¡Estamos de vuelta! La semana no puede darse por finiquitada sin el consultorio de Maldita Ciencia, el precedente al pistoletazo de salida hacia el finde. Hoy explicamos qué tener en cuenta si se tiene la regla antes de una operación, si acostarse con el pelo mojado aumenta la probabilidad de ponerse malo, si es cierto que los baños de agua fría aumentan las hormonas de la felicidad y presentamos a las polillas… ¿Es cierto que se comen la ropa de los armarios? Y, si es así, ¿por qué lo hacen?
Déjanos adivinar… ¡Justo acabas de caer en una duda a la que le has dado mogollón de vueltas y que, por más que has bicheado, no has conseguido aclarar! Estás de suerte: ¿por qué no nos la envías? Prometemos hacer lo que esté en nuestra mano para darte la respuesta más acorde a la evidencia científica disponible. El cómo hacerlo es sencillísimo: puedes enviárnosla a través de Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o a nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19).
¿Qué hacer si te viene la regla antes de una intervención quirúrgica? ¿Puede llevarse a cabo la operación?
Hay situaciones que nos hacen sentir en un aprieto, cualquiera que sea el motivo, de forma completamente subjetiva. Entre ellas, a pesar de tratarse de un contexto completamente corriente, las que suceden en los (mal) referidos como ‘esos días del mes’, por un único y exclusivo motivo: la menstruación. Esta semana nos habéis preguntado qué hacer en caso de tener programada una intervención quirúrgica en los días que se tiene la regla y si habría que informar al especialista en caso de saber, a priori, que ambos momentos pudiesen coincidir.
"‘Me ha venido la regla y van a operarme. Socorro, ¿qué hago?’". Así inicia un hilo de Twitter al respecto Elena Casado, médica anestesióloga y divulgadora. Ella misma proponía respuesta para esta hipotética situación: “La menstruación es algo totalmente natural de lo que no hay que avergonzarse. ¡Mucho menos delante del personal sanitario! ¡Todavía menos delante de personal quirúrgico! Quiero decir, chicas, ¿sabéis cuánta sangre y otras cosas vemos en un quirófano?”. Es más, tener la regla, como continúa Casado, por norma general no es una contraindicación quirúrgica.
Existen investigaciones que concluyen que, a pesar de no existir estudios dedicados directa y exclusivamente al estudio del ciclo menstrual en cirugía general, “no hay evidencia de que la menstruación pueda ser una contraindicación durante una cirugía electiva (aquella que no debe realizarse de forma inmediata)”.
Ahora bien, como recuerda a Maldita.es Xuxa Sanz, enfermera experta en salud menstrual y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, la menstruación es una inflamación fisiológica natural. “Si tu menstruación es dolorosa, intervenirte cuando estás inflamada puede no ser la mejor idea, pero ya no por el proceso quirúrgico en sí, si no por el confort” de la persona.
Es por ello por lo que pasar o no por quirófano teniendo la regla también dependerá del tipo de intervención. ¿Te operan de miopía? ¿Quizá de las muelas de juicio? ¿O se trata de una operación que necesitará reposo absoluto? ¿Te permitirá el postoperatorio cambiarte el producto de higiene menstrual fácilmente o, por el contrario, va a interferir?
Es cierto que en determinadas intervenciones ginecológicas sí puede ser conveniente demorar unos días la cirugía si coincide con los días de regla, pero esto, como comenta en Twitter Casado, lo aclarará el ginecólogo o ginecóloga. Sanz añade que probablemente fuese la propia cirujana o cirujano quien propusiese aplazarla, para evitar que el sangrado no dejase trabajar correctamente en la zona.
En caso de que la operación coincida con la menstruación y sí se lleve a cabo, no deben utilizarse durante ella dispositivos internos, como copas menstruales o tampones, solo compresas de usar y tirar. En caso de no poder llevar ropa interior en el quirófano (aunque hay casos en los que sí se puede), Casado explica que se proporciona a la paciente una compresa de hospital, más grande y similar a las que se utilizan para dormir.
Lo ideal, en palabras de Sanz, es avisar al equipo sanitario para que tengan constancia: “Piensa que, una vez anestesiada (en el caso que fuera necesario), no te pueden preguntar directamente a ti y, a más información, menos riesgos”. “Si os baja [la regla] al llegar al hospital o estando ingresadas y no tenéis compresas o incluso no podéis moveros, de vergüenza nada. El equipo sanitario está acostumbrado a estas cosas. Nos lo decís y os la daremos, y si hace falta os ayudamos a ponerla. Punto pelota”, concluye Casado.
En definitiva: tener la regla antes de una operación no tiene por qué ser motivo de agobios, preocupaciones o vergüenza, aunque, desafortunadamente, para muchas pacientes termine siéndolo. En opinión de Sanz a Maldita.es, la menstruación sigue siendo un tema tabú porque la educación al respecto está rodeada de connotaciones negativas y se considera algo “sucio, molesto, incluso impuro que debe vivirse en silencio, que no debe notarse”. La experta considera que, por suerte, “esto ya está cambiando”.
“Creo que el androcentrismo médico también ha tenido y tiene todavía un impacto en cómo se ha tratado los problemas menstruales”, señala Casado. “Muchas mujeres sienten que, cuando plantean dudas sobre temas tan básicos, como qué deben hacer si tienen la regla el día de la cirugía; o sus problemas menstruales, como un dolor incapacitante (que, hasta la fecha, se zanjaba con un ‘es normal, no seas exagerada’), son ignoradas o incluso denostadas”.
Por ello, en opinión de la médica, es por lo que tienden al silencio y, lo que es peor, a quedarse sin información necesaria. “Es necesario seguir profundizando en un cambio social y una ruptura con generaciones de vergüenza sobre algo que nos va a acompañar grandísima parte de nuestra vida”.
¿Es verdad que las polillas ‘se comen la ropa’?
La naftalina. Ese sólido blanco con un llamativo olor (que en Maldita Ciencia nos encanta, no sé qué sensación te genera a ti) que quizás tengas en el armario para evitar que las polillas se coman la ropa. Esta semana nos habéis preguntado si realmente es así, si estos insectos ‘se alimentan de nuestro armario’. Y si es así, ¿por qué lo hace? Lo cierto es que sí, esto ocurre, y el motivo es que las larvas se alimentan de la queratina presente en tejidos como la lana.
La polilla, un insecto volador, es definido por el Diccionario de la Real Academia Española, como una mariposa nocturna de un centímetro de largo, cenicienta, con una mancha negra en las alas, cabeza amarillenta y antenas casi verticales. El propio diccionario responde a vuestra pregunta: su larva se alimenta de borra (pelo de cabra) y teje una especie de capullo, destruyendo para ello la materia en la que anida, que suele ser de lana, tejidos, pieles, papel, etc. De ahí el término ‘apolillado’, otra palabra recogida en el diccionario que, en este caso, significa rancio, viejo, trasnochado.
Pero ni la polilla es una única especie que se alimenta de ropa ni todas las polillas dependen de este menú: la familia Tineidae, que incluye a estos insectos, abarca a más de 3.000 especies en todo el mundo. En general se llama polillas a todas las mariposas nocturnas. Son las polillas de la ropa las que se alimentan de la queratina, una proteína de origen animal que puede formar parte de la ropa, como explica a Maldita.es Raimundo Outerelo, profesor honorífico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid.
La larva de la polilla común de la ropa de la especie Tineola bisselliella es la que ataca pieles y textiles. Esta especie prefiere los lugares oscuros y resguardados y no es atraída por la luz. Se trata de la polilla de la ropa más importante y más extendida y tiene capacidad de comer pieles de animales, lana, plumas y cueros. Ingieren también seda y pelo pero no lo sintético, aclara Outerelo. Al contrario de las larvas, las mariposas adultas de esta especie se alimentan de flores utilizando la espiritrompa.
La larva de otra especie, de la polilla de las alfombras (Trichophaga tapetzella) come piel, cuero, ropas, harinas y suele encontrarse en las cubiertas de piel de los libros. Otro ejemplo es la polilla de la ropa o portaestuche (Tinea pellionella), que es nocturna y puede poner hasta 150 huevos sobre materiales textiles de origen animal.
Dormir con el pelo mojado, ¿aumenta las posibilidades de resfriado?
En el momento en el que publicamos este consultorio, estamos entrando en la temporada más fría del año en el hemisferio norte. Solemos relacionar otoño e invierno con enfermedades típicas de la época, como gripes y resfriados. Su origen son diferentes tipos de virus que, cuando entramos en contacto con ellos, tenemos el riesgo de desarrollar una infección con todos sus síntomas.
Así, queremos recordar que los resfriados están causados por un patógeno (varias familias de virus), no por el frío, ni por tener el pelo mojado ni por andar descalzos en invierno.
Lo que sí es cierto es que durante la temporada invernal se dan condiciones ideales para que este patógeno tenga más oportunidades de transmitirse (pasamos más tiempo en espacios interiores y con poca ventilación) o para que nuestro sistema inmune se vea debilitado (ya que las bajas temperaturas y la reducida humedad disminuyen la defensa de las mucosas nasales).
En Maldita.es ya resolvimos la consulta sobre por qué salir con el pelo húmedo a la calle puede favorecer los resfriados, pero, ¿qué ocurre si dormimos con el pelo mojado? Hacerlo no aumenta las posibilidades de resfriado, pero sí que existen otros problemas de salud que consideramos importante comentar si eres de los que suele irse a la cama con la cabellera aún remojada.
A la pregunta sobre si salir a la calle en invierno con el pelo húmedo aumentaba el riesgo de resfriado, Lorenzo Armenteros del Olmo, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) explicaba que, lo que en realidad podría ocurrir, es que esto hiciese que nuestra temperatura corporal se redujese, lo que contribuye a que nuestro sistema inmune en las fosas nasales o la garganta esté algo más débil.
Ahora bien, irse a dormir con el pelo mojado no conlleva una disminución de la temperatura tanto como salir al aire libre: las condiciones de temperatura de una habitación y de una cama son más regulables y no tienen un impacto tan negativo como salir a la intemperie cuando hace frío.
Esto lo confirma la organización Sleep Foundation, dedicada a divulgar sobre las ciencias del sueño con redactores especializados y evidencias científicas: “Mucha gente cree que dormir con el pelo mojado puede aumentar el riesgo de resfriarse, pero no hay evidencia científica de que el pelo mojado cause directamente algún tipo de enfermedad, ni siquiera el resfriado común”.
Dejando esto claro, vamos a aprovechar para hablar de otros problemas de salud que sí se pueden vincular con irse a la cama con el pelo mojado: el riesgo de desarrollar infecciones fúngicas (producidas por hongos). Con esta práctica es posible crear en nuestras almohadas y ropa de cama las condiciones ideales de humedad y temperatura para hongos potencialmente dañinos. Este breve artículo científico de 2005 encontraba hasta 16 especies de hongos en almohadas que podrían ser un peligro para la salud, especialmente en personas con enfermedades respiratorias como asma o sinusitis.
Otras infecciones fúngicas que pueden aparecer con esta práctica son la tiña y la dermatitis seborreica. La tiña es una infección de la piel causada por un hongo y que puede afectar a la barba, al cuerpo, a los pies o a la cabeza. En esta última puede provocar picor y rotura del cabello, aparición de parches de calvicie con puntos negros, zonas rojas hinchadas y escamas en el cuero cabelludo, explica Sleep Foundation.
La dermatitis seborreica, por otro lado, aparece vinculada a las Malassezia, un género de levadura presente en la piel. Se manifiesta con escamas secas (caspa) o con una descamación seca u oleosa del cuero cabelludo con picor variable. Si es más grave, aparecen pápulas o pequeños bultos descamados de color amarillento y rojizo en el cabello, detalla la web especializada en salud MSD Manuals.
En definitiva, no hay evidencias de que irse a la cama con el pelo mojado aumente la posibilidad de desarrollar un resfriado. Pero tampoco es una práctica recomendable, ya que existen enfermedades fúngicas que las condiciones de humedad y temperatura que provoca irse a la cama con el pelo húmedo pueden favorecer.
¿Bañarse en agua fría aumenta la serotonina?
A las duchas de agua fría se le atribuyen multitud de propiedades beneficiosas. A pesar de ser una práctica que puede ser desagradable en meses de frío —como ahora, el momento en el que se publica este consultorio—, estas ventajas se defienden desde evidencias anecdóticas o prácticas extendidas en ciertos lugares del mundo.
Esta semana nos habéis remitido un artículo que afirma que estos baños de agua fría podrían hacer aumentar los niveles de serotonina, un neurotransmisor que influye en nuestro estado de ánimo. ¿Qué hay de cierto en esto? No hay literatura científica que indique que los niveles de serotonina varíen tras esta práctica, pero sí se ha visto cómo otros neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo —como la dopamina o la noradrenalina— se pueden ver afectados tras una ducha fría, aunque de manera limitada y sin evidencias concluyentes.
Comencemos por lo básico: ¿Qué es la serotonina y qué influencia tiene en el estado de ánimo? Se trata de una sustancia química que se produce en el organismo a partir de un aminoácido esencial llamado triptófano y, presente en el queso, el pollo, las claras de huevo, los cacahuetes, la leche y otros alimentos, como detalla la web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. Es posible que veas también el nombre de la serotonina como ‘5-HT’, ya que también se la denomina 5-hidroxitriptamina
Así, la serotonina tiene la capacidad de actuar como vasoconstrictor, haciendo que los vasos sanguíneos se estrechen, y como neurotransmisor, un tipo de molécula que envía información entre neuronas.
Este segundo papel es el que incide en procesos como la función cardiovascular, la motilidad intestinal (desplazar el alimento por todo el sistema digestivo), la eyaculación, el control de la vejiga y un gran rango de procesos neuropsicológicos y del comportamiento: estado de ánimo, percepción, recompensa, enfado, agresión, apetito, memoria, sexualidad, atención, entre muchos otros. Literalmente, esta revisión científica de 2018 dice que “es complicado encontrar un comportamiento humano que no esté regulado de algún modo por la serotonina”.
Ha quedado claro, la serotonina es importante. Con esto, se suele vincular el aumento de los niveles de esta sustancia como ‘algo bueno’, como resultado positivo de una práctica. En el caso de las duchas de agua fría, hay artículos en internet que utilizan la habitual muletilla de que “los estudios demuestran” que se aumenta los niveles de serotonina, dopamina, endorfinas o adrenalina, “moléculas que te hacen sentir bien” (ver ejemplos 1, 2, 3, 4). Pero lo cierto es que no hay ni rastro de esos estudios en la literatura científica actual o se mezclan con otros donde se investiga el baño en aguas frías y otros neurotransmisores, pero sin mención a la serotonina.
Hemos pedido ayuda a José Ángel Morales García, doctor en Neurobiología y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, para conocer si había relación entre baño de agua fría y aumento de la serotonina. “Por lo que he leído, nada científico, las inmersiones en agua fría aumentan la producción de serotonina, pero creo que han relacionado lo uno con lo otro sin mucha evidencia”, nos comenta. Al tiempo, ha buscado en bases bibliográficas científicas, sin encontrar ningún artículo que mida la serotonina “como para hacer esas afirmaciones”. Esto no quiere decir que esta relación no exista, simplemente que no se ha investigado (o si se ha investigado, no se ha publicado nada al respecto).
Por su parte, Marian Mellen, investigadora en genómica, epigenética y neurociencia y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, tampoco ha oído hablar de ningún estudio que haya explorado el aumento de serotonina durante una ducha fría, pero indica que es una asociación muy interesante: “No es la primera vez, ni será la última, que intentamos explicar biológicamente un efecto fisiológico que sentimos ante un estímulo”.
Así, señala que la comunidad neurocientífica sabe que el estímulo de temperaturas “fuera de las consideradas fisiológicas, altas o bajas”, tienen una respuesta en las células de nuestro cuerpo, tanto neuronas (donde actúan los neurotransmisores) y no neuronas. Esto se traduce en que los mecanismos moleculares del interior de las células provocan que estas respondan mejor ante la nueva temperatura. Estos cambios en las células, a su vez, “se traducen en cambios fisiológicos como placer, reducción del dolor, relajación, mejoras en procesos depresivos, mejores o peores digestiones, etc”.
¿Quiere decir esto que detrás de estos procesos fisiológicos está ocurriendo algo con la serotonina? “Ni idea”, valora Mellen, “pero es posible que haya un cambio de expresión de genes (uno de los citados mecanismos moleculares) que desencadene una mayor liberación de serotonina, por qué no”.
El trabajo científico más próximo es un estudio de 2002 donde se compararon las concentraciones en sangre de diferentes moléculas —entre ellas, la serotonina— en 25 personas que solían nadar durante el invierno en aguas por debajo de los 8 ºC y 11 personas sanas que no llevaban a cabo esta práctica. El estudio observó los valores de estas moléculas en otoño, invierno y primavera y llegó a la conclusión de que los niveles de serotonina no eran estadísticamente significativos entre grupos, y que no se apreciaba una diferencia entre quienes suelen realizar baños en aguas frías y quienes no.
Por otro lado, sí se han analizado aumentos de otros neurotransmisores relacionados con el comportamiento. En este experimento publicado en el 2000 se observó que los participantes (10 hombres) vieron aumentados sus niveles de noradrenalina y dopamina, pero no se investigó cómo variaba la serotonina.
Antes de despedirnos…
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En este artículo han colaborado con sus superpoderes Xuxa Sanz, enfermera experta en salud menstrual; José Ángel Morales, doctor en Neurobiología y Marian Mellen, investigadora en genómica, epigenética y neurociencia.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 18/11/2022