No es nuevo, pero se ha vuelto a hacer viral en los últimos días. Se trata de un vídeo de un par de minutos en el que se ve cómo un equipo médico reanima a un bebé recién nacido que no respira, no se mueve y tiene un color pálido grisáceo que indica su delicado estado de salud. En el vídeo, los médicos realizan un masaje cardiaco, agitan y zarandean al bebé, le inyectan un medicamento, lo frotan mientras lo sujetan colgando por los pies. Al final el niño respira, se mueve y va adoptando un color rosado que hace entender el final feliz del vídeo.
Parece que se trata poco menos que de un milagro. Pero pediatras y neonatólogos han señalado que, de hecho, los procedimientos que se ven en el vídeo son contrarios a todas las recomendaciones a seguir en los minutos siguientes al nacimiento de un bebé y que el milagro es, de hecho, "que el niño llore o viva".
Todo lo que no hay que hacer
Héctor Boix es neonatólogo del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona y es muy crítico con los procedimientos que se ven en el vídeo: "el niño está mal posicionado sobre una superficie inestable, el masaje cardiaco se está haciendo de modo inadecuado, no se administra ventilación, no hay limpieza, se pincha en el cordón umbilical sin canalizar la vena...".
Pero además, señala un aspecto evidente para cualquier espectador, incluso los no expertos: el tratamiento "inhumano" del bebé. Zarandeos, cachetes, se le sujeta de los pies con la cabeza hacia abajo. "El clásico cachete para que empiecen a respirar es algo que estamos trabajando para erradicar. No solo es brusco, es que es inefectivo", explica. Lo que se ve en el vídeo va más allá de ese cachete.
Tanto Boix como Alberto García Salido, intensivista pediátrico en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, añaden otro detalle que resulta llamativo: la discontinuidad del proceso de reanimación. En un momento dado, los médicos dejan al niño solo sobre la mesa en la que le están atendiendo.
Lo que sí se hace: no es la tecnología, es el conocimiento
El vídeo está grabado en el verano de 2016 en la ciudad siria de Alepo, poco después de que un bombardeo hiriese a la madre. Es obvio que tras varios años de guerra, los recursos tanto materiales como humanos (especialistas, formación...) de los hospitales de la ciudad están muy lejos de los que pueden encontrarse en un hospital occidental. En estas circunstancias, cualquier vida salvada es algo a celebrar.
Tanto Boix como García coinciden en esa idea, y añaden que en una situación así la clave no es la tecnología, sino el conocimiento. "Algunos niños en situaciones críticas pueden necesitar instrumental sofisticado, pero en la mayoría de los casos lo importante es saber qué procesos seguir y cómo seguirlos", explica Boix. Esos procedimientos están recogidos en el algoritmo de reanimación neonatal.
Cuando un embarazo llega a término (es decir, el niño no nace de forma prematura) el procedimiento inicial normalmente es mucho más suave: se seca al bebé, se le da calor y se le estimula levemente. "A menudo el suave frotado al secarlo es suficiente", asegura Boix, y García añade: "los recién nacidos nacen para vivir y son muy agradecidos, en la mayoría de los casos solo necesitan un poco de ayuda".
En la mayoría de los casos, aseguran, esta intervención mínima es suficiente para que los niños comiencen a respirar por sí mismos y se ponga en marcha el corazón.
Si no lo es, se avanza en el procedimiento. Hay que empezar por asegurar la vía respiratoria: con una bolsa autoinflable se insufla aire en los pulmones del bebé para ayudarle a respirar por sí mismo. De ahí se pasa al masaje cardiaco y si es necesaria la intubación. Si así no se consigue activar la respiración y la frecuencia cardíaca, se inyecta adrenalina.
Todo esto se lleva a cabo de forma continuada y midiendo con precisión el tiempo. Los primeros minutos de vida reciben el nombre de minutos de oro porque de ellos dependerá la supervivencia y las posibles secuelas futuras del bebé.
Primera fecha de publicación de este artículo: 29/01/2019