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Metales en los tampones: qué dice el estudio que los ha detectado y cuáles son las posibles implicaciones para la salud

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Claves
  • Un estudio científico ha encontrado varios tipos de metales, algunos tóxicos, en tampones comprados en Estados Unidos, Grecia y Reino Unido
  • No se conoce el origen de los metales ni si son absorbidos por la vagina al usarlos, ni cuál es su posible efecto en la salud humana
  • Los expertos contactados destacan que hacen falta más estudios para conocer si afectan a la salud

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Es probable que hayas oído o leído algo sobre un estudio científico que ha encontrado metales, algunos tóxicos para los seres vivos, en los tampones. Aclaramos qué se sabe al respecto (y lo que no) en base al propio estudio, a la evidencia científica y a varios expertos consultados por Maldita.es.

Lo que dice el estudio

El trabajo científico analizó la concentración de 16 metales y metaloides (elementos químicos como el arsénico que tienen un comportamiento intermedio entre los metales y no metales) en 30 tampones de 14 marcas compradas en Nueva York (Estados Unidos), Atenas (Grecia) y Londres (Reino Unido). Encontró cantidades medibles de los 16 elementos analizados en todos los tampones y marcas estudiadas, incluso “concentraciones medias elevadas” de metales tóxicos como el plomo, cadmio y arsénico.

También analizaron materiales orgánicos (también conocidos como ecológicos) frente a no orgánicos usados en los tampones, donde encontraron la mayor variabilidad de concentraciones de metales: el plomo fue mayor en tampones no orgánicos pero el arsénico era más abundante en los tampones orgánicos analizados.

El estudio fue publicado en junio de 2024 en la revista Environment International. Fue realizado por un equipo de investigadores de varias instituciones de Estados Unidos. Según sus autores, se trata del primer estudio que ha medido la presencia de metales en los tampones.

Lo que no sabemos todavía

El estudio no ha analizado el origen de estos metales, aunque lanzan varias hipótesis. Podría ser contaminación de las materias primas del tampón durante la producción o cultivo de cada uno de ellos, o podrían haber sido añadidos intencionalmente durante la fabricación del tampón para impedir la proliferación de microbios, para controlar el olor o como lubricantes. El calcio y zinc, los dos metales hallados con mayor concentración, se usan a menudo para estos tres fines, indica el artículo. También se usan metales como pigmentos en algunas partes del tampón.

Tampoco se sabe si los metales se filtran de los tampones ni si de hacerlo son absorbidos por la mucosa vaginal y alcanzan el resto del cuerpo a través de la sangre. Sí se conoce que el uso de tampones puede provocar el síndrome de shock tóxico por la proliferación de bacterias estafilococos y las toxinas que producen al llegar al torrente sanguíneo tras atravesar la mucosa vaginal. Los autores señalan la necesidad de estudios futuros que analicen la posible filtración de los metales y sean absorbidos por el cuerpo a través de la vagina.

Por lo tanto, tampoco se conocen todavía los posible efectos en la salud, como señala a Maldita.es Blanca Laffon, catedrática de Psicobiología en el Centro Interdisciplinar de Química y Biología (CICA) de la Universidade da Coruña: “Aunque algunos de esos metales son potencialmente tóxicos, como el plomo, arsénico y cadmio, es necesario saber si se pueden liberar del material del tampón durante su uso normal y, si es así, si pueden atravesar la mucosa vaginal y distribuirse por el organismo antes de conocer su posible impacto en la salud humana”.

“Puede ser preocupante pero hay que hacer más estudios para conocer si hay motivos objetivos de preocupación sobre efectos para la salud. Sí sabemos que esos metales son tóxicos si llegan a la sangre, pero no sabemos si esto ocurre en las usuarias de tampones. En la Unión Europea está regulada la presencia de los metales en los textiles, pero la absorción a través de la piel no tiene por qué ser igual que a través de la mucosa vaginal”, concluye Blanca Laffon.

Lo que dicen los expertos consultados

El resto de expertos consultados coinciden con lo explicado por Laffon. Myriam Catalá, profesora de Biología Celular en la Universidad Rey Juan Carlos y maldita que nos ha donado sus superpoderes, destaca a Maldita.es que, de haber riesgo para la salud por estos metales, habría que valorar si este sería significativo en el contexto vital de las usuarias: “Hay que tener en cuenta que el tabaquismo, las dietas pobres en vegetales o la contaminación del aire provocan exposiciones muy altas de las mismas sustancias encontradas en los tampones”.

Miguel Ángel Sogorb, profesor de Toxicología de la Universidad Miguel Hernández y maldito que nos ha donado sus superpoderes, destaca a Maldita.es que el estudio es “técnicamente impecable”. El experto destaca que son productos utilizados por millones de mujeres a diario, por lo que si realmente la presencia de metales fuera un problema de salud, “ya hubiera dado la cara y se hubiera detectado en estudios epidemiológicos, lo que no ha pasado”. Sogorb también considera que los tampones están pensados para absorber sustancias, no para liberarlas: “A priori, la liberación sería muy baja y también el riesgo”.

En cambio, el ginecólogo Alejandro Correa y maldito que nos ha donado sus superpoderes, señala la alta capacidad de absorción de la mucosa vaginal por ser muy permeable al tener muchos vasos sanguíneos que la irrigan y por sus muchos pliegues que aumentan la superficie de absorción. Correa señala también que lo que se absorbe por vía vaginal entra directamente a la circulación sin pasar antes por el hígado, lo que implica que no es inicialmente desintoxicado y metabolizado que ocurre con la ingesta oral.

Algunas de las sustancias detectadas son oligoelementos que necesita el organismo en pequeñas cantidades, como el calcio, el cobalto, el selenio y el zinc. Pero aunque podrían llegar a ser tóxicos, “es difícil que se alcancen concentraciones suficientemente altas para ser un problema porque el organismo dispone de mecanismos de regulación”, concluye Miguel Ángel Sogorb.

Para Nicolás Olea, médico, coordinador del Grupo de Endocrinología y Medio Ambiente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y catedrático del departamento de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, la obligatoriedad de demostrar el daño no es de las afectadas o sus médicos, sino que por el principio de precaución “son los proponentes del producto los que tienen que demostrar la inocuidad. Y no lo están haciendo ni se les exije”. *

Para Myriam Catalá, estudios como este son importantes ”para conocer los riesgos ambientales a los que las personas del sexo femenino estamos expuestas de manera diferencial y que justifican, en parte, nuestra carga de enfermedad diferencial, que está fuertemente impactada, a su vez, por los factores de riesgo asociados al género que se superponen a los factores de riesgo asociados al sexo”.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes Myriam Catalá, profesora de Biología Celular en la Universidad Rey Juan Carlos, Miguel Angel Sogorb, profesor de Toxicología de la Universidad Miguel Hernández, y Alejandro Correa, ginecólogo.

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* Actualizado el 1 de agosto de 2024 con la valoración de Nicolás Olea.


Primera fecha de publicación de este artículo: 26/07/2024

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