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MALDITO DATO

Las brechas entre mujeres y hombres en el mercado laboral en España permanecen estancadas desde la crisis de 2008

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Claves
  • La diferencia entre los salarios de mujeres y hombres alcanza los 4.721 euros brutos anuales, según la EPA; cifra similar a la registrada en 2007
  • El número de horas trabajadas por hombres es mayor que el de mujeres y sus jornadas semanales también son más altas, según estima la EPA
  • Organismos internacionales como el Parlamento Europeo señalan que trabajos no registrados como los cuidados son la principal causa de la diferencia laboral
 
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La brecha salarial entre mujeres y hombres es una realidad a día de hoy en el mercado de trabajo español, sin embargo, no es la única diferencia existente entre géneros en el entorno laboral. La principal herramienta para radiografiar el mercado laboral es la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Gracias a ella, se pueden conocer los principales atributos que definen al empleo.

Además de la diferencia de salarios, hay una serie de variables que determinan las distintas brechas laborales que segregan a mujeres y hombres. La mayor tasa de paro femenina, la menor tasa de actividad o un menor número de horas registradas son otros elementos que definen la salud laboral del empleo femenino frente al masculino.

Los datos que recoge la EPA acerca de todos estos fenómenos, además de la brecha salarial, apuntan en la misma dirección: la diferencia entre géneros en el entorno laboral no sólo no se está estrechando, sino que las brechas laborales permanecen estancadas desde que comenzara la crisis financiera de 2008. Ni la pandemia, ni la crisis derivada de la guerra de Ucrania ni la aplicación de la reforma laboral han tenido, de momento, impacto en reducir esta diferencia entre mujeres y hombres.

Brecha salarial: a niveles de 2007

La primera diferencia que se estudia en el entorno laboral es la brecha salarial entre mujeres y hombres. La EPA estima que en 2021 (última cifra disponible) la diferencia del salario bruto anual entre los hombres frente a las mujeres fue de 4.721 euros (una diferencia de 393 euros al mes). Es decir, los hombres ganaron, en promedio, 4.721 euros más por su empleo principal que las mujeres en 2021.

Esta brecha salarial, aunque se ha reducido en los últimos años, no parece tener una clara tendencia descendente. De hecho, desde que se inició la crisis financiera, empezó a escalar hasta alcanzar en 2014 su cifra máxima: 6.093 euros de diferencia entre los salarios de hombres y mujeres. En cambio, en 2007, por ejemplo, la diferencia de salario bruto entre mujeres y hombres fue de 4.724 euros, casi idéntica a la de 2021.

El último informe del Ministerio de Trabajo y Economía Social de la situación de la mujer en el mercado de trabajo español apunta a los cuidados como una de las principales causas por las que las mujeres se encuentran inactivas o tienen reducida su jornada laboral. Un 17,2% de las mujeres que se encontraba en inactividad laboral alegaban la jubilación como causa; un 15,4%, por el cuidado de hijos o familiares, y un 14,7%, por los estudios. En cambio, en el caso de los hombres la principal razón de inactividad es la jubilación (32,1%) y sólo el 1,9% es por responsabilidades familiares.

El Parlamento Europeo señala que las causas por las que existe esta brecha se deben a que, de media, las mujeres realizan más horas de trabajo no remunerado como el cuidado de niños o las tareas domésticas. La institución comunitaria explica que existe una sobrerrepresentación de las mujeres en sectores con salarios relativamente bajos como los cuidados, las ventas o la educación.

María Teresa Gallo, profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, señala también a los sistemas de las organizaciones empresariales como causa: “Las prácticas laborales y la fijación de los sistemas salariales no se aplican por igual a hombres y mujeres, cuando se trata de complementos por rendimiento, pagas extras o prestaciones”. J. Agustín Franco, profesor de Economía de la Universidad de Extremadura y maldito que nos ha donado sus superpoderes, coincide con la opinión de Gallo: “Al recaer todavía la responsabilidad de las mujeres en los cuidados, se limita el acceso a los complementos salariales, que son los que marcan la diferencia en términos retributivos; así como el acceso a puestos directivos”. Un estudio publicado por el sindicato Comisiones Obreras señala que los complementos salariales explican el 39,4% de la brecha salarial entre mujeres y hombres.

Paro: aumenta la diferencia entre géneros desde 2012

Aunque el salario es la primera fotografía, no es el único elemento que debemos tener en cuenta para determinar las características de la ocupación femenina frente a la masculina. Una desigualdad relevante del mercado laboral es la diferencia entre la tasa de paro de mujeres y hombres. La tasa de paro es el resultado de dividir los desempleados que están en busca activa de trabajo por la suma de trabajadores y desempleados.

Una alta tasa de paro indica que muchas personas buscan empleo, pero no se encuentran trabajando en ese momento. En el caso de España, casi siempre la tasa de paro femenina ha sido más alta que la masculina, excepto durante el segundo trimestre de 2012, según los datos de la EPA.

Después de 2012, la diferencia de paro entre géneros volvió a aumentar y ni siquiera los últimos tres años, marcados por la pandemia, la reforma laboral y la crisis provocada por la guerra, han reducido esta diferencia. “Todavía es pronto para ver el impacto de la última reforma laboral. Es posible, incluso, que la pandemia haya frenado los posibles avances, al aumentar los problemas de conciliación laboral y familiar de las mujeres; especialmente con el teletrabajo, pues difumina la barrera entre el horario laboral y el no laboral”, asegura J. Agustín Franco.

Tasa de actividad: las mujeres participan menos en el mercado laboral

La tasa de actividad mide la relación entre el número de personas activas (la suma de ocupados y desempleados que buscan activamente) y el conjunto de la población en edad de trabajar, que incluye a personas activas e inactivas. “Si la tasa de actividad de la mujer es inferior a la del hombre y, además, hay una tasa de paro femenino mayor que el masculino, quiere decir que el mercado laboral tiene más querencia por contratar hombres y, por tanto, la mujer está discriminada”, explica Belén Medina, economista y maldita que nos ha prestado sus superpoderes.

La diferencia entre la tasa de actividad de mujeres y hombres es de 9,7 puntos porcentuales, según la última cifra de la EPA correspondiente al cuarto trimestre de 2022. La tasa de actividad femenina es del 53,8%, mientras que la tasa de actividad masculina es del 63,5%.

Esta diferencia entre la tasa de actividad femenina y masculina se ha ido estrechando a lo largo de los años: en 2002 era de 24,6 puntos porcentuales. Esta es la única variable que se ha reducido de manera significativa a lo largo de los años y muestra una tendencia decreciente. Sin embargo, su velocidad también ha disminuido: desde el primer trimestre de 2020 hasta el último de 2022, la reducción fue de 0,9 puntos porcentuales, mientras que entre el primer trimestre de 2002 y el último 2005 fue de 3 puntos porcentuales.

“El hecho de que la tasa de actividad de las mujeres se mantenga en niveles inferiores a la de los hombres implica que hay menos mujeres que participan en el mercado de trabajo y que por diversas circunstancias, personales o familiares, han decidido de manera voluntaria, pero muchas veces por que no tienen otra posibilidad de elección, dedicarse a trabajos domésticos y de cuidados no remunerados”, indica María Teresa Gallo.

Productividad laboral: 89 millones de horas menos trabajadas

Un indicador que mide la productividad laboral de una economía es el total de horas trabajadas. Esta variable permite comparar entre diferentes ocupaciones con más precisión que con los tipos de jornadas. “Las horas trabajadas son un dato homogéneo que puede ser agregado mientras que las jornadas no lo son”, señala Belén Medina. “Es un dato que permite comparar si la productividad por hora es mejor, igual o peor que otro país, que tu sector económico, que otra empresa…”, agrega.

La diferencia entre el número de horas trabajadas por las mujeres y los hombres fue de 89 millones de horas en el cuarto trimestre de 2022. Es decir, los hombres trabajan una media de 89 millones de horas más que las mujeres, según la EPA. Esta cifra ha permanecido más o menos igual desde 2012, tras sufrir una fuerte reducción durante los años de la crisis económica iniciada en 2008.

Esta diferencia de horas también se encuentra si comparamos directamente entre las jornadas de mujeres y hombres. En promedio, los hombres trabajan 34,2 horas a la semana mientras que las mujeres lo hacen 29,5 horas, por lo que incluso las mujeres que trabajan lo hacen en menor cantidad que los hombres.

J. Agustín Franco señala que la diferencia de horas trabajadas entre mujeres y hombres implica “una pérdida de riqueza” que no se contabiliza en el PIB. “Supone un indicador del mantenimiento de las mujeres en el hogar y en actividades no remuneradas, esto es, una forma de extracción de valor de la fuerza de trabajo femenina que no cotiza ni tiene derechos laborales”, indica.

Franco asegura que es un problema que afecta a toda la sociedad: “La exclusión de las mujeres reduce la productividad”. El Parlamento Europeo da cifras a esta caída de la productividad y la vincula con la brecha salarial. La institución estima que una reducción de un punto porcentual en la reducción de la brecha salarial de género daría como resultado un aumento en el producto interior bruto del 0,1% al incrementarse la productividad del empleo femenino.

Qué dicen los expertos consultados por ‘Maldita.es’

“Parece ser que la causa principal de esta diferencia es la falta de desarrollo del estado del bienestar, lo que provoca que siga recayendo en las mujeres la responsabilidad de los cuidados, limitando de esta forma el acceso a los complementos salariales que son los que marcan la diferencia en términos retributivos, así como el acceso a puestos directivos”, apunta Franco.

El profesor de Economía y maldito indica que los cambios estructurales “llevan tiempo”, particularmente cuando inciden en diferentes aspectos como el entorno laboral, familiar o cultural. “Cuando la brecha es grande, los pequeños avances se notan más; pero, conforme la brecha se va reduciendo, también van aumentando los esfuerzos necesarios para dar nuevos pasos significativos”, explica.

María Teresa Gallo cree que la explicación más probable por la que la brecha laboral esté tardando en reducirse es la “persistencia de los roles y estereotipos de género” que lleva a que rápidamente se elijan el tipo de ocupaciones a las que pueden dedicarse las niñas y los niños. “Es necesario seguir trabajando en este sentido en promover las vocaciones STEM entre las niñas, en políticas que promuevan la conciliación y corresponsabilidad entre hombres y mujeres en las organizaciones, y en desterrar cualquier forma de discriminación y segregación”, indica. Un análisis realizado por ElDiario.es a partir de los datos del Censo de Población y Viviendas de 2021 del INE revela que la mayoría de las ocupaciones, aunque paulatinamente están cambiando, todavía presentan grandes sesgos de género. La conclusión del reportaje es que las mujeres siguen siendo mayoría en profesiones vinculadas con los cuidados.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes el maldito J. Agustín Franco, profesor de Economía en la Universidad de Extremadura, y la economista y maldita Belén Medina.

Belén Medina forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es en colaboración con FECYT que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.

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