estándares que deben seguir los pasaportes biométricos de los estados miembros de la UE: “la integridad, la autenticidad y la confidencialidad de los datos, almacenados digitalmente en el chip del pasaporte, tienen que estar igualmente garantizadas”.
Entre esas exigencias enumeran protocolos que deben incluir estos documentos para evitar tácticas como el “skimming”, que permitiría clonar la información contenida para su uso fraudulento, y también el uso de “infraestructuras de clave pública” por países, que sería digamos el ‘puesto de control’ que se ocupa de que el chip, el programa que este utiliza y las políticas de seguridad criptográfica están en orden para poder usarlo.
Nuestra maldita Mar Arribas, que trabaja en el campo de la ciberseguridad y la ingeniería informática, nos explica que “falsificar un pasaporte así es mucho más difícil” porque “se almacena en un servicio digital gubernamental qué huellas se han guardado con un sistema de llave pública”.
Es decir, que además de nuestros datos, el chip contiene un código que certifica que es el real y no la falsificación. En el caso de que se duplicaran el pasaporte y el chip, se podría saber que este es falso “ya que esas huellas con ese pasaporte no han sido registradas en la base de datos del gobierno por un funcionario autorizado”.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes la maldita Mar Arribas.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 21/09/2020.