En Maldita.es hemos dedicado una Maldita Twitchería climática a hablar de las comunidades energéticas, una figura jurídica que permite unir a ciudadanos en proyectos conjuntos de energía. Contamos en el programa con Carlos Pesqué, responsable de comunidades energéticas de ECODES, y las iniciativas de Rivas (LaPabloRenovable en la Comunidad de Madrid, que no está legalmente constituida como comunidad energética, aunque actúa como tal), Bullas (Bullas en Transición en la Región de Murcia) y Monachil (Comunidad Energética Río Monachil en la provincia de Granada) contaron cómo son son sus proyectos y todos los pasos necesarios para inscribir una comunidad energética.
Qué es exactamente una comunidad energética
Un grupo de vecinas que hace un proyecto de autoconsumo colectivo en su barrio, un proyecto que instala placas solares en edificios municipales para que su energía sea aprovechada por comercios y hogares, usuarios de vehículos eléctricos que instalan cargadores y ofrecen descuentos a sus socios, un proyecto para generar energía y reservar una parte a personas vulnerables… Son varios ejemplos de comunidades energéticas.
Pesqué explica en la Twitchería que la definición formal de una comunidad energética es “una entidad jurídica abierta y voluntaria en el ámbito de la energía”. Estas entidades están definidas en varias directivas europeas que en España “aún se están transponiendo” (trasladándose a la legislación nacional). Hay un proyecto de real decreto en marcha para ello, pero mientras todo esto se tramita, los ciudadanos ya pueden crear sus comunidades energéticas.
La legislación europea recoge dos definiciones que engloban a una comunidad energética: la comunidad de energías renovables y la comunidad ciudadana de energía. En la práctica, son definiciones casi idénticas: una entidad jurídica de participación abierta y voluntaria, controlada por socios o miembros que son personas físicas, autoridades locales (ayuntamientos) o pequeñas empresas, cuyo objetivo es ofrecer beneficios medioambientales, económicos o sociales en lugar de generar una rentabilidad financiera, y que pueden participar en proyectos energéticos como almacenamiento, generación o distribución de energía, servicios de eficiencia energética o recarga de vehículos, entre otros.
“Personas, autoridades locales y pequeñas empresas se unen para hacer iniciativas que tienen que ver con las energías renovables, la eficiencia energética, la movilidad sostenible… todo ello en el ámbito local y con una gobernanza democrática”, explica Pesqué.
Qué ventajas y posibles inconvenientes tienen las comunidades energéticas
El Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) cuenta como ventajas que las comunidades energéticas dan a los ciudadanos “un acceso justo y fácil a recursos locales de energía renovable y otros servicios energéticos o de movilidad”. También destaca que los usuarios de la comunidad “podrán tomar el control y tendrán una mayor responsabilidad en sus necesidades energéticas”. Por el propio modelo de las comunidades energéticas, también tienen beneficios sociales, como el fomento de la cohesión y equidad social, explica.
A esto se le suman los beneficios económicos del autoconsumo (ahorro en la factura de la luz) y los ambientales (producción eléctrica sin emitir gases de efecto invernadero), si es que el proyecto de comunidad energética conlleva algún tipo de autoconsumo colectivo. Y aunque el propósito de la comunidad energética no es generar una rentabilidad financiera, sí que pueden hacer instalaciones con excedentes (pueden vender la energía que les sobra al mercado eléctrico), lo que permite generar ingresos para la propia comunidad.
Miguel Ángel Mena, director de La Solar Energía Cooperativa y vicepresidente de la comunidad energética Bullas en Transición, explicaba en la Twitchería que las comunidades energéticas ayudan a “no considerar la factura de la luz como un acto de fe, sin tener ni idea de dónde viene ni por qué viene”. “Existe la posibilidad de generar electricidad, participar en decisiones sobre energía e incluso gestionar la energía. [Estas comunidades] tienen múltiples posibilidades en el mercado eléctrico”.
Pesqués también apunta que la ventaja que más destaca la gente al principio es la económica: “Hacer una instalación de autoconsumo es mucho más barato entre muchas personas que hacerlo cada uno en su tejado”. Sin embargo, la gente se suele quedar en estas comunidades “porque la energía es algo que le interesa a todo el mundo, independientemente de sus motivaciones”.
En cuanto a los inconvenientes, el IDAE explica que ciertas comunidades pueden tener dificultades para conseguir financiación por adelantado para sus proyectos, que falta un marco normativo definido al no haberse aún transpuesto la normativa europea a la legislación española, que se depende de voluntarios para mantener el proyecto que pueden no tener conocimiento del sector energético y que existen dificultades administrativas.
Por ejemplo, en el caso de la comunidad energética de Bullas, Mena comparte que en algunas regiones existe una visión “individualista y desconfiada” en cuanto a gestionar proyectos: “Estamos menos acostumbrados a hacer un trabajo colectivo y colaborativo como el que requiere una comunidad energética”. En su caso esto se compensa, en su opinión, al estar en una localidad pequeña (Bullas tiene 11.664 habitantes). Otro inconveniente que observan es que no han tenido “apoyo por parte de la comunidad autónoma, algo fundamental para poder contar con los ayuntamientos”.
Dónde hay comunidades energéticas en España
Puede ser que quien esté leyendo esto se encuentre muy cerca de una comunidad energética y no lo sepa. Para encontrarlas, existen varios buscadores de comunidades que se actualizan periódicamente.
El IDAE cuenta con un visor de comunidades que han recibido apoyo de fondos europeos del Plan de Recuperación (CE IMPLEMENTA). Este buscador permite ver las comunidades que han recibido fondos en un mapa, hacer filtros por tipo de socios (locales, pymes o personas físicas), personalidad jurídica (cooperativa, asociación, empresa…) o por actividades energéticas que llevan a cabo e indican detalles para cada uno de los proyectos del visor.
La Oficina de Transición Energética, un colectivo que hace formaciones y gestiona una red social dedicada a estas entidades, mantiene actualizado un mapa de comunidades energéticas con 516 que ha localizado en España. En algunos casos indican mucha información sobre cada comunidad (página web, perfiles en redes, personas responsables), en otras aportan únicamente recortes de prensa. La Red de Comunidades Energéticas, una cooperativa que recoge documentación, casos de éxito y asesora a estas entidades, también cuenta con un mapa similar.
Por último, el proyecto Energía Común de ECODES con Redeia también mantiene actualizado un mapa con 355 comunidades de energías renovables y 49 iniciativas públicas de autoconsumo colectivo, segregadas por provincias. Lo interesante de esta herramienta son los indicadores para cada comunidad, como sus participantes (ciudadanía, ayuntamientos, locales comerciales…), los aspectos sociales que aborda (pobreza energética, tercera edad, igualdad de género), el rol de las instituciones locales o cómo se ha financiado.
José Miguel Granados, coordinador técnico de la Comunidad Energética del Río Monachil (Monachil, Granada), participó en la Maldita Twitchería. Esta entidad tiene una fuerte implicación del ayuntamiento, que aporta espacios y recursos para que la comunidad tenga ‘roales’ o anillos: espacios del municipio con instalaciones fotovoltaicas que aprovechan los vecinos y comercios cercanos.
Cómo empezar a montar una comunidad energética
Ana Lillo, vecina del colectivo LaPabloRenovable, una comunidad de vecinas de Rivas-Vaciamadrid (Madrid) que se han coordinado para poner en marcha un proyecto de autoconsumo fotovoltaico, sin llegar a conformarse legalmente como comunidad energética, hizo una presentación en la Twitchería de cómo han hecho todo su proyecto. Se han unido más de 500 familias (1.500 personas) para hacer una instalación conjunta de autoconsumo fotovoltaico, que generará 865 kilovatios de energía máxima, con una inversión de 3.100 euros por vivienda.
En el caso de LaPabloRenovable, lo que ha impulsado principalmente esta comunidad ha sido los altos precios de la luz de 2021 y una conciencia medioambiental vecinal. Para conseguir su objetivo, prepararon un cronograma con diez pasos, desde las consultas con las parcelas de la urbanización, autorizaciones en juntas de propietarios, preparar un concurso para que una empresa se encargue de la instalación y hasta la tramitación con la distribuidora y comercializadora de energía.
Cada proyecto de comunidad energética tiene sus necesidades y un plan para conseguirlas. Pesqué comenta que ECODES es una oficina de transformación comunitaria (OTC), una figura apoyada por el IDAE y fondos públicos para asesorar a las comunidades energéticas: “Hacemos actividades de dinamización, asesoramiento y acompañamiento en todo el proceso de la comunidad”.
Aunque cualquier persona puede escribir a cualquier OTC, tiene más sentido que cada colectivo escriba a la oficina que tenga más cercana de su implementación, que es quien guarda más contacto con los ayuntamientos, conoce las líneas de subvenciones o el estado normativo en cada comunidad. En este listado del IDAE están todas las OTC operativas a abril de 2024.
Por último, la ONG ecologista Amigos de la Tierra cuenta con una guía para impulsar las comunidades energéticas, desde la figura jurídica acorde para cada proyecto, cómo se deben tomar las decisiones, las actividades que se contemplan en una comunidad, con qué tecnología de generación eléctrica se soportan esas actividades (si hace falta) y cuáles son los obstáculos más comunes.
Créditos de imagen destacada: Ecooo Energía Ciudadana.
Este contenido ha sido elaborado con la metodología editorial independiente de Maldita.es y apoyado por Próxima Energía.