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Trastornos de la conducta alimentaria y Navidad: qué tener en cuenta para facilitar estas fechas a quienes los padecen

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Las reuniones entre amigos y familia en torno a una mesa repleta de comida es, junto a luces, belenes y villancicos, de las tradiciones más características de la época navideña. Aunque para muchos se trate de momentos para compartir y disfrutar del buen comer, quizá gracias a un menú algo fuera de lo habitual y algún que otro capricho, para las personas diagnosticadas con alguno de los muchos trastorno de la conducta alimentaria (TCA), como anorexia, bulimia o trastorno por atracón, estos últimos días del año pueden tornarse más complicados de lo habitual.   

Como señala la psicóloga María González en la página web del Instituto Centta, cada año se anticipa más la llegada de estas fechas y se nos bombardea con “mensajes y anuncios en torno a las comidas típicas, especialmente los alimentos ultraprocesados y más calóricos, así como estereotipos de belleza, imagen social, reuniones familiares, etc”. Esto hace que un paciente con TCA pueda vivir estos días, en los que todo gira en torno a la mesa y a la comida, con más ansiedad de la que experimenta a diario. 

“En lo que es imprescindible hacer hincapié es que, aunque podamos dar consejos generales para estas situaciones, la persona con TCA debe seguir en todo momento las recomendaciones de su equipo terapéutico, que van a estar orientadas y personalizadas”, recuerda a Maldita.es Mariana Álvarez, dietista-nutricionista especializada en TCA.

Ni todos los TCA son iguales ni suponen las mismas complicaciones en las reuniones navideñas

Como adelantábamos, es posible que las personas con diagnóstico de TCA vivan los días de celebración de manera intensa y difícil. “Desde quien sufre el trastorno más restrictivo, hasta el que sufre un trastorno por atracón o bulimia, por ejemplo, que suponen todo lo contrario”, explicaba Álvarez a Maldita.es en Twitch

En quienes restringen, esta exposición constante a la comida, además, en abundancia, puede suponerles un grado extra de nerviosismo. También que haya más presión por parte del resto de comensales y comentarios similares a ese ‘tienes que comer’ o  ‘debes tomar este alimento’,  pudiendo ser este precisamente uno de los productos que la persona ha etiquetado de ‘prohibidos’ en su dieta diaria. 

Pero lo mismo sucede en la cara opuesta de la moneda. En palabras de Álvarez, la persona que tiene trastorno por atracón o bulimia, por ejemplo, gestiona la ingesta alimenticia con más dificultad de lo habitual, ya que el hecho de ver tanta cantidad le lleva a querer comer más. “La ansiedad que para uno supone la restricción, para otro la supone la desmesura”, resume. 

Para evitar estas situaciones es vital dar a la educación alimentaria el papel que le corresponde, en este caso haciendo que la comida o la cena de Navidad sean ‘lo más normal posible’. 

Mejor primero, segundo y postre que una comida o cena a base de picoteo

En este tipo de eventos navideños (sobre todo los que celebramos en casa) es habitual que se dé un auténtico despliegue de aperitivos y tentempiés antes de la comida principal propiamente dicha. Canapés, embutido, quizá algún que otro snack…  Esto, una ‘tradición’ aparentemente inofensiva, también puede complicar la situación a las personas con TCA.

En caso de que sea posible, es preferible optar por una estructura de comida habitual: un primero, un segundo y un postre. “Si normalmente es así cómo las organizamos, lo ideal es que intentemos hacer lo mismo en estos eventos”, recomienda Álvarez. 

Si el picoteo es tradición, si el resto de comensales no saben del diagnóstico de quien sufre un TCA o si es muy complicado cambiar la estructura de la comilona, la experta aconseja separar de los platos comunes la parte de la persona afectada, en cantidades más o menos similares a lo que sería una ración de comida habitual.

Esto, en realidad, es una recomendación aplicable a cualquier persona: al final en un picoteo perdemos la noción de lo que ya hemos comido, del hambre que tenemos, nos dejamos llevar por el entorno, la charla y la música y terminamos con un: ‘no sé cuántas cuñas de queso me he comido’, ‘no sé si tengo más hambre, si tengo que frenar o seguir…’.

“Por eso, es una estrategia que puede venir bien tanto en TCA como en alimentación en general: separar más o menos lo que creo que es adecuado para llenarme, comerlo y gestionarlo a mi ritmo y, si al acabar sigo teniendo hambre, entonces sí, puedo echarme un poco más de ese canapé que tanto me ha gustado. Así podemos enfrentarnos a las sensaciones reales, a lo que realmente nos está pidiendo el cuerpo”, aclara Álvarez.  

Con todo esto no queremos decir que debamos ceñirnos también a la comida de siempre: podemos optar por recetas diferentes a las habituales sin tener por qué caer en excesos o preparaciones poco saludables. Al fin y al cabo, como señala Álvarez, solemos disponer de más tiempo y le podemos poner más mimo a la preparación de cada plato.

Mejor no dejar la comida a la vista durante las sobremesas (tampoco las bandejas de dulces) 

Cuando acabamos de comer, y no solo por motivo de seguridad alimentaria de la que hemos hablado largo y tendido en Maldita.es, lo adecuado es retirar las sobras y guardarlas en la nevera. Sin embargo, no sería la primera vez que estas nos acompañan en largas sobremesas. No solo los productos susceptibles de contaminarse, también otra de las protagonistas de estas reuniones: la bandeja de turrones y polvorones

Además de prescindir de ella como un participante más durante esas charlas post festín, “lo aconsejable es que se muestre en las horas de las comidas únicamente, evitando que estén a la vista todo el tiempo durante todos los días”, como señala González.

No hacerlo puede suponer una situación difícil de gestionar para un paciente de TCA, convirtiéndose ambas, sobras y dulces, en detonantes de ese sentimiento de ansiedad.  

Ahora bien, no siempre podemos evitarlo: a nivel familiar es difícil cambiar estas ideas y costumbres. Si la familia está acostumbrada a tener sobremesas largas y pasar X horas alrededor de una mesa con comida o ni siquiera sabe que uno de ellos presenta un TCA, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo rellenar ese tiempo de ocio? Álvarez indica que puede ser un buen momento para dedicarlo a aficiones para las que no tenemos tiempo en nuestro día a día. Sí, levantarnos y poner nuestra atención en otra cosa. 

¿Qué debemos tener en cuenta como familiares de una persona con TCA durante las reuniones navideñas? 

Como explica González en la web del Instituto Centta, existen unas recomendaciones básicas que los familiares de personas diagnosticadas con TCA pueden tener en cuenta para hacerles más fácil estas reuniones navideñas. 

En primer lugar, es importante que la familia normalice esta época del año en la medida de lo posible, en el sentido de no alterar tradiciones que se hayan llevado a cabo hasta el inicio del tratamiento. También mantener las rutinas y horarios de alimentación. “Aunque la tradición sea una cena especial, es importante que el paciente mantenga el resto de comidas durante el día”, afirma González. 

“Desde el punto de vista de los dietistas-nutricionistas lo que intentamos es que se normalice y que no tenga que haber un plato específico, especial o diferente al del resto de la familia para la persona que está en tratamiento de TCA. Lo recomendable es hacerlo lo más inclusivo y normal posible”, señala Álvarez.

También es aconsejable, según el Instituto Cetta, evitar el exceso de observación y señalamiento de cualquier reacción del paciente y centrar la celebración no solo en la comida, sino en otros aspectos: la conversación, la compañía con familiares e, incluso, momentos de ocio divertidos como ver películas, juegos de mesa, etc.

Liberar al paciente de las expectativas que los miembros de la familia, en muchas ocasiones, depositan sobre ellos también es recomendable: “Puede que para los familiares sea muy importante que el paciente pruebe un turrón en estas fechas, pero en realidad no lo es tanto. Ese momento ya llegará cuando esté preparado para ello”, señala González. 

En palabras de Álvarez, esto suele ser difícil de respetar. Sobre todo si estamos ante un paciente con una restricción considerable, con un peso menor del considerado saludable y que está trabajando para rehabilitarse nutricionalmente. Su entorno puede incluso pensar que las navidades, por su estrecha relación con la comida, son el mejor momento para recuperar esos kilos de menos. “Sin embargo, probablemente sea el momento donde más le va a costar comer”, incide la experta. 

¿Primera conclusión? Empatía. “Como existe desconocimiento, muchas veces se tiende a minimizar el problema que supone un TCA, cuando realmente causan un nivel de sufrimiento altísimo. Se trata de una enfermedad psiquiátrica muy grave”, señala la dietista-nutricionista. Lo segundo, añade, es no forzar, estar muy pendientes u obligarles a comer. 

“En definitiva, no presionar, no hacerles un menú diferente al del resto pero tampoco obligarles a tomar algo excesivamente calórico. Lo ideal sería diseñar un menú que sea apetecible pero saludable, con parte de verdura; jugar con la fruta en los postres…”, concluye Álvarez.  

Este contenido es apoyado por la iniciativa “Alimentando el cambio” de DANONE en el que Maldita.es colabora elaborando contenidos independientes según su metodología.


Primera fecha de publicación de este artículo: 21/12/2021

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