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Del picor y el enrojecimiento a la visión borrosa: cómo la contaminación puede afectar a nuestros ojos

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¿Qué son los tics en el ojo? ¿Las cataratas empeoran al leer o coser? ¿Puede la COVID-19 provocar conjuntivitis? Son sólo algunas de las consultas relacionadas con la salud visual que os hemos explicado desde Maldita.es. Ahora nos habéis preguntado si la contaminación afecta a los ojos. Pues sí. Además de irritación y enrojecimiento, puede provocar visión borrosa y empeorar enfermedades ya existentes como la conjuntivitis alérgica o el ojo seco.

Las molestias relacionadas con los ojos y la contaminación

Gases como el ozono y el dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión emitidas por el tráfico y las calefacciones pueden afectar a nuestros ojos, según cuenta a Maldita.es José M. Benítez-del-Castillo, catedrático de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y oftalmólogo de la Clínica Rementería

La contaminación produce “toxicidad, estrés oxidativo e inflamación en la superficie ocular”. Los síntomas (picor, escozor y enrojecimiento de los ojos) serían similares a los provocados por la conjuntivitis alérgica y la enfermedad de ojo seco, según afirma el experto y recoge una revisión publicada en Journal of Clinical Medicine.

El oftalmólogo asegura que se trata de “un problema que va en aumento y es común en grandes urbes, aunque poco conocido”. Otra revisión publicada en Ocular Surface indica que las molestias relacionadas con los ojos suelen asociarse con el aumento de la contaminación. 

Los afectados, según subrayan los autores, pueden quejarse de irritación, enrojecimiento, sensación de un cuerpo extraño, lagrimeo y visión borrosa. No obstante, los mecanismos homeostáticos (de autorregulación) de la superficie ocular pueden adaptarse a ciertos cambios crónicos en el medio ambiente. Por lo tanto, las personas afectadas pueden no ser siempre sintomáticas

Los efectos de la contaminación en las capas del ojo

La composición de la película lagrimal, que nutre y protege al ojo, se ve afectada por factores contaminantes. Ana Belén Cisneros del Río, vicedecana del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL), explica a Maldita.es que esto empeora la calidad y estabilidad de la lágrima y repercute en la inflamación de la superficie propiciando el síndrome de ojo seco. Varias investigaciones señalan que hay una asociación significativa entre la contaminación del aire y la enfermedad del ojo seco.

“Dado que solo una fina capa de lágrima separa la córnea (la capa externa del ojo) y la conjuntiva (membrana delgada que cubre la superficie interna del párpado y la parte blanca del globo ocular) de los agentes nocivos del entorno, estos pueden inflamar ambas estructuras y provocar queratitis (inflamación de la córnea) por el contacto con aguas contaminadas o sustancias tóxicas, así como conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva) irritativas debidas a la exposición a humos, gases o diferentes productos químicos”, subraya.

Un estudio publicado en British Journal of Ophthalmology, indica que, además, vivir en una ciudad con mala calidad del aire puede aumentar las probabilidades de desarrollar degeneración macular relacionada con la edad, una de las principales causas de ceguera.

Pero los efectos nocivos de la contaminación en la salud visual no acaban aquí. La polución también puede empeorar enfermedades ya existentes como las conjuntivitis alérgicas, los ojos secos, las blefaritis (la inflamación de los párpados) y otras enfermedades de la superficie ocular, según los expertos consultados. Cisneros subraya que también puede aumentar la intolerancia de algunos pacientes a las lentes de contacto.

La relación entre una reducción de la capa de ozono y daños en nuestros ojos

Otro posible efecto de la contaminación a tener en cuenta, según subraya Cisneros, es la reducción de la capa de ozono y su impacto sobre los ojos y la visión. Tal y como indica la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por su siglas en inglés), la capa de ozono en la estratosfera “protege la vida en la tierra de los rayos ultravioleta de la luz solar”.

Por lo tanto, la reducción de la capa de ozono aumenta el nivel de radiación ultravioleta que llega a la superficie de la tierra. Algo que, según el organismo, puede también aumentar las probabilidades de sobreexposición a los rayos ultravioleta. 

“A medida que la capa adelgaza, pierde su capacidad de absorber hasta el 99% de los rayos ultravioleta”, afirma Cisneros. Como consecuencia, pueden aumentar sus efectos dañinos en nuestros ojos.

“Si no nos protegemos adecuadamente ante una radiación solar intensa y prolongada pueden producirse molestias y lesiones en la superficie ocular (como sequedad o fotoqueratitis, una enfermedad ocular dolorosa comparable a tener una quemadura solar en el ojo), y acelerar patologías degenerativas como la degeneración asociada a la edad o las cataratas”.

Mantener los ojos hidratados y otros consejos para minimizar el impacto de la polución

Para evitar los efectos nocivos de la contaminación en la salud ocular, Cisneros recomienda utilizar gafas de sol con filtros UV homologados, hidratar los ojos con lágrimas artificiales sin conservantes, evitar ambientes cargados de humo de tabaco u otros contaminantes y, ante cualquier sintomatología, consultar con un especialista de la visión.

Benítez-del-Castillo aconseja además consultar las webs que informan del nivel de contaminación existente en nuestra ciudad (1, 2, 3). De esta forma, si somos sensibles, podemos evitar exponernos. 

Si tenemos que salir a la calle y tenemos algunas enfermedades como la conjuntivitis alérgica o el ojo seco y la contaminación es alta, lo mejor sería “emplear gafas cerradas y lágrimas artificiales sin conservantes”. 

La Academia Americana de Oftalmología aconseja a quienes padecen ojo seco y viven lugares con altos niveles de contaminación o climas muy secos usar un filtro de aire de alta calidad en casa y un humidificador para agregar humedad al aire seco.

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.


Primera fecha de publicación de este artículo: 18/02/2022

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