Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha escogido este día para centrarse en la prevención del suicidio. En todo el mundo, casi 3.000 personas acaban con su vida cada día y al menos 20 intentan suicidarse por cada una que muere.
La OMS tiene en su web recursos para la prevención del suicidio dirigidos a grupos específicos sociales y profesionales particularmente relevantes como los medios de comunicación, profesores, policías y bomberos.
Mitos y realidades del suicidio
En España el suicidio es la principal causa externa de muerte, con 3.679 fallecimientos en 2017, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Pese a que es un problema de salud pública, siguen vivos numerosos mitos a su alrededor, que perjudican su prevención.
La Confederación Salud Mental España ha elaborado materiales sobre mitos y realidades del suicidio, y también existen guías para la detección y prevención de la conducta suicida realizadas por expertos para Salud Madrid dirigidas a familiares, docentes, profesionales sanitarios, personas con pensamientos suicidas y familiares de personas que se han suicidado. A continuación os aclaramos los principales mitos, con recomendaciones de cómo actuar, de acuerdo a las instrucciones de las dos organizaciones.
Mito 1: preguntar a una persona si está pensando en suicidarse puede incitarle a hacerlo
En realidad está probado que hablar con la persona con pensamientos suicidas disminuye el riesgo de cometer el acto. La recomendación de las autoridades sanitarias es preguntar y escuchar con respeto a la persona en riesgo sobre sus pensamientos y emociones relacionadas con la conducta suicida porque reducirá su tensión. Discutir o minimizar las ideas suicidas es una actitud equivocada.
Mito 2: los intentos de suicidio son una llamada de atención
Las organizaciones desmienten este mito: no se trata de una llamada de atención. Los intentos de suicidio son una manifestación del sufrimiento y desesperación que siente la persona.
Mito 3: la persona que expresa su deseo de acabar con su vida nunca lo hará
La evidencia actual muestra que la mayor parte de las personas que han intentado suicidarse anteriormente expresaron su intención con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta. La recomendación es no considerar estos avisos como un alarde, chantaje o manipulación para lograr algo.
Mito 4: la persona que se quiere suicidar no lo dice
De cada 10 personas que se suicidan, nueve expresan claramente sus propósitos y la otra restante dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida, según la guía de Salud Madrid. Sólo un escaso número de casos se produce sin aviso. La mayoría de los suicidas dan avisos evidentes de sus intenciones.
Mito 5: el suicidio es impulsivo y la mayoría de los suicidas no avisa
La realidad es que el suicidio puede ser consecuencia de un acto impulsivo repentino pero también, de una planificación cuidadosa. En ambos casos, casi siempre existen signos directos o indirectos, verbales o no verbales, que advierten del riesgo suicida.
Mito 6: el suicidio no se puede prevenir
Es un error creer que no podemos hacer nada para prevenir la conducta suicida. El suicidio y sus intentos, en muchas ocasiones, se puede prevenir y por eso es importante aprender a detectar las señales de alerta de riesgo inminente.
Mito 7: solo las personas con problemas graves se suicidan
El suicidio tiene varias causas. Muchos problemas pequeños pueden llevar al suicidio, a lo que hay que sumar que, lo que para unos es algo sin importancia, para otros puede ser algo catastrófico. La recomendación es no valorar desde nuestro punto de vista lo que para otros puede ser grave o menos grave porque puede llevar a infravalorar el dolor que les puede causar.
Mito 8: los medios de comunicación no deben hablar del suicidio para evitar el efecto llamada
Aunque omitir el suicidio era una recomendación que se daba hace años en las facultades de Periodismo basada en el efecto Werther (según el cual, tras la publicación de una noticia sobre suicidio aumentan los casos), lo cierto es que el efecto se puede evitar si se informa con rigor. Además, también existe el llamado efecto Papageno, una reducción de los suicidios por un tratamiento informativo adecuado acorde a lo recomendado por la evidencia científica. Para prevenir el suicidio hay que hablar de él.
La OMS recomienda usar fuentes fiables, evitar el sensacionalismo en el tratamiento informativo de suicidios (especialmente con personas conocidas), no informar detalladamente sobre el método utilizado, hacer referencias a posibles problemas mentales previos, no considerar el suicidio como inexplicable o de forma simplista ni tampoco como un método para lidiar con problemas personales, mencionar el impacto sobre las familias y no glorificar a las víctimas como mártires.
Además, los medios de comunicación también deberían publicar junto a las noticias del suicidio una lista de servicios de salud mental como líneas telefónicas de ayuda, publicitar las señales de aviso, informar sobre la asociación habitual entre la depresión y el suicidio, y cómo la depresión es tratable.
Mito 9: las personas que se suicidan son egoístas o valientes
La conducta suicida no es valiente ni cobarde, está vinculada a un altísimo grado de sufrimiento de la persona.
Señales de alerta
Hay señales que pueden indicar que alguien está pensando en acabar con su vida. Algunas son verbales como los comentarios negativos sobre uno mismo o sobre su vida como "No valgo para nada", "Estarías mejor sin mí" o "Estoy cansado de luchar"; comentarios negativos sobre su futuro como "Lo mío no tiene solución" o "Las cosas no van a mejorar nunca"; despedidas verbales o escritas como "Quiero que sepas que en todo este tiempo me has ayudado mucho" y comentarios sobre el acto suicida o la muerte como "No deseo seguir viviendo", "Nadie me quiere y es preferible morir" o "Me gustaría desaparecer".
Otros posibles avisos son no verbales, como los cambios repentinos en la conducta de la persona, tanto un aumento de la irritabilidad y del consumo de alcohol como un período de calma tras una gran agitación. Considerar esto como una mejoría puede ser un error ya que también puede ser una señal de riesgo inminente. También, si ves lesiones en alguna parte de su cuerpo, si regala objetos personales muy queridos, cierra sus cuentas en redes sociales, decide cerrar asuntos pendientes o si prepara un testamento o seguro de vida.
Herramientas contra el suicidio
Si estás pasando por una mala situación personal, padeces alguna enfermedad mental o tienes pensamientos suicidas, puedes recibir ayuda de tu médico de cabecera o acudir a Urgencias. También puedes acudir a una persona de tu confianza, comunicarle lo que te está sucediendo y buscar la compañía de alguien que te aprecie y con quien te sientas a gusto.
Otros recursos disponibles son el Teléfono de la Esperanza, con el que puedes contactar llamando al 91 459 00 55 o al 717 003 717 (aquí tienes el listado completo del teléfono de sus sedes en España y otros lugares del mundo), y el Teléfono contra el Suicidio, disponible en el 91 138 53 85.
Y recuerda: el suicidio puede presentarse como una solución permanente ante un intenso dolor. Pero, aunque no lo parezca, la desesperanza, el dolor y el vacío son estados temporales, no permanentes. Aunque ahora sientas que tu abatimiento no va a terminar, es importante recordar que las crisis no son permanentes.