Nos habéis preguntado qué son los “ciervos zombis” y si la enfermedad que les ha hecho ganarse este apodo ha llegado a contagiar o no a seres humanos. Tranquilos, no son muertos vivientes: el adjetivo zombi viene del comportamiento del animal infectado, que pierde peso rápida y drásticamente, babea, tropieza y carece de coordinación y de miedo hacia las personas (aunque ni son agresivos ni atacan).
Estos son algunos de los síntomas de la Chronic Wasting Disease (CWD), una enfermedad que ha afectado también a renos y alces de 24 estados de Estados Unidos, dos provincias de Canadá, Finlandia, Noruega y Corea del Sur. También ha habido muertes por CWD en animales asintomáticos.
El origen de este trastorno son los priones, agentes infecciosos formados por un tipo de proteínas que causan algunas patologías neurodegenerativas letales (como la encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas). La CWD destruye progresivamente el sistema nervioso de estos animales: afecta al cerebro, a la espina dorsal y a otros tejidos, acabando con su vida. Se propaga mediante el contacto con los fluidos de un ejemplar infectado (heces, saliva, sangre u orina) o bien a través del entorno, comiendo o bebiendo alimentos contaminados.
Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, estudios recientes apuntan a que este trastorno también puede afectar a otros animales más similares genéticamente al ser humano, como los monos. Este estudio está aun realizándose por lo que sus conclusiones no son definitivas todavía.
En el caso de las vacas locas, los priones que causaban la enfermedad evolucionaron, consiguiendo que fuera posible contagiar a personas. Aquí surge la gran duda: ¿es posible, entonces que los “ciervos zombis” nos contagien? Según el CDCno hay ninguna evidencia de que esto haya ocurrido a día de hoy y, de hecho, no se sabe si el ser humano puede infectarse, de momento, a través de este tipo de priones, según sus características actuales.
Por precaución, la CDC recomienda evitar la exposición a animales contagiados. Aún así, ni siquiera hay pruebas de que los humanos que han comido carne infectada se hayan contagiado.