La leche se ha convertido en un alimento polémico. Tras la aprobación en Cataluña de la venta directa de leche cruda analizamos sus posibles riesgos. Ahora es el turno de otras cuestiones por las que nos habéis preguntado.
Beber leche es sano salvo que tengas algún tipo de intolerancia o alergia a algunos de sus componentes. Para los niños, la leche es una fuente clave de calcio, vitamina D, proteínas y micronutrientes. No obstante, la Escuela de Salud Pública de Harvard considera que debe consumirse de forma moderada: uno o dos vasos al día de leche semi o desnatada, según esta institución.
Hay otras fuentes de calcio más allá de la leche por lo que tampoco es un alimento irreemplazable: la col tiene un enorme contenido de calcio. Ningún alimento es insustituible porque podemos lograr los nutrientes que nos aportan por otras fuentes.
Otra acusación que oímos a menudo contra la leche es que su consumo es antinatural. Seguramente habrás oído que somos el único animal que bebe leche en edad adulta. Primero, técnicamente eso es falso: se ha observado a gatos callejeros de la Isla de Guadalupe beber leche directamente de las mamas de elefantes marinos que están alimentando a sus crías.
Si los humanos (aunque no todos) somos capaces de beber leche de adultos es porque tenemos una enzima, llamada lactasa, encargada de digerir la lactosa. Todas las crías de mamífero la generan, pero es cierto que en la mayoría de los mamíferos decae al llegar a la edad adulta.
En el caso de los humanos, determinadas mutaciones que se expandieron por Europa y algunas zonas de África hacen que los adultos sigan siendo capaces de digerir la lactosa. Por ello, la población de origen europeo tiene, en general, mayor capacidad de metabolizar la lactosa que la población asiática. En total solo el 35% de la población humana es capaz de digerir la lactosa pasados los 8 años.
Nos permitimos añadir que, como antinatural, también es antinatural beber cerveza o comer croquetas, pero eso no parece provocar tanta polémica.