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MALDITA CIENCIA

¿Dejan los niños de crecer o lo hacen más lentamente cuando empiezan a tener vello facial?

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La semana pasada resolvimos una de vuestras dudas sobre la relación que hay entre la primera regla y el crecimiento en mujeres: sí que existe relación entre la progesterona, una de las hormonas vinculadas al ciclo menstrual, y el desarrollo esquelético. Aprovechando ese consultorio, nos habéis preguntado si existe algún proceso similar al de la menarquia en varones y si la aparición del vello facial indica que el niño deja de crecer o lo hace a un ritmo más lento. La respuesta rápida es que no: el vello facial no está directamente relacionado con el crecimiento de los varones. Os contamos un poco más.

Según explica Guillermo López Lluch, experto en metabolismo e inmunología y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, el crecimiento en los varones se produce cuando comienzan a liberar más testosterona (una hormona sexual que se produce en hombres y mujeres) a partir del desarrollo de los testículos: “Esta testosterona estimula la secreción de la hormona del crecimiento, que produce el crecimiento de los huesos y el aumento de la musculación”.

Esta liberación de testosterona, detalla López, “se incrementa a partir de los 14-15 años hasta llegar a los máximos a los 18 o 19, a partir de los cuales se estabiliza”. Es en tal periodo cuando se produce lo que coloquialmente denominamos ‘estirón’. Estas hormonas (testosterona, hormona del crecimiento y otras hormonas sexuales) son las responsables de este ‘estirón’, pero también del cierre de los cartílagos del crecimiento y la finalización del crecimiento, como indica la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Por otro lado, la aparición del vello facial está asociado a la segregación de varias hormonas sexuales denominadas andrógenos, que son la testosterona, pero también la dihidrotestosterona. Aunque tengan nombres similares, funcionan de manera independiente, según la literatura científica disponible. A su vez, es necesario que el organismo también posea receptores de estas hormonas —técnicamente hablando, reguladores de la transcripción de genes activados por andrógenos—. En resumen, es necesario tanto una segregación de hormonas como una parte genética que sea capaz de recibir estas hormonas.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Guillermo López Lluch.

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