La neurotecnología es el conjunto de herramientas que permiten analizar nuestro cerebro o establecer una conexión directa entre este órgano y otros dispositivos, como las resonancias magnéticas o los implantes cerebrales. Aunque esta tecnología puede ser muy útil, también tiene riesgos sobre nuestra privacidad y nuestra identidad, y puede generar escenarios de discriminación, por lo que hay organizaciones que consideran urgente regularla a través de los neuroderechos.
Estos son una propuesta para extender los derechos humanos al ámbito de la neurotecnología. Entre ellos se encuentra el derecho a la privacidad mental, a la integridad de la persona, al libre albedrío o a evitar los sesgos de esta tecnología. Algunos países, como Chile, ya lo han hecho y otros están estudiando cómo incorporarlo a su legislación.
La neurotecnología abarca los dispositivos que buscan analizar el cerebro
Para hablar sobre neuroderechos, antes tenemos que hablar sobre la neurotecnología, el nombre que engloba a todos los dispositivos y técnicas que permiten registrar la actividad de nuestro sistema nervioso y analizar el funcionamiento de nuestro cerebro. Es probable que estés familiarizado con los escáneres de resonancia magnética, esas máquinas con forma de tubo que permiten obtener imágenes de nuestro cerebro a través de un campo magnético.
Los avances en la tecnología de los últimos años han ido más allá y permiten explorar nuestro cerebro más a fondo y que interactúe con otras tecnologías. Hay empresas e investigaciones académicas que investigan cómo conectar el cerebro a dispositivos externos, por ejemplo a la prótesis para un miembro amputado. Otras compañías buscan implantar chips en nuestro cerebro para crear una interfaz cerebro-ordenador con la que controlar otros dispositivos, como prometen los implantes de Neuralink. También existen tecnologías, en las que trabajan empresas de la talla de Facebook, que se nos venden como capaces de “traducir” palabras del cerebro a un ordenador sin que las digamos en alto.
Los neuroderechos buscan proteger nuestra privacidad e identidad frente a los malos usos de la neurotecnología
Aunque estas tecnologías aún están en desarrollo y se llevan estudiando mucho tiempo, sí que hay resultados que ya se conocen. Por eso han surgido organizaciones que consideran urgente regularlas lo antes posible por los posibles riesgos que pueden conllevar y piden reconocer los “derechos sobre la mente”. Según la Neurorights Foundation existen cinco neuroderechos fundamentales:
Derecho a la privacidad mental. Derecho a proteger los datos cerebrales de las personas de una intrusión y del uso no autorizado de terceros.
Derecho a la identidad personal y a la integridad mental. La prohibición de aquellas intervenciones que manipulen la personalidad de una persona.
Derecho al libre albedrío. Garantizar la toma de decisiones de una persona sin influencias externas.
Derecho al acceso igualitario del aumento cognitivo. Desarrollo de pautas para garantizar el acceso a esta tecnología según los principios de justicia y equidad.
Derecho a impedir los sesgos. Desarrollo de medidas para evitar los sesgos que puedan derivarse de un mal diseño de los algoritmos en las neurotecnologías.
Según recoge la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados (Oficina C), los impulsores de los neuroderechos argumentan que los derechos humanos actuales no ofrecen una cobertura suficiente ante estos nuevos retos tecnológicos y proponen que la actividad de nuestro cerebro esté protegida por ley.
Algunas neurotecnologías pueden suponer riesgos para nuestra privacidad e identidad
Los neuroderechos buscan ser la respuesta a algunas dudas éticas y peligros que pueden derivar del mal uso de la neurotecnología, como es el riesgo de extraer los datos cerebrales de una persona, los conocidos como neurodatos, sin su consentimiento o su posible uso comercial. También existen peligros relacionados con la identidad personal y cómo esta tecnología puede producir cambios en la personalidad de un individuo, así como el uso de estos implantes cerebrales en contextos militares, detalla la Oficina C.
Rafael Yuste, neurocientífico español y director del NeuroTechnology Center de la Universidad de Columbia, es uno de los principales impulsores de estos neuroderechos y una de las personas que ha puesto sobre la mesa el debate a nivel mundial, ya que considera que la neurotecnología literalmente “abre la tapa del cerebro” y, por ello, hay que adelantarse a sus posibles riesgos. Por ejemplo, el monitoreo de la actividad cerebral es algo necesario para todos esos experimentos y en algún momento la información que se obtenga de ellos también podría someterse a los sesgos que ya se observan en la inteligencia artificial, según Yuste.
Michelle Bordachar, de la organización chilena Derechos Digitales, detalla a Maldita.es que “quizás ese monitoreo objetivamente no signifique nada”, pero “basta que alguien decida que determinado patrón es malo, para que ese monitoreo pueda significar que te discriminen”. “El desarrollo de la neurotecnología sí representa una amenaza para las personas, pero es una amenaza que podría ser mitigada gracias al derecho a la privacidad y el derecho a la protección de los datos personales”, explica.
Algunos países ya incluyen los neuroderechos en su legislación y otras regiones están estudiando su protección
Algunos países han comenzado a incluir los neuroderechos en su legislación. Es el caso de Chile, donde a iniciativa del grupo de trabajo que dirigía el neurobiólogo español Rafael Yuste se aprobó un proyecto de ley para incluir los derechos del cerebro en el artículo 19 de la Constitución Política de la República de Chile. En agosto de 2023 tuvo lugar la primera sentencia sobre neuroderechos y la Corte Suprema de Chile ordenó a la empresa Emotiv a borrar los datos sobre la actividad cerebral del senador Guido Girardi.
En octubre de 2023 México incluyó en su Carta de Derechos de la Persona en el Entorno Digital un capítulo dedicado a los neuroderechos. El estado de Río Grande del Sur de Brasil también incorporó esta protección en el artículo 235 de su constitución en diciembre del mismo año y el febrero de 2024 el estado de Colorado en Estados Unidos aprobó un proyecto de ley para incorporar estos derechos en su ley de privacidad.
En España también se está trabajando sobre los neuroderechos. En julio de 2021 el Gobierno de España presentó su Carta de Derechos Digitales que sirve como una guía de buenas prácticas sobre este tipo de tecnología, aunque no tiene valor legal. En diciembre de 2022 el Gobierno también anunció la creación del Centro Nacional de Neurotecnología, que estará ubicado en el campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma de Madrid, para el desarrollo de la neurotecnología según los principios de la Carta de Derechos Digitales. También el 24 de febrero de 2023 se firmó la Declaración de Valencia, una propuesta del Consejo Valenciano de Cultura para incluir los neuroderechos en la Declaración de los Derechos Humanos. El 23 de octubre de ese mismo año se presentó la Declaración de León sobre la Neurotecnología Europea, la primera declaración de la Unión Europea para proteger los neuroderechos ante el avance de la neurotecnología, y que fue impulsado por la presidencia española del Consejo de la Unión Europea y firmado por los ministros de Telecomunicaciones y Asuntos Digitales europeos.
Primera fecha de publicación de este artículo: 26/10/2020.
* Hemos actualizado este artículo para incluir que la Carta de Derechos Digitales de España hace referencia a derechos de neurotecnología.
* Hemos actualizado este artículo el 26 de abril de 2024 para incluir nuevos avances en neuroderechos en el mundo.
Primera fecha de publicación de este artículo: 26/10/2020