Circula un vídeo en el que varias personas, entre ellas la activista anti-vacunas y promotora de ciertas teorías de la conspiración, Judy Mikovits, hablan sobre las vacunas contra el coronavirus. Entre las afirmaciones falsas que sostienen, aseguran que la vacuna de ARN mensajero (ARNm) no cumple con la definición de vacuna, que estas van a cambiar nuestro ADN y que causan efectos adversos en el 80% de las personas vacunadas. Pero nada de esto es cierto. Os lo contamos.
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No es cierto que la vacuna de ARN mensajero no cumpla con la definición legal de vacuna
Las personas que aparecen en el vídeo son David Martin, Robert Kennedy Jr., Rocco Galati y Judy Mikovits. Martin comienza su intervención asegurando que el término vacuna está “definido legalmente” por los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) y la Administración de Medicamentos y Alimentos en Estados Unidos (FDA).
Afirma que según la definición de estos organismos, “las vacunas tienen que estimular la inmunidad dentro de la persona y también tienen que detener la transmisión”. Y añade que “han sido muy claros” en que la vacuna de ARN mensajero no detiene la transmisión del virus, por lo que “no es una vacuna”.
Pero la vacuna de ARN mensajero sí cumple con la definición de vacuna de los CDC: “un producto que estimula el sistema inmunitario de una persona para que produzca inmunidad frente a una enfermedad específica, protegiéndola de esa enfermedad”. Y también cumple con la de la FDA, que explica que “la vacunación estimula el sistema inmunológico del cuerpo para que desarrolle defensas contra las bacterias o virus infecciosos (organismo) sin causar la enfermedad”. En ninguna de estas definiciones se menciona que una vacuna tenga que detener la transmisión para que sea considerada como tal.
Las vacunas de ARNm se encargan de entrenar al sistema inmune para que reconozca las amenazas, los patógenos que causan esas enfermedades, y así pueda defenderse de ellas. Por lo tanto sí cumplen las definiciones de los CDCs y la FDA. La diferencia que existe con otros tipos de vacunas es la forma en que lo hacen.
Mientras otras vacunas contienen patógenos atenuados, las de ARNm contienen moléculas de ARN que dan las “instrucciones” a nuestro organismo para que produzca el antígeno (en este caso una proteína) que desencadene la reacción del sistema inmune.
Además, según los CDC, “las vacunas de ARNm son nuevas, pero no desconocidas”, y añaden que los científicos han estudiado estas vacunas durante décadas.
Por lo tanto, no es cierto que las vacunas de ARN mensajero no cumplan con la definición del término “vacuna” que ofrecen organismos como los CDC o la FDA.
Por qué las vacunas de ARN mensajero no van a alterar nuestro ADN
Otra de las teorías sin evidencias científicas que defienden en el vídeo es que la vacuna de ARN mensajero puede “programar” nuestro ADN. Sin embargo, en Maldita Ciencia también os contamos por qué estas vacunas no alteran el ADN.
Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explicó a Maldita Ciencia que "al utilizar ARN mensajero estas vacunas le están proporcionando a las células las instrucciones para que estas fabriquen proteína S del coronavirus. Nada más. Estas moléculas de ARN mensajero son extraordinariamente lábiles [frágiles], y desaparecen muy rápidamente tras ser usadas para producir proteína S. Por eso hay que mantenerlas congeladas a tan baja temperatura".
Montoliu descarta que estas moléculas vayan "a insertarse en nuestro ADN, que sería la única manera de que nuestras células acabaran modificadas genéticamente, es decir, que se convirtieran en transgénicas. El ARN se administra, se usa y desaparece, se destruye y degrada por la propia célula, y ahí acaba su viaje".
Así que las vacunas de ARN mensajero no podrían de ninguna forma interferir en la secuencia de ADN de nuestras células. El motivo es que, a diferencia del ADN que se encuentra en el núcleo de la célula, el ARN se encarga de llevar las instrucciones a la maquinaria celular que se encuentra fuera del núcleo. Por eso, tal y como explican los autores de este artículo publicado en la revista Journal of Immunology Research, "el ARN no necesita entrar en el núcleo durante el proceso y por eso no hay riesgo de que se integre en el genoma".
La vacuna no “enferma” al 80% de personas que la reciben
En el vídeo también sostienen que el 80% de las personas a las que se le inyecta la vacuna presenta un efecto adverso ya que “está hecha para enfermar. Se les inyecta una sustancia química para inducir la enfermedad, no para inducir una respuesta inmunotransmisora”. Esto también es falso.
Todas las vacunas pueden causar algunas reacciones adversas, casi siempre leves. Sin embargo, los datos recopilados hasta ahora tanto en los ensayos clínicos como en la aplicación de las vacunas contra la COVID en los primeros grupos de población vacunados señalan que estas vacunas son seguras según todas las evidencias disponibles por ahora y contradicen la afirmación de que van a “enfermar” al 80% de la población.
Según la Asociación Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), un acontecimiento adverso tras la vacunación es “cualquier problema de salud que ocurre después de la vacunación sin que necesariamente tenga estar ocasionado por la vacuna”.
En España el Plan de Seguridad de Vacunas de la AEMPS, que forma parte del Sistema Español de Farmacovigilancia, reforzará la notificación y monitorización diaria de efectos adversos. En una web cualquier persona vacunada podrá alertar de posibles efectos secundarios para garantizar el uso seguro de la vacuna, según explicó la directora general de la AEMPS, María Jesús Lamas.
Este organismo ya ha publicado el primer informe de de Farmacovigilancia sobre vacunas COVID-19, que recoge los acontecimientos adversos notificados en España desde el 27 de diciembre de 2020 hasta el 12 de enero de 2021, tras el inicio de la campaña de vacunación contra el coronavirus.
“A la fecha de cierre de este informe (12 de enero), se habían vacunado en España 494.799 personas, habiéndose recibido 374 notificaciones de acontecimientos adversos”, se puede leer en el documento. Y añade que, hasta esa misma fecha, “no se ha identificado en España o en la Unión Europea ninguna posible reacción adversa hasta ahora desconocida que pueda ser motivo de preocupación”.
En el caso de Estados Unidos, la FDA notificó que el 1% de las personas que recibieron la vacuna de Moderna tuvieron algún efecto adverso grave, al igual que el 1% de quienes recibieron placebo. En cuanto a la vacuna de Pfizer-BioNTech, después de finalizar el ensayo clínico de la vacuna, los datos que publicó la FDA y los CDC decían que el 4,6% de los voluntarios menores de 55 años tuvo fatiga severa, el 3,2% tuvo fuerte dolor de cabeza, 2,1% de estas personas tuvo escalofríos intensos y el 2,2% presentó fuertes dolores musculares nuevos o se intensificaron los que ya tenían.
Por lo tanto, no es cierto que la vacuna “está hecha para enfermar” ni causan enfermedades en el 80% de las personas que la reciben.
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