Cada vez más de vosotros os cuestionáis y os animáis a preguntarnos por la supuesta eficacia tanto de las 72 técnicas que el gobierno ya considera pseudoterapias, como de las 66 que aún están en investigación. Esta semana, la escogida ha sido la aromaterapia, que forma parte de la segunda de estas listas. A pesar de que los estudios disponibles sobre ella muestran resultados contradictorios, no hay evidencias científicas que demuestren los supuestos beneficios que se le atribuyen.
De hecho, las investigaciones que insinúan que sí los hay, tienen una metodología deficiente que incluso los autores admiten: baja calidad, tamaño de muestra insuficiente, no se pueden sacar conclusiones, se necesitan más estudios…
"Se ha demostrado que algunos aceites esenciales poseen propiedades bactericidas, sedantes, o antiinflamatorias", indica aquí el Grupo de Investigación en Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona). "A pesar de esto, no hay estudios clínicos que demuestren la total eficacia de la aromaterapia más allá del efecto placebo". Tampoco ha mostrado ser efectiva para tratar la ansiedad, según esta revisión; e incluso los autores de otras (como esta y esta) admiten las limitaciones de sus resultados en relación a los supuestos beneficios frente al dolor.
Según sus adeptos, las moléculas olorosas de los aceites esenciales utilizados para esta práctica "llegarían a la pituitaria a través del aire, y de allí al bulbo olfativo, directamente conectado con el sistema límbico" y que este "es el centro donde se gestionan todas las emociones, y se promueven respuestas somáticas en el organismo, respuestas fisiológicas, y diferentes estados de ánimo".
Según Fernando Cervera, biólogo y vocal de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), esto ocurre con cualquier estímulo que recibimos: no solo los olores, también los colores o los sonidos estimulan ciertas partes del cerebro. ¿Pueden por ello tener un efecto significativo sobre problemas de salud? "La respuesta, hasta donde llega la evidencia, es que no", afirma Cervera.
"En su concepción original, la aromaterapia hacía referencia al uso de aromas o aceites esenciales que, por vía olfativa, originarían una respuesta en el individuo con capacidad terapeútica", explica a Maldita Ciencia el farmacéutico Roi Cal Seijas. "Sin embargo, a día de hoy, el concepto es mucho más amplio y hace referencia al empleo de aceites esenciales con finalidades terapéuticas cuando estos se usan por cualquier vía de administración (tópica, inhalatoria o sistémica)", añade.
De aquí deriva uno de los posibles efectos perjudiciales que esta técnica puede suponer para el paciente. Los productos que utiliza, especialmente si se administran por vía oral, no están exentos de efectos secundarios, contraindicaciones e interacciones, según advierte Cal. Además, según los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), entre los efectos adversos relacionados con estos aceites y su aplicación directa sobre la piel, se han reportado casos de dermatitis, reacciones alérgicas y fototoxicidad (al aplicarlos antes de la exposición al sol) tras su uso.
Aun así, el peligro principal, como ocurre con el resto de terapias pseudocientíficas, es que puede conseguir que, de cierto modo, se dejen a un lado los tratamientos médicos reales (como antibióticos en caso de infecciones respiratorias, dentales o urinarias, por ejemplo), aun sin existir evidencias científicas que avalen su eficacia. "Esto puede causar un serio perjuicio para los pacientes, si retrasamos un diagnóstico o un tratamiento antibiótico necesario", advierte Cal.
Es cierto que, por norma general, la aromaterapia se propone como un complemento. Sin embargo, sí que puede ocurrir que se plantee como un sustitutivo en algunas ocasiones. "El mayor riesgo es que esta práctica sirve de trampolín hacia muchas otras pseudoterapias que sí se ofrecen como alternativa a tratamientos reales, que pueden suponer un retraso en la atención terapéutica o que directamente pueden tener efectos secundarios nocivos", explica Cervera.
Primera fecha de publicación de este artículo: 11/03/2020