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La inteligencia artificial está cambiando el mundo y los expertos consideran que ha creado un nuevo escenario para la competencia entre las potencias mundiales. Una carrera que por ahora lideran Estados Unidos y China, dos contrincantes que ya se conocen. Los estadounidenses destacan por la mayor inversión económica global en el sector y el mayor número de modelos nuevos en 2023. Mientras, el país asiático cuenta con el liderazgo en la robótica industrial y número de patentes registradas a nivel mundial.
¿Cuál es el premio? Según los expertos, conseguir una mayor influencia en los mercados, la seguridad nacional y las personas. Sobre los últimos, el debate se ha centrado en cómo la regulación puede proteger los derechos digitales de los ciudadanos. En este sentido, los expertos afirman que la Unión Europea, rezagada en los aspectos económicos de la carrera, podría liderar en el ámbito legislativo e influir en la agenda internacional.
A la par: Estados Unidos lidera en inversión y el desarrollo de nuevos modelos, pero China en el número de patentes y robótica industrial
“Pese a no ser una cuestión excesivamente explícita, la evidencia demuestra que China y EE.UU. compiten por liderar el desarrollo de la IA generativa a escala mundial”, analizan los investigadores del Real Instituto Elcano, Raquel Jorge y Pau Álvarez-Aragonés. En su informe La geopolítica de la IA generativa: implicaciones internacionales y el papel de la Unión Europea explican que en esta carrera “cada país se vale de sus propios instrumentos”.
¿Cuáles son? Por una parte, los académicos afirman que China lidera en propiedad intelectual y patentes de IA, con un 61% de las patentes entregadas a nivel mundial. El gigante asiático cuenta con un ecosistema en crecimiento de startups y empresas especializadas en IA generativa. Además, según el reporte Artificial Intelligence Index 2024 de la Universidad de Standford, el país domina la robótica industrial: sus instalaciones componen más del 52% del total global.
Por la otra, Estados Unidos lidera en el volumen de inversiones destinadas a la inteligencia artificial. Según el AI Index, en 2023 los estadounidenses invirtieron 67,2 mil millones de dólares en el sector tecnológico, más de ocho veces el monto de China, el segundo mayor inversor con 7,8 mil millones de dólares. El mismo informe destaca que EE.UU. lidera en el desarrollo de nuevos modelos notables de IA, con 61 nuevos durante el 2023, superando con creces los 21 de la Unión Europea y 15 de China.
¿Dónde queda la UE? El papel de la regulación y el desafío de potenciar un desarrollo responsable
La Unión Europea ha quedado atrás en número de grandes empresas, modelos y patentes pero “sí ha avanzado en lo que respecta a las implicaciones de esta tecnología para la seguridad y los derechos”, sentencian en su informe Jorge y Álvarez-Aragonés. De hecho, para la UE la Ley de IA ha sido pionera al ser “el primer marco jurídico sobre IA que aborda los riesgos de la IA y posiciona a Europa para desempeñar un papel de liderazgo a nivel mundial”.
¿Puede tener tanta regulación consecuencias en el avance de la innovación? “Sugerir que la regulación imposibilita la innovación es un lugar común erróneo”, comenta a Maldita.es Inés Cano, abogada especializada en nuevas tecnologías y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. La experta dice que la regulación servirá a la UE para “comprar un poco de tiempo y levantar barreras frente a la influencia y la extracción de valor extranjera”.
Por su parte, Jorge y Álvarez-Aragonés destacan el papel de la UE y algunos estados miembros en el debate sobre gobernanza tecnológica global. “Ser la primera en actuar podría dar a la UE ventaja en el ámbito de la política exterior tecnológica y, además, permitirle acordar principios comunes con otras partes e influir en mayor medida en la agenda internacional”, analizan.
Mientras la Unión Europea quiere ser pionera en legislación, EE.UU. también ha conseguido grandes hitos como la Orden Ejecutiva sobre Inteligencia Artificial y ha aumentado el número de regulaciones relativas a la IA en un 56%, según el AI Index. Por su parte, China fue el primer país en implementar regulaciones para las aplicaciones comunes de la IA y, según MIT Technology Review, el gigante asiático estaría trabajando en una “Ley de Inteligencia Artificial”. A nivel global, las menciones de la IA en procesos legislativos casi se han doblado. “Al menos un país de cada continente discutió sobre la IA en 2023, subrayando el alcance verdaderamente global del discurso político sobre IA”, concluye el estudio de la Universidad de Standford.
La victoria sobre la IA implica influencia en los mercados, la seguridad nacional y las personas
¿Qué hace que esta carrera sea tan importante? La inteligencia artificial no es comparable con una guerra nuclear o pandemia (lo explicamos aquí), pero sí tiene efectos en nuestras vidas..
“Que la IA generativa sea tan subversiva obedece también a su fuerte componente de uso dual, con potencial para influir tanto en los mercados como en la seguridad nacional”, analizan Jorge y Álvarez-Aragonés, y añaden que su efecto es tridimensional, ya que conlleva tanto desafíos como oportunidades. Entre ellos, los investigadores destacan el efecto de la IA en la seguridad como sus aplicaciones militares, su efecto en la toma de decisiones y el aumento de amenazas como los deepfakes y la manipulación.
En el sector económico, estas tecnologías pueden dar lugar a colaboraciones o competencias como la concentración del mercado.
Por su parte, en lo social puede tener efectos en el trabajo y los derechos humanos, un tema que afirman está siendo abordado en los foros internacionales. La IA puede impactar sobre los derechos digitales afectando a la privacidad, libertad de expresión, el acceso a las herramientas y la transparencia, entre otros factores.
El impacto de la IA y sus sesgos también tiene tintes geopolíticos; no hay que olvidar que, detrás, hay empresas
Un ejemplo de esto es la revelación del AI Index sobre ChatGPT. El chatbot de OpenAI, compañía estadounidense, está políticamente sesgado en favor del Partido Demócrata en EE.UU. y el Partido Laborista en el Reino Unido. “El descubrimiento ha generado preocupación sobre el potencial de la herramienta para influenciar las posiciones políticas de los usuarios, especialmente en un año marcado por elecciones globales”, sentencia el informe. Si quieres saber más sobre quién es responsable de las respuestas de este tipo de chatbot, revisa este artículo.
“La inteligencia artificial, como concepto, es neutra y básicamente apolítica. El problema siempre está en la implementación”, detalla Iris Domínguez, que investiga sobre inteligencia artificial, justicia algorítmica y sesgos de IA, y nos ha prestado sus superpoderes. Domínguez detecta el origen de los sesgos en los datos y la aplicación. Los datos base generalmente son públicos y se obtienen en internet, un entorno “muy occidental y estadounidense”, describe. Por su parte, los datos de refuerzo (aquellos utilizados para delimitar cómo la IA debe comportarse) entregan a las empresas “un control brutal, ya que pueden introducir cualquier sesgo político”. Finalmente, sobre la aplicación, advierte que muchas veces los sesgos no están en la propia IA, sino en cómo se emplea.
¿Estamos condenados entonces a ser influenciados? No. Domínguez explica que la clave está en recordar que estos sistemas no son neutrales y que “aunque saben más, piensan menos”. Además, recomienda siempre tener presente que su objetivo es mantenerte contento e interactuando, por eso, es fundamental no fiarse, pedir fuentes y contrastarlas. “Preguntar específicamente lo que queremos saber, sin dejar a la IA llevar la conversación y siempre tener en mente las motivaciones de la empresa detrás del modelo”, concluye.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Inés Cano, abogada especializada en nuevas tecnologías, y le maldite Iris Domínguez, investigadore en inteligencia artificial, justicia algorítmica y sesgos de IA
Inés Cano forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.
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