Un NFT (token no fungible, en español) es un certificado que asegura la propiedad que se tiene sobre un objeto digital, y esta certificación se apoya en la cadena de bloques o blockchain para acreditar su autenticidad. Es un tipo de tecnología que sigue creando dudas. A pesar de que podamos saber más o menos en qué consiste, esta vez nos habéis preguntado cómo se visualizan: ¿es como una obra que se puede colocar en una pared? ¿Es un archivo PDF que descargamos o que se proyecta? Si hablamos de un objeto que compramos en un juego puede que lo veamos más claro, pero, ¿y cuando hablamos de algo más abstracto como un tuit o una imagen digital?
Un NFT no es el elemento digital, sino la acreditación que demuestra su propiedad
Tal y como explicó en la Maldita Twitchería tecnológica José Luis Muñoz, director del Máster en Tecnología Blockchain de la UPC, los NFT son “una forma de guardar en la blockchain” y que “acreditan la autenticidad de una obra digital, pero al ser pública cualquiera la puede copiar”. Es decir, que al final los NFT sirven para asegurar que un objeto o un archivo digital nos pertenece, pero puede haber millones de copias desperdigadas en Internet que cualquiera puede copiar, descargar, ponerse de foto de perfil o colgar en su pared, por mucho que te pertenezca.
Pavel Sidorenko, investigador de la Universidad Internacional de La Rioja, comenta a Maldita.es que “un NFT no es más que un certificado digital que otorga identidad y originalidad a un contenido digital, como una imagen, una canción, una entrada a un evento, un skin de un avatar, etc.”. Es decir, que el NFT no es el elemento en sí sino el registro de que ese objeto digital es tuyo.
“Si por ejemplo hablamos de arte convertido en NFT, siempre podrás tener la imagen en soporte físico mientras la imprimas, pero también lo va a poder hacer otra persona que vea la imagen en Internet, porque el NFT sólo certifica su propiedad y originalidad”, añade Sidorenko. De la misma manera que en Maldita.es podemos incrustar en este artículo una imagen que se ha vendido como NFT por millones de dólares, un collage de imágenes digitales del artista Beeple:
Muchas veces, se utiliza el símil de las obras de arte para explicar la tecnología de los NFT: cualquiera puede tener un cuadro con la Mona Lisa en casa, pero todos sabemos que el original, el que pintó Leonardo da Vinci, se encuentra en el Louvre, en el museo francés. Otro ejemplo es que si se certifica mediante un NFT una columna de The New York Times (como ya ha pasado), habrá alguien que sea el propietario certificado de esa columna, pero eso no impide que cualquier persona pueda leer el texto en el periódico o, si quisiese, incluso imprimirlo para colgarlo en su pared.
La clave de esta tecnología está en que el NFT no es el objeto digital o el archivo que adquirimos, sino sólo un recibo o un ticket que garantiza que nuestro ejemplar es la obra original y que nos pertenece. Tampoco impide que circulen copias del objeto. Por lo tanto, cada persona puede ‘proyectar’ su NFT de la manera que quiera, pues el NFT solo certifica su autoría.
Javier Arrés, criptoartista, recordaba en nuestra Maldita Twitchería tecnológica el caso de la venta por 120.000 dólares de una obra que consistía en un plátano pegado a la pared con cinta aislante: “Tú puedes coger un plátano en tu casa y pegarle un precinto, pero, ¿qué es lo que te vendían de verdad cuando comprabas el plátano de [Maurizio] Catellan? Que te comprabas unos papelitos que te daban firmados en los que decía que tú eras el dueño de eso y sí podías reproducirlo en tu casa y podías decir que eras el dueño”, señala. “Es lo mismo”, añade sobre los NFT.