Ay, ¡los regalos navideños! Ese dolor de cabeza tanto para elegir los de los demás, como para enfrentar los que te hacen y no te encajan. ¿A quién no le va a gustar que acierten con lo que le regalan? Pues estos días hemos leído un comentario en Twitter (ahora X) sobre una mujer que decía usar el portátil de su novio con la intención de que, haciendo búsquedas en Google de los regalos de Navidad que quiere, su pareja recibiera después anuncios personalizados con lo que a ella le gustaría que le regalasen. A raíz de esta situación nos hemos preguntado hasta qué punto es útil esta práctica.
¿Cómo podría ocurrir? Pues aprovechando el rastro digital que dejamos al navegar por páginas webs y al buscar productos y dejando alguna que otra pista en las cookies del navegador, ya sabes, esos pequeños archivos que las páginas web descargan en nuestro ordenador o móvil cuando accedemos a ellas y que permiten a los servidores rastrear nuestra actividad mientras navegamos en Internet y recordar nuestras preferencias.
Al aceptar cookies, autorizamos un rastro digital que no solo aplica a las páginas que visitamos
El experto en informática y maldito que nos ha prestado sus superpoderes Víctor Manuel Sanguino, que además ha trabajado en empresas de publicidad masiva en Internet, nos ha confirmado que sería “perfectamente posible” que ocurriera lo que dice el tuit, especialmente con publicidad de la misma tienda en la que hemos comprado o en la que hemos estado buscando. Pero no exclusivamente: también podrían aparecer anuncios de otras tiendas, como te explicamos en otras ocasiones sobre por qué la publicidad online sabe lo que nos queremos comprar.
Visualicemos una sesión de navegación: encendemos el ordenador, empezamos a navegar en distintos sitios webs y las cookies recogen lo que hemos estado mirando, por cuánto tiempo, a dónde se ha dirigido el ratón en una página… Ni siquiera hace falta estar logueado con un usuario con nombres y apellidos, recuerda Sanguino: “Nos pueden identificar como un ‘ente’ de un determinado modelo de navegador, que corre en una determinada versión del sistema operativo y que ha aceptado unas ciertas cookies”. Es decir, a las cookies les daría igual que fuera una persona u otra quién está usando el navegador; estaría recogiendo el rastro digital de quien lo use.
Una vez que tienen ese rastro digital, como cada web puede tener acuerdos con empresas que se dedican a estos temas de publicidad, te podrán aparecer sus anuncios, pero también los de otras empresas con las que tengan acuerdos parecidos. “El círculo se cierra cuando empresas anunciantes contratan a la empresa de las cookies para que sus anuncios salgan en páginas web seleccionadas y a usuarios seleccionados de acuerdo a sus costumbres de navegación. En base a eso, nos proponen, directa o indirectamente, más artículos relacionados con lo que hemos hecho”, explica Sanguino.
Por tanto, “tanto si la autora del tuit navega por tiendas como Amazon o Aliexpress, como si lo hace por otras webs, con las cookies que habrá aceptado y le habrán colocado, a su novio en los próximos días le va a salir con toda seguridad publicidad personalizada en base a eso”, dice Sanguino. De ahí que precisamente para este tipo de casos se recomiende utilizar el modo incógnito de los navegadores: si bien esta función no nos hace anónimos ni mucho menos, sí que está indicado para proteger un poco la navegación cuando se comparte un ordenador. En este caso, la novia que planea sus regalos navideños se vale de esa situación, pero a la inversa.
También significa que nuestros datos estarán guardados años
Pero entonces, vamos a ver, ¿es útil aceptar las cookies para buscar regalos y que me sugiera otras cosas y regalos relacionados? Es cierto que “te sugerirán productos acordes con tus búsquedas y la navegación que hayas hecho en una tienda, o información relacionada, por ejemplo, con lo que leas en un medio de información”, dice Sanguino. Pero, como hemos visto, esas sugerencias no serán sólo de la web en la que has estado, sino también de otras con las que haya relación o acuerdos. Así pues, “te beneficiará si te interesa, por interés de compra o por el que sea, que te hagan este seguimiento”, recuerda nuestro maldito.
Además, hay que tener en cuenta que aceptar las cookies de una o varias páginas web implica que esos ficheros que registran nuestra actividad online estarán activos durante años, probablemente, a menos que limpiemos nuestros datos de navegación de forma manual en cada navegador que usamos. Es decir, que no sólo estarían activas durante el período navideño, sino a posteriori.
En cualquier caso, como te hemos contado en Maldita.es, rechazar las cookies de las páginas web que visitamos y borrarlas de vez en cuando de nuestros navegadores son acciones que harán que nuestra actividad online se vuelva un poco más privada. Pero no podemos rechazarlas todas: las llamadas “funcionales” o técnicas son obligatorias ya que se ocupan de que la página web funcione satisfactoriamente. ¿Podríamos aceptarlas todas? Como poder… Pero Sanguino cree que “no es aceptable que tengan ese conocimiento de nuestras costumbres y hábitos de navegación, ya que son capaces de reunir información que procede de muchos sitios distintos”.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Víctor Manuel Sanguino, informático.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 22/12/2022