Las primeras vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 han tardado menos de un año en autorizarse desde que se notificó el primer caso de COVID-19 en China. Nunca antes se ha logrado desarrollar una vacuna tan rápido. ¿Cómo ha sido posible? Os lo explicamos.
Proyectos de vacunas para otros coronavirus
Antes del coronavirus SARS-CoV-2, hubo candidatos de vacunas frente a otros dos coronavirus: el SARS-CoV que provocó el brote de SARS (síndrome respiratorio agudo severo) y el MERS-CoV causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). Un estudio escrito en octubre de 2020 concluye que “las lecciones biológicas y clínicas que aprendimos de las investigaciones sobre SARS-CoV y MERS-CoV, junto con la experiencia en el desarrollo de vacunas que obtuvimos de otras enfermedades, ya nos han guiado para encontrar múltiples soluciones candidatas prometedoras" a la vacuna contra el SARS-CoV-2.
Fases de investigación de forma paralela
Además, el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 se ha acelerado en todo el mundo, comprimiendo en el tiempo su desarrollo al aplicar el conocimiento previo de producción de vacunas gracias a las ya existentes, explica la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). Las fases de desarrollo de vacunas que suelen hacerse de forma consecutiva, en el caso de la COVID-19 se han hecho en gran medida de forma paralela, como muestran estas dos gráficas de la EMA.
Priorización de las vacunas contra el coronavirus
La Administración de Medicamentos y Alimentos en Estados Unidos (FDA) explica que se coordinaron agencias gubernamentales, organismos internacionales, instituciones académicas, organizaciones sin fines de lucro y farmacéuticas “para priorizar y acelerar” el desarrollo de vacunas sin sacrificar "las normas científicas, la integridad del proceso de revisión de las vacunas o su seguridad".
También ha habido más recursos para el desarrollo de estas vacunas, incluyendo inversiones con dinero público y de filantropía.
Evaluación de los resultados durante el proceso de desarrollo
La evaluación de las vacunas por las autoridades sanitarias también se ha acelerado al revisar los datos de los ensayos clínicos mientras se realizaban, durante el proceso de desarrollo. Con las vacunas tradicionales se analiza la información generada en los ensayos una vez han finalizado. Esto permite, en el caso de la Agencia Europea de los Medicamentos, pasar de un máximo de 210 días hábiles para evaluar las vacunas a menos de 150 días laborales.