Crédito de la imagen destacada: Klaus Stiefel. La luz que aparece tras el pez no corresponde al rape abisal, sino a un buceador.
Si fuésemos capaces de sumergirnos en las profundidades abisales de mares y océanos, allí donde la luz del sol ya no llega, podríamos ver, ocasionalmente, luces. ¿Cómo es posible? Estos destellos proceden de peces capaces de generar luz gracias a una reacción química.
Existe una clase de peces óseos, los actinopterigios, que incluyen a las truchas, atunes, y anguilas, dotados con la capacidad de la bioluminiscencia (como se conoce este fenómeno) a través de al menos 27 eventos evolutivos independientes en 14 grupos de especies (conocidos como clados).
En total, la bioluminiscencia se da en más de 700 géneros de animales (siendo el caso más conocido el de la luciérnaga), aunque el 80% de los organismos ‘iluminados’ son marinos y de diversos hábitats: desde aguas superficiales a nivel de lecho marino, a aguas tropicales o, incluso, polares. Los condrictios o peces cartilaginosos como los tiburones también pueden producir luz.
Esto se logra gracias a la luciferasa, una enzima que acelera una reacción química sobre un sustrato, la luciferina. Esta reacción “genera bioluminiscencia y es el secreto de las luciérnagas", explicó a Maldita.es Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), y el de los peces capaces de generar luz.
La bioluminiscencia puede servir de ayuda para localizar alimentos, atraer a una posible pareja mediante patrones de emisión luminosa específicos de la especie y como defensa contra los depredadores, como contrailuminación para camuflarse.
No sólo los animales producen luz, sino que también lo hacen las bacterias y protistas como los dinoflagelados. Estas bacterias pueden asociarse con peces para formar una simbiosis en la que el pez proporciona un ambiente para crecer y, a la vez, se beneficia de la luz.
En la siguiente imagen podemos ver en verde los grupos de actinopterigios que producen luz gracias a la simbiosis con bacterias. De los 27 eventos evolutivos en los que ha aparecido la bioluminiscencia en estos peces, 17 lo consiguen a través de simbiosis bacteriana, frente a ocho donde la luz se produce de manera intrínseca y dos de forma desconocida.
Primera fecha de publicación de este artículo: 18/01/2023