¿No te suena a algo esa palabra? ¿Quizás a una empresa de coches con conductor que empezó a trabajar de forma similar a un taxi? Exactamente, el término uberización se formó a partir del nacimiento de la empresa Uber.
Esta empezó en 2010 como un programa que ponía en contacto a usuarios y conductores que estuvieran libres a precios más bajos que los taxis, pero ha llegado al punto en el que se ha convertido en una plataforma que ha monopolizado este mercado concreto, cuenta con un ingreso de 45.000 millones de euros y no trata demasiado bien a sus empleados (según estudios económicos sobre su uso).
Todo eso lo ha conseguido sin someterse a una regulación específica, porque al funcionar solo desde una app móvil, había mucha normativa comercial, de consumo y de transporte que no seguía, además de que prácticamente no pagaba impuestos.
Para ser más claros: para una empresa nueva como era Uber, es difícil justificar cómo puede poner precios más bajos que un taxi si está haciendo el mismo trayecto. Y encima sin cobrar ningún extra al cliente por ello. Para explicarlo, se habla de una supuesta “economía colaborativa”, un concepto que hace referencia a que no hay necesidad de poner intermediarios entre empresa y cliente. Y es el ejemplo que describe el sistema económico que ahora mismo controlan las plataformas digitales y las grandes multinacionales tecnológicas: no hay nadie mediando entre nosotros, consumidores, y ellos.
Es por eso que el término ha adquirido una connotación muy negativa, al señalar más bien la relación que este tipo de empresas hace con sus empleados y también con sus clientes, a quienes supuestamente se dedican a ofrecer un servicio en su beneficio. Sin embargo, lo hace una forma precaria y aprovechando recovecos legislativos para no respetar la regulación que sí aplicaría a un servicio similar que no funcione a través de una aplicación móvil.
En resumen: se utiliza el término uberización para hacer referencia a esas empresas de nueva creación que tiran los precios de mercado para hacerse con él y una vez convertido en un monopolio lo suben y dictan sus propias reglas. La clave está en ese concepto de “economía colaborativa” donde no hay intermediarios y los particulares hacen uso de un bien o servicio a través de plataformas tecnológicas.
Primera fecha de publicación de este artículo: 10/08/2020.