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MALDITA CIENCIA

Por qué tenemos la sensación de que la Navidad cada vez llega antes

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Literatura científica

Alumbrado decorativo colocado desde septiembre, lotería de Navidad comprada en verano, ofertas de regalos cada vez más tempranas… ¿Es una percepción o es que las fiestas navideñas cada vez parece que llegan antes? Otra pregunta que nos hacéis para este consultorio especial que también dispone de parte de evidencia. Sí, la literatura científica da fe de que hay una sensación común de que la época navideña cada vez es más tempranera, a pesar de que las fechas de nuestro calendario permanecen inmutables en el tiempo: Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y Reyes ocurren una vez cada 365 días —si, también 366, para los ‘mijitas’ que habéis pensado en los años bisiestos—.

Ruth Ogden, profesora de Psicología Experimental en la Universidad John Moores de Liverpool (Inglaterra), escribió en The Conversation un interesante artículo sobre cómo los humanos percibimos que el tiempo pasa cada vez más deprisa conforme envejecemos, conectando literatura científica con el caso navideño. Cuanto más mayores nos hacemos, menos tiempo ‘sentimos’ que transcurre entre una Navidad y otra, lo que a su vez contribuye a la sensación de que las fiestas llegan antes.

De hecho, la propia Ogden dice haber investigado esta sensación común mediante una encuesta: el 77% de sus participantes —918 adultos británicos— dicen sentir que la Navidad llega antes cada año. Es un trabajo, eso sí, aún no publicado en una revista científica.

La primera hipótesis que sostiene esta creencia es que los humanos más pequeños sienten que el tiempo entre navidades es una eternidad y que, conforme se cumplen años de vida, los adultos perciben que el tiempo pasa más rápido. “Para una persona de siete años, 12 meses es una proporción importante de su vida; pero para una de 45 años, es una proporción más pequeña. Esta diferencia entre proporciones comprime el tiempo subjetivo entre navidades”, apunta la experta.

Una segunda hipótesis que plantea Ogden es que los humanos medimos el tiempo subjetivo de memoria, a través de los recuerdos que hemos generado durante un periodo determinado: “Aquellos momentos en los que generamos menos recuerdos, ya sea por estar realizando tareas nadas estimulantes ni emocionantes, son interpretados por nuestros cerebros como más cortos”. Si lo encajamos en el asunto navideño, conforme envejecemos, realizamos tareas menos novedosas y la memoria puede cometer más errores, lo que contribuye a la sensación de que el tiempo entre navidades ha sido más corto de lo ‘normal’.

La tercera hipótesis que propone la profesora en Psicología Experimental es el esfuerzo que prestamos a esperar a que llegue la Navidad cuando somos jóvenes. Para los más pequeños, estas fiestas son probablemente “el momento más esperado del año”, dice Ogden, lo que se traduce en que prestan más atención a cuánto tiempo falta para que llegue Papá Noel o los Reyes Magos. “Desgraciadamente, esforzarse en mirar el paso del tiempo [como observar los segundos del reloj] genera la sensación subjetiva de que pasa más lento”.

Conforme nos hacemos mayores, esta espera a la Navidad es más rutinaria, se concentra en tareas menos divertidas como preparar cenas, planificar viajes, comprar regalos y envolverlos. Que pueden ser divertidas, por supuesto, pero seguro que menos que esperar a recibir regalos de la noche a la mañana, como por arte de magia.

¡Pero no todo es percepción! Existe un trabajo en ciencias económicas de 2005 que concluyó que, cuanto antes comienza la temporada comercial de Navidad —que puede definirse como el momento en el que las y los comerciantes deciden que hay que poner los villancicos a sonar en la tienda de turno—, más dinero por persona se gasta en compras navideñas: hasta 6,50 dólares más por día adicional.

Ahora bien, la percepción de que la navidad llega antes cada año no es una cosa de nuestro siglo. En este artículo de Slate se recogen multitud de ejemplos de anuncios de hace más de 100 años en los que se solicita a la gente que se anticipe a sus compras navideñas, al tiempo que los ciudadanos de ese tiempo manifestaban su enfado por el agobio de pensar que la navidad parecía haber llegado a mediados de octubre.

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