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Qué es el efecto isla de calor de las ciudades y por qué no exagera el calentamiento global

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Claves
  • El efecto isla de calor explica la diferencia de temperatura entre la ciudad y el campo: las urbes suelen ser más cálidas porque tienen más materiales que absorben calor y lo disipan lentamente, como el asfalto
  • Una narrativa apunta a que este efecto exagera el calentamiento global ya que los termómetros, antes colocados en zonas rurales, ahora son parte de las ciudades que han crecido, por lo que reflejan temperaturas más altas
  • Pero esto es desinformación: las temperaturas en ciudades y entornos urbanos muestran aumentos similares de temperatura media
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“El efecto isla de calor al descubierto. Las estaciones meteorológicas instaladas en espacios naturales hoy han sido rodeadas por ciudades y urbanizaciones, ofreciendo temperaturas mucho mayores”. Mensajes en redes y portales de internet dicen que el efecto isla de calor urbana exagera las mediciones de temperatura y, por tanto, aportan datos erróneos sobre el calentamiento global.

El efecto isla de calor existe y explica la diferencia de temperatura entre zonas urbanas y rurales. Pero este efecto no ‘exagera’ los registros sobre el calentamiento global: termómetros rurales y urbanos muestran tendencias similares de aumento de temperatura, y estaciones que están y siempre han estado fuera de las ciudades también evidencian el aumento de la temperatura media global. Además, numerosa literatura científica desmiente que este efecto esté alterando las mediciones sobre el calentamiento global.

El efecto isla de calor urbana existe y se nota, sobre todo, por las noches…

Miguel Núñez, profesor e investigador de Arquitectura Bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid, explicaba en una Maldita Twitchería que la isla de calor es un “fenómeno climático estudiado desde el siglo XVIII” que explica las diferencias de temperatura entre ciudad y entorno rural. “Son diferencias de hasta ocho o diez grados en un mismo momento”, señalaba.

Esto se debe a que las urbes tienen más materiales que retienen más la radiación solar y su calor, como el asfalto o el hormigón. En las ciudades, además, hay más elementos que generan calor, como motores o sistemas de climatización. También hay menos vegetación, que reduce la isla de calor al dar sombra y enfría el entorno al transpirar parte de su humedad, y las corrientes de aire tienen más complicado disipar ese calor mediante ventilación.

Benito Fuentes, técnico superior de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), explica que este efecto se nota sobre todo por las noches, cuando los materiales que han absorbido calor durante el día lo van disipando en horas nocturnas. Sin embargo, en horas diurnas, “el contraste entre el centro de la ciudad y su periferia es muy pequeño o incluso puede invertirse, haciendo más calor en la zona rural que en el interior de la urbe”, precisa.

Esquema del efecto isla de calor. Las ciudades cuentan con más materiales que absorben más calor del sol y menos humedad acumulada por lluvia. Los entornos rurales absorben menos calor y tienen más transpiración por su cubierta vegetal. Fuente: Denial101x Making Sense of Climate Science Denial.

…pero el efecto isla de calor no exagera el calentamiento global

Utilizando esta noción de la isla de calor urbana hay mensajes que aseguran que este efecto exagera las mediciones de calor y por tanto el calentamiento global. Su argumento se basa en que termómetros que se colocaron en el pasado en entornos rurales o naturales ahora han quedado en terreno urbano debido al crecimiento de las ciudades. 

Numerosa literatura científica ha explorado si realmente el efecto isla de calor tiene un impacto en los registros sobre el calentamiento global. Un trabajo del proyecto Berkeley Temperatura Superficial Terrestre (BEST, por sus siglas en inglés) fue específicamente diseñado para abordar esta narrativa en 2011

Este trabajo empleó datos de 36.869 estaciones meteorológicas de 15 bases de datos diferentes desde 1950 hasta 2010, discerniendo entre las ubicadas en zonas rurales y urbanas, en base a imágenes por satélites. Así, vieron que el efecto isla de calor no tiene apenas influencia sobre las mediciones globales de temperatura —la poca diferencia era, de hecho, contraria a la esperada, con las estaciones urbanas registrando temperaturas globales más bajas que las rurales— y que las estaciones rurales y urbanas mostraron tendencias similares

Anomalías de temperaturas respecto al periodo 1950-1980 registradas en el global de estaciones meteorológicas (rojo) y en estaciones rurales (azul). Fuente: Charlotte Wickham, Robert Rohde, Richard A. Muller, et al. (2013).

Otros trabajos han explorado lo que ha sucedido en China durante el crecimiento de grandes ciudades, mucho mayor que el ocurrido en otras regiones del mundo. En diferentes estudios con estaciones rurales y urbanas tampoco se aprecian diferencias significativas en el global de temperaturas.

Anomalías de temperaturas respecto al periodo 1954-1983 en diferentes estaciones meteorológicas de China. En verde, estaciones rurales, usando diferentes metodologías. En marrón, estaciones urbanas, usando diferentes metodologías. En azul, global de China usando 720 estaciones rurales y urbanas. En rojo, una serie de datos de temperaturas en rejilla (tomando datos de varios kilómetros cuadrados). Fuente: Jones, P. D., D. H. Lister, and Q. Li (2008).

Algunos científicos que habían defendido esta narrativa escéptica sobre el efecto isla de calor aplaudieron los resultados del proyecto BEST y admitieron que estaban equivocados. Otros, en cambio, mantuvieron su postura

La AEMET también tiene estaciones bien alejadas del efecto isla de calor donde, aun así, se aprecian aumentos de temperatura media. Fuentes expone los ejemplos del observatorio de Izaña, a 2.369 metros de altitud, cerca del pico del Teide, donde se ha registrado un aumento de 1,7 ºC entre 1916 y 2023. El Observatorio de Daroca, en Daroca (provincia de Zaragoza, 1.957 habitantes),  que apenas ha cambiado desde su puesta en marcha en 1909, ha registrado un aumento de temperatura de 2,1 ºC desde 1940 a 2023.

Temperaturas medias registradas en los observatorios de Izaña y Daroca. Fuente: Benito Fuentes/AEMET.

Los registros de temperatura actuales sí tienen en cuenta el efecto isla de calor

El efecto isla de calor es bien conocido en las Ciencias del Clima y la Meteorología. Así, hay casos donde existe una notoria diferencia de temperatura que se atribuye a este fenómeno. Por ejemplo, en España, la estación de Almassora (provincia de Castellón, ubicada en un polígono industrial) ha registrado un aumento de temperatura media de 2,5 ºC entre 1976 y 2020, muy diferente a la media de su provincia, y se calcula que 1,2 ºC de esa temperatura son atribuibles al efecto isla de calor.

Temperatura media en la estación de Almassora y en la provincia de Castellón entre 1976 y 2020. Fuente: AEMET.

Una manera de tener en cuenta este fenómeno (y calcular el posible sesgo) es contar con estaciones meteorológicas repartidas por todo el territorio, tanto rural como urbano, y tomar más datos para calcular su proximidad a las ciudades, como la altura. Esto es lo que se hace en España, explica Rubén del Campo, portavoz de la AEMET.

Otra estrategia es emplear métodos geoestadísticos que permiten calcular la temperatura en cuadrículas, en lugar de en estaciones meteorológicas singulares. Así funcionan los datos en rejilla: a partir de la red de estaciones, se estima la temperatura de una región determinada que puede abarcar varios kilómetros cuadrados. En el caso de España, se consiguen rejillas de un kilómetro de ancho por un kilómetro de largo que cubre el territorio nacional.

Por último, puede suceder que se desee cambiar algo de la estación meteorológica, ya sean sus instrumentos o su ubicación. Cuando esto ocurre, explica Del Campo, se siguen usando durante un tiempo ambos sistemas para homogeneizar (es decir, equilibrar) los resultados.

Esquema de cómo se homogeneizan los resultados de una estación meteorológica en su antigua ubicación (rojo) y en la nueva (azul). Fuente: Denial101x Making Sense of Climate Science Denial.


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