Con el mes de diciembre se acaba el año y llega el frío (al menos en ciertas latitudes del hemisferio norte), aunque cada vez menos. Esta conclusión es una de las preguntas que aclaramos en esta 21º edición del consultorio Maldito Clima, dedicada en exclusiva al frío y lo que lo rodea. Hablaremos sobre olas de frío, cómo afectará al frío el cambio climático, qué es el permafrost y dónde encontrar datos oficiales sobre el deshielo en los polos.
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¿Qué es una ola de frío?
Cuando bajan las temperaturas, llega el frío. Pero no todo el frío se considera una ola de frío. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) define como ola de frío “un episodio de al menos tres días consecutivos en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran mínimas por debajo del percentil del 5% de su serie de temperaturas mínimas diarias de los meses de enero y febrero del periodo 1971-2000”.
Es decir, deben cumplirse tres condiciones: duración (al menos tres días consecutivos), extensión (al menos el 10% de las estaciones meteorológicas) e intensidad (que registren temperaturas mínimas entre el 5% de las más frías de enero y febrero en el periodo 1971-2000). Enero y febrero fueron los meses con las temperaturas mínimas más frías del año en el período 1971-2000. En resumen, se trata de un frío extremo incluso para ser invierno.
En Molina de Aragón (Guadalajara), aproximadamente el 20% de los días invernales tienen temperaturas por debajo de -7 ºC. Estos serán días muy fríos, pero no suficientemente fríos como para ser candidatos a una ola de frío en la localidad porque no exceden el umbral necesario. En cambio, en Sevilla/Aeropuerto la temperatura mínima absoluta registrada hasta la fecha es de -5,5 ºC, por lo que una mínima de -7 ºC en Sevilla sí podría formar parte de un episodio de ola de frío, indica la agencia meteorológica.
El siguiente mapa de la AEMET muestra el umbral de temperaturas mínimas que se deben superar durante al menos tres días seguidos en al menos el 10% de las 131 estaciones meteorológicas consideradas por la AEMET para estudiar las olas de frío. Estas 131 estaciones tienen una serie histórica suficientemente larga y distribuidas uniformemente sobre el territorio. Canarias no está incluida “por lo suave de sus temperaturas”.
Estas temperaturas mínimas que se deben alcanzar para hablar de ola de frío no son las mismas en todas partes porque se adaptan a lo habitual en cada estación. Por ejemplo, en Tarifa (Cádiz) se puede hablar de ola de frío cuando las temperaturas mínimas bajan de los 7,2 ºC mientras que en Granada deben ser inferiores a -5 ºC.
Además de cumplir con esta condición de intensidad (temperaturas bajas) para hablar de ola de frío en España, también tiene que mantenerse este frío extremo durante al menos tres días consecutivos en al menos el 10% de las 131 estaciones.
En esta web de la Universitat de les Illes Balears puedes ver si en la capital de la provincia en la que vives está pasando un calor o frío extremos para estas fechas. Puedes ver, por ejemplo, cómo del 19 al 20 de diciembre de 2023 Almería tuvo un día de frío extremo porque la temperatura mínima fue de 4,9 ºC cuando la temperatura umbral para considerar una ola de frío en Almería es de 5 ºC.
¿Cómo va a afectar el cambio climático al frío?
La crisis climática implica la subida de temperaturas en el planeta. Pero ¿qué pasa con el frío en este contexto? El frío (extremo o no) es cada vez menos frecuente y más suave, pero eso no significa que vaya a desaparecer, como tampoco lo hará el invierno.
Los fenómenos de frío extremo (incluidas las olas de frío) se han vuelto menos frecuentes y menos intensos y se prevé que todas las regiones del mundo vivan un mayor descenso de las condiciones climáticas que conducen a impactos de carácter frío. En el Ártico, el aumento de la temperatura en los días más fríos será a un ritmo aproximadamente tres veces superior al del calentamiento global, resume el sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), publicado en 2021.
“La subida de las temperaturas se nota en todas las estaciones del año y el invierno no es una excepción”, aclara a Maldita.es Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología. “Aunque en España se nota menos el calentamiento en invierno que en otras estaciones. En invierno la subida en España ha sido de 0,16 ºC por década entre la década de 1960 y la década de 2010, frente a los 0,27 ºC por década en verano”.
Pero esta reducción del frío no significa que vayan a desaparecer los inviernos. “Lo que observamos es un incremento en la temperatura media, lo que desplaza la distribución de temperaturas hacía valores más altos. También supone considerablemente más calor extremo, pero el frío extremo, aunque disminuye, no desaparece”, Dominic Royé, climatólogo y responsable de Ciencia de Datos de la Fundación para la Investigación del Clima. “Vamos a seguir teniendo estaciones, con inviernos menos fríos y veranos más calurosos. El contraste va a seguir existiendo”, añade el portavoz de la AEMET. En España están subiendo más las temperaturas máximas en invierno (+0,19 ºC por década) que las mínimas (+0,13ºC por década), aclara Rubén del Campo.
Esta subida de las temperaturas a lo largo del año y en invierno no significa tampoco el fin de fenómenos extremos como la borrasca Filomena y la ola de frío posterior. “El calentamiento global implica mucha mayor proporción de episodios cálidos que de episodios fríos, pero eso no quiere decir que no podamos tener episodios fríos. En el caso de Filomena lo realmente extraordinario fue la gran cantidad de humedad que portaba esa borrasca y la extraordinaria nevada porque el frío necesario para la nevada no fue nada fuera de lo común. También fue extraordinaria la ola de frío posterior a la nevada y en gran parte se debió a la gran cantidad de nieve acumulada en el suelo y al tiempo estable” por un anticiclón, destaca el portavoz de la AEMET.
Fenómenos como Filomena o la fuerte nevada en Múnich (Alemania) en diciembre de 2023 “también son posibles porque un planeta más cálido está evaporando más agua a la atmósfera. Durante los meses más cálidos esta humedad extra puede provocar inundaciones sin precedentes y en invierno pueden ser nevadas intensas”, añade Dominic Royé.
En resumen, los fenómenos de frío extremo serán menos probables. Es más, aunque no es una tendencia tan fuerte como el aumento de las olas de calor, las olas de frío ya han disminuido en España desde la década de 1970, concluye el portavoz de la agencia meteorológica.
¿Qué es el permafrost y qué tiene que ver con el cambio climático?
El permafrost (del inglés, permanent frost, helada permanente) es la capa del suelo que está permanentemente congelada en las regiones polares. Aunque se tiende a pensar que es hielo superficial, realmente es un mix de suelo, roca, hielo y material orgánico. Su relación directa con el cambio climático es que, con el aumento de la temperatura media del planeta, esta capa se está descongelando, indica el último informe del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
Este deshielo del permafrost desencadena otros problemas relacionados con el cambio climático. El primero de ellos es que estas capas retienen una importante cantidad de gases de efecto invernadero, principalmente metano y dióxido de carbono, por lo que su descongelación liberaría estos gases a la atmósfera, reforzando el efecto invernadero, favoreciendo el aumento de temperatura y provocando más descongelación del permafrost. “Un círculo vicioso e infernal”, como explicó a Maldita.es el ingeniero industrial Miguel Ángel Pantoja.
Otro segundo problema es que el aumento de la temperatura es mayor en las regiones polares, donde se encuentra este permafrost. Tanto en la región ártica como en la antártica, el aumento de la temperatura media ha sido de 3 ºC respecto a los niveles de 1950-1970. A mayor temperatura, mayor deshielo del permafrost. Como referencia, el aumento de la temperatura media global en noviembre de 2023 era de 1,25 ºC respecto a la era preindustrial.
Un tercer problema es el impacto que tiene en los ecosistemas. El deshielo del permafrost provoca desplazamientos de hábitats: animales de las regiones polares (mamíferos, aves, peces y crustáceos) se reducirán, al tiempo que crecerán otras poblaciones de especies propias de regiones más templadas, estima el informe del IPCC dedicado a océanos y criosfera. También se calcula que habrá un aumento de arbustos y árboles leñosos, algo que puede parecer beneficioso, pero conlleva un importante riesgo de incendios forestales que antes no existía.
Un cuarto problema tiene que ver con cómo afecta este deshielo a las comunidades humanas que viven en los polos. Sus infraestructuras están asentadas en un terreno que ya no es estable y vulnerable a hundimientos, lo que obliga a que se desplacen o tomen medidas de adaptación allá donde sea posible. A su vez, estas comunidades se hacen más vulnerables a otros fenómenos extremos, como inundaciones, precipitaciones torrenciales y —ya mencionado— incendios forestales.
Un último problema que mencionamos es que el permafrost también retiene patógenos, que llevan congelados cientos o miles de años y para los que los sistemas inmunes de los seres vivos no están preparados. Este trabajo científico de 2022 recopila algunos de los microorganismos interesantes para la salud pública, como la bacteria que causó la peste negra, diferentes virus de la gripe, restos animales con ántrax o incluso restos humanos que pueden portar la viruela, actualmente erradicada. Es difícil determinar si estos patógenos aún podrían replicarse o afectar a humanos, pero ya hay investigadores estudiando qué patógenos están actualmente congelados en el permafrost.
¿Dónde encontrar datos oficiales sobre el deshielo en los polos?
La pérdida de hielo en las grandes superficies heladas del planeta (principalmente, el Ártico, Groenlandia y la Antártida) es un indicador clave sobre la evolución de la crisis climática. Por eso se analiza con detalle por la comunidad científica, que abre estos datos al público en formatos sencillos.
Para utilizar bien sus recursos, hay un básico que no debes olvidar: el Ártico es un océano permanentemente helado (aunque la superficie congelada varíe a lo largo del año), mientras que Groenlandia y la Antártida son plataformas continentales que tienen una enorme capa de hielo encima, además de mar helado alrededor. Estas dos variables –mar helado y capa de hielo– se estudian de manera diferente.
Para el mar helado (sea ice en inglés), una fuente muy común es el National Snow and Ice Data Center (NSIDC), un centro de investigación y datos de la Universidad de Colorado Boulder, en Estados Unidos. Para acceder a los datos, hay que buscar en la portada el Arctic Sea Ice News & Analysis (ASINA) y, una vez allí, en el menú derecho hacer clic en “more tools for sea ice analysis”. Encontrarás un gráfico interactivo sobre la tendencia del mar helado en los polos (la sección “Ártico” también incluye el hielo que rodea Groenlandia).
Justo debajo hay un apartado para descargar datos. Para consultar su metodología, el enlace titulado “detailed documentation” resuelve la mayoría de las dudas e incluye dentro una guía del usuario completa. También hay un apartado de preguntas frecuentes.
Si continúas bajando, también encontrarás tres recursos para obtener imágenes del mar helado en el Ártico y la Antártida. Aunque estas son las herramientas más sencillas de comprender y utilizar, el NSIDC tiene una gran variedad de recursos sobre el mar helado, las capas de hielo, los glaciares, el permafrost, la nieve, la humedad del suelo y otros.
Sobre las capas de hielo que cubren Groenlandia y la Antártida (ice sheets en inglés), un recurso muy cómodo es la página web “signos vitales” del departamento climático de la NASA, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos. Aquí, junto a otros indicadores climáticos, están las capas de hielo de ambas plataformas continentales. Puedes descargar los datos registrándote en su base de datos y haciendo clic en “HTTP”.
Por último, si quieres profundizar algo más sobre Groenlandia, Polar Portal es una web donde cuatro instituciones científicas de Dinamarca vuelcan muchos recursos sobre el hielo en el continente, incluidas muchas imágenes. Debes tener cuidado al utilizar sus datos, que a veces se han utilizado para desinformar.