Republicamos este artículo publicado originalmente por la Agencia SINC el 19 de febrero de 2021.
Los grandes efectos directos e indirectos de la covid-19 han obligado a buscar un equilibrio entre la minimización del impacto inmediato de la pandemia sobre la salud y la contención de los daños socioeconómicos a largo plazo para la sociedad.
Un parámetro clave en el cálculo de cómo se pueden justificar las políticas restrictivas es la mortalidad asociada a la enfermedad, que ha llevado a crear grandes colaboraciones internacionales con el objetivo de recoger datos para registrar las defunciones atribuibles al SARS-CoV-2.
A pesar de sus limitaciones, cada una de estas vías de investigación y sus medidas de salud asociadas (tasa de infección, defunciones y exceso de defunciones) son importantes para informar a la ciudadanía y a los responsables políticos sobre el impacto de la mortalidad del coronavirus.
Un estudio realizado por un grupo investigadores de diversas universidades y centros internacionales, entre los que se encuentran Héctor Pifarré Arolas y Guillem López Casasnovas, ambos investigadores del Centro de Investigación en Economía de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra (CRES-UPF), ha estimado el impacto de la mortalidad prematura por covid-19.
Lo ha hecho a partir del cálculo de los años de vida perdidos –la diferencia entre la edad de la muerte de un individuo y su esperanza de vida– debido al nuevo coronavirus y la medida relativa de estos años perdidos en relación a otras enfermedades comunes, como la gripe o las enfermedades cardiovasculares.
En la investigación, publicada en Scientific Reports, también han participado el Max Planck Institute for Demographic Research (Alemania), la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU) y la Universidad de Oxford (Gran Bretaña) y ha contado con la cofinanciación de la Fundación "la Caixa".
“Nuestros resultados confirman que el impacto de la mortalidad de la covid-19 es grande, no solo en cuanto al número de muertes, sino también en cuanto a los años de vida perdidos”, afirman los autores, que consideran que su estudio es una radiografía de la situación de la pandemia a principios de 2021.
¿Cuántos años de vida se han perdido?
Los investigadores estimaron el índice de años de vida perdidos (YLL, en inglés) causado por la covid-19 sobre más de 1.279.866 defunciones en 81 países. También analizaron datos de la esperanza de vida e hicieron proyecciones de muertes totales de covid-19 por país.
Los autores afirman que, en total, se han perdido 20.507.518 años de vida debido a la covid-19 en los 81 países incluidos en el estudio, con una media de 16 años por fallecimiento individual.
Del total de años perdidos, el 44,9 % se ha producido en individuos de entre 55 y 75 años, un 30,2 % de en individuos menores de 55 años y un 25 % en los mayores de 75 años. En los países para los que se disponía del cálculo del número de muertes por sexo, el YLL fue un 44 % superior en hombres que en mujeres.
En los países más afectados por la covid-19, y en relación a otras causas globales de muerte comunes, el índice de años de vida perdidos debido a la pandemia han sido de dos a nueve veces mayor que el YLL medio asociado a la gripe estacional, y entre 1/4 y 1/2 superior al YLL atribuible a las afecciones cardíacas.
Interpretación de los resultados
En 35 de los países analizados, la cobertura de los datos abarca al menos nueve meses. En estos casos, esto sugiere que probablemente incluye los impactos completos de la pandemia en 2020, o al menos sus primeras olas, mientras que para otros países, estos datos todavía están al alza.
Los expertos advierten que “hay que entender los resultados en el contexto de una pandemia en curso, que evoluciona; se puede decir que el estudio proporciona una instantánea de los posibles impactos de la covid-19 en cuanto a años de vida perdidos con fecha de 6 de enero de 2021”.
“Las valoraciones de años de vida perdidos pueden ser subestimadas, debido a la dificultad de registrar con precisión las defunciones relacionadas con la covid-19, ya que tanto las políticas como las prácticas sobre la codificación de las muertes aún se están desarrollando y estandarizando”, subrayan los autores, que recalcan que el estudio se limita a analizar la mortalidad prematura. “Una evaluación completa del impacto de la pandemia en la salud debería considerar la carga de discapacidad asociada a la enfermedad”, concluyen.